“Here”, de Teenage Fanclub

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DISCOS

“Quien quiera lo de siempre puede volver a ‘Gran prix’, pero se perderá la segura magia de una banda que ahora apuesta por tocar fibras más ensoñadoras”

 

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Teenage Fanclub
“Here”
MERGE RECORDS

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Las primeras opiniones han sido negativas. Mi círculo de amigos ha decidido que el “Here” de Teenage Fanclub no procede. No hay punch, no hay esa electricidad que se te cuela desde el primer guitarrazo, no hay empatía. Cierto, esperaban una cosa y se encuentran con otra, la reinvención de los de Glasgow, que desde este lado voy a defender. Vayamos a uno de los singles, ‘I’m in love’: es menos consistente de lo acostumbrado, las guitarras siguen matemáticamente eficientes, un pulso que bombea aún pero que ha bajado un tanto la excitación y apuesta por la placidez, pero la placidez es un valor también en la música, no deslumbra pero acompaña tenue. Y eso también crea sensaciones.

 

 

Pasemos a la segunda canción del disco, ‘Thin air’, y nadie negará que posee una melodía impecable, llevan años y años buscando la canción pop perfecta y aquí la han conseguido desde otros parámetros. Y en ‘Hold on’ toda la artesanía se les va en una mayor sutilidad, lo que pierden en empuje lo ganan en finura, incluso con ciertos toques psicodélicos en ‘I Was beautiful when I was alive’, que sin embargo es pop de guitarras que se acerca más a los Beach Boys que a los Beatles, más a Honeybus que de los Raspberries.

Otro valor: son capaces de crear unos arreglos más imaginativos en ‘I Have Nothing More To Say’, la dulzura y el reposo se prestan a ello. Lo cual no quita que haya canciones con más chispa en las guitarras y algo más dinámicas como ‘The darkest part of the night’ o ‘Live in the moment’, contrapesadas por aquellas más evocadoras –‘With you’–, que a veces se convierten en una nana, ‘Connected to life’, perfecta para cerrar la colección.

Si hubiera que destacar alguna, podríamos ir por ‘The first sight’, adictiva, plena, con ese elegante arte de la melodía que te traspasa. Cuesta aceptar las nuevas direcciones de los grupos que nos gustan, quien quiera lo de siempre puede volver a “Gran prix”, pero se perderá la segura magia de una banda que ahora apuesta –y muy finamente– por tocar fibras más ensoñadoras y por la potencia sentimental de unas canciones que van creciendo a cada escucha.

Anterior crítica de discos: “A todo que sí”, de Los Zigarros”.

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