Feliz cumpleaños, maestro Peret

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«Hoy, con disco nuevo bajo el brazo, Peret tiene abierta la agenda para su gira de este año. Y uno imagina que este sabio de la música y de la vida pasará este 75 cumpleaños como siempre, pensando en mañana, ideando el siguiente álbum»

Peret, el creador de la rumba catalana y uno de los músicos más queridos de la música popular española, cumple hoy 75 años, y sigue en plena actividad profesional. Un día especial al que queremos sumarnos con este breve homenaje a uno de nuestros imprescindibles héroes musicales.


Texto: JUAN PUCHADES.


Son 75 años los que celebra hoy Pedro Pubill Calaf, más conocido como Peret, aquel vendedor de ropas a domicilio nacido en Mataró y criado junto a la calle de la Cera de Barcelona que se entretenía a finales de los años 50 tocando la guitarra, y que entusiasmado con la música que practicaba el cubano Pérez Prado y conmocionado con el ritmo de Elvis Presley, decidió probar qué podía resultar de la unión de ambos si los batía a su modo, gitano y callejero, con guitarra española y un par de palmeros apoyándole detrás para sumar percusión a la que él ya lograba golpeando la madera de su guitarra a la vez que, como un vendaval, rasgaba las cuerdas. Estaba naciendo la rumba catalana, un género mestizo, urbano, endiablado y profundamente latino que el mismo Peret paseó por Europa y América desde mediados de los años 60, cuando sus grabaciones –primitivas pero sabiamente ideadas, rabiosamente enérgicas y contagiosas– vendían cantidades astronómicas (dos millones de discos en Alemania y en Francia, uno en Bélgica, otro en Holanda…) y sus shows de rompe y rasga ponían en pie a las audiencias más gélidas. Eran los días en los que Peret anonadaba en espectáculos televisivos internacionales eclipsando a figuras como Tom Jones o las Supremes de Diana Ross. Por si no había bastante, cuando Peret ya protagonizaba películas con las que explotar el mito (lo mismo que Elvis), llegó ese ‘Borriquito’ que lo propulsó a la estratosfera e hizo que su nombre corriera como la pólvora de Nueva York a Tierra de Fuego, de Vigo a Berlín.

Sin embargo, Peret era mucho más que el feliz autor de hits como ‘Borriquito’ o ‘Es preferible’, su obra, conformada en principio por EPs de cuatro canciones, había ido trazando el itinerario de un músico que lo mismo insuflaba velocidad y nervio a jugosos temas latinos (cubanos, italianos, franceses, no importaba, él los reconstruía en clave rumbera), que escribía piezas magistrales como «El mig amic» (el mejor tema de la Nova Cançó, según Manuel Vázquez Montalbán; la mejor canción escrita en catalán, según Raimon). Un músico que en aquellos discos pequeños fue creciendo como compositor e intérprete, mirando siempre hacia delante, dispuesto a probar arreglos y producciones, no quería quedarse anclado en lo ya hecho. Así, en su manos, la rumba catalana creció y explotó todas sus posibilidades: Cuando otros adaptaban el invento a sus necesidades, Peret, en alguna de sus grabaciones, ya había pasado por allí (su huella es evidente en el sonido Caño Roto, en la rumba mesetaria, en la escuela venenosa, en el nuevo flamenco…). Y es que, con más o menos acierto, sobre todo en los años 70, investigó y probó todas las posibles soluciones, todas las distintas mixturas, al tiempo que definía una escritura propia, con su sello personal, que lo posicionaría como creador único, no exclusivamente el de las canciones alegres, en Peret hay mucho más que los éxitos que todos recordamos.

Pero en 1982 Peret tuvo la revelación, y mientras conducía vivió su propia epifanía: Dios quería que cambiara de vida. Al bajar del automóvil Peret se fue derecho al «culto», a esa Iglesia de Filadelfia que en aquellos días tantos adeptos captaba entre gitanos de toda condición. Desde entonces y durante ocho años, Peret dejó de ser el Rey de la Rumba y pasó a convertirse en el Hermano Peret. Peret quería hacer el bien y –como antes Little Richard, la Reina del Rock and Roll– no se le ocurrió otra que hacerse predicador. Quizás no se detuvo a pensar que sus canciones llevaban mucho tiempo haciendo el bien a mucha gente…

Luego vino el regreso, primero por la puerta de atrás, produciendo a los gloriosos Chipén, y ya en 1991 a lo grande, grabando de nuevo a su nombre –el imbatible LP «No se pué aguantar»– para un año después descorchar botellas de alegría durante el año olímpico barcelonés con su soberbia y perfecta ‘Gitana hechizera’ (conocida popularmente como ‘Barcelona tiene poder’), con la que en compañía de amigos rumberos (Los Amaya, Chipén y Los Manolos) clausuró la fiesta olímpica mientras volvía a situar la rumba catalana en el mapa. El rey volvía a reinar, y Peret seguía haciendo el bien.

Durante los 90 continuó grabando con gusto, actuando aquí y en América, y el nuevo siglo lo inauguró reinterpretando sus canciones junto a gente como Jarabe de Palo, El Gran Silencio, Estopa, Los Enemigos, Ojos de Brujo, Amparanoia, Macaco o ¡hasta el mismísimo David Byrne! Fue una forma de poner al día una parte de su cancionero dejándose hacer por jóvenes admiradores que habían crecido con su obra. Pero Peret estaba semiretirado y sólo actuaba de vez en cuando, de forma puntual, hasta que en 2007 publicó disco nuevo, mostrando renovada imagen, esa tan rotunda con kilos de más, barba blanca y cabeza pelada y, lo que es mejor, dejando claro que sigue componiendo y cantando como quiere, que la rumba es suya, por derecho.

Un año después, en el festival Viñarock, él mismo no salía de su asombro cuando 70.000 jóvenes lo recibieron con entusiasmo y coreando todas sus canciones, esas que, por generación, deberían pertenecer a sus padres y ser fotografía desvaída del pasado. Pero ahí reside la grandeza del cancionero de este genial creador, en su capacidad para permanecer vivo y vigente, en traspasar barreras de todo tipo: Sus temas son atemporales y, por tanto, no envejecen.

Hoy, con disco nuevo bajo el brazo, Peret tiene abierta la agenda para su gira de este año. Y uno imagina que este sabio de la música y de la vida pasará este 75 cumpleaños como siempre, pensando en mañana, ideando el siguiente disco, perfilando algún detalle de esa escuela de la rumba que es su sueño más querido –y que parece que, finalmente, tira adelante–, enhebrando alguna melodía…

Yo voy a brindar por él escuchando cualquiera de sus grabaciones; elegida al azar, da lo mismo –una de las últimas debilidades es ‘Te voy a llevar’, arreglada en los 70 por Augusto Algueró y que es una maravilla de rumba melódica–, de todas ellas aprendo algo, todas me sorprenden, cada nueva escucha destaca un matiz inesperado, y es que Peret es mucho Peret. Y se le admira enormemente, y se le quiere otro tanto. ¡Maestro, vamos a por los 76!

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