“Hank Idory”, de Hank Idory

Autor:

DISCOS

Treinta minutos de satisfacción, de huida del mundo, que acaban con un inevitable suspiro”

 

hank-idory-28-02-18

Hank Idory
“Hank Idory”
Pretty Olivia Records

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Fructífera y subterránea: así ha sido en Valencia esa espléndida conjunción musical en la que las guitarras toman protagonismo —dulce o potente— para cimentar melodías de ensueño y voces de implacable certeza en los estribillos y los coros. Olvidémonos de los vozarrones de la música ligera, del colorista tecno de los 80 o de ciertas rutas que ahora parecen recordarse con patina de clásico, y lo que quedará es un montón de músicos que intentaban buscar la canción de aroma ligero y compacto a la vez pulsando cuerdas electrificadas.

Pasemos por alto los más de cincuenta años que van desde Bruno Lomas y Los Huracanes hasta ahora, y veamos cómo están las cosas en 2018. Ahí sigue un pequeño reducto con Caballero Reynaldo, Llum grabando su segundo largo o Doctor Divago y todos sus alrededores, por poner tres ejemplos de calado distinto, y entre ellos media docena de grupos que no se apartan demasiado de lo clásico, aún guardan prendas de los sesenta y los ochenta y pulen las canciones hasta que las consiguen sencillas, brillantes y luminosas. Sin experimentos, sin aristas. Estamos hablando de Vicente Prats, Ramírez Exposure o Hank Idory, el proyecto de Juancho Alegrete.

No da cuenta de ello el corte que abre el disco, ‘Gran angular’, con trazas souleras, vientos y un entramado a lo sonido Philadelphia no muy lejano de La Casa Azul. En un mundo ideal sería un llenapistas. Pero al llegar a ‘Lo mejor de mí’ los coros que parecen no existir pero que levitan, ya van dando el tono de una historia de desengaños amorosos que no desmerecería en el repertorio de Canovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, igual que no desmerecería la siguiente ‘Hoy empieza todo’.

Otro pequeño capítulo se abre al pop luminoso de ‘Sonodrama’ y sobre todo ‘Dame una solución’, uno de esos estribillos que ves llegar y te estalla en la piel. Todo preparado entonces para una de las cimas de un disco de cimas: ‘Algo está cambiando’. En ella está todo. Brincos, Beatles, Honeybus y Los Módulos con las guitarras de los Byrds por debajo. El sonido reconocible de tantas melodías acariciantes y tantas guitarras con armonías y energía.

Y sin descanso, en “Hablando solo’ encajan a la perfección un guitarra a la que dejan aire y que tiene esa retención en los compases que —como en Cooper, por ejemplo— crea la tensión del tema, una letra perfectamente construida desde la sencillez —como todo el disco— y un final esplendoroso.

Aún queda más. Ese inicio de guitarra que recuerda a ‘La estrella’ de Los Auténticos en ‘Tarde en Arecibo’ y el tono folk y el estribillo melancólico de ‘Planetario’ que cierra el conjunto. No inventan nada, eso es evidente, pero saben conjugar lo que ya existe como un buen artesano que alíe maestría con sentimiento. Cada canción parece inventar su estilo. Y desde luego consiguen lo que pocos discos. Treinta minutos de satisfacción, de huida del mundo, que acaban con un inevitable suspiro.

Anterior crítica de discos: “Sangre en los surcos”, de Fernando Alfaro.

 

efe-eme-febrero-17

Artículos relacionados