«Evol» (1986), de Sonic Youth

Autor:

OPERACIÓN RESCATE

 

 

“Desbordante ruido anestésico y anhelos contemporáneos con los que, a través de este álbum, proclamaron la guerra a la melodía convencional, ganándole un vasto territorio y todo un ejército de fieles”

 

Sara Morales nos lleva treinta años atrás para encontrarnos con “Evol”, el tercer trabajo de los neoyorquinos Sonic Youth. Un disco en el que mezclan el punk de su ADN con la “savia velvetiana” que corría por sus venas.

 

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Sonic Youth
“Evol
SST RECORDS, 1986

 

Texto: SARA MORALES.

 

«Mi violencia es un sueño, un sueño real». Con estas palabras, envueltas en una instrumental tronadora llamada ‘Tom violence’, arranca el tercer elepé de Sonic Youth. «Evol», paladín del noise, salto cualitativo y cuantitativo en las formas y conceptos de la banda neoyorquina que, para entonces, ya había comenzado a perfilar el nuevo underground de la ciudad detonando el experimentalismo.

Grabado en marzo de 1986 con producción conjunta junto a Martin Bisi, se emplearon a fondo en perfeccionar la savia velvetiana que corría por sus venas y el punk de sus conciencias, para dotar de una personalidad propia a su sonido y engendrar así el trabajo que supondría el verdadero impulso hacia la atención popular. Este fue el primer disco de la banda en ser bien recibido por el público y la crítica, el punto de partida de una carrera cómplice del caos sonoro como capitanes de la entropía. Y aunque parte de los principales elogios hacia este álbum llegaron pasados los años, el tiempo ha demostrado que es en él donde se encuentra la esencia de Sonic Youth y la raíz de todo lo que vendría después.

 

 

«Evol» es áspero, crudo, arisco, incómodo en fragmentos… pero con alma, con misterio, con carácter. Que habla de la soledad, los miedos y los fracasos, pero también del amor y la esperanza. Que del mismo modo que se acerca al pop con la voz de Kim Gordon en la balada ‘Secret girl’ o con la de Thurston Moore en ‘Green light’, también se rebela contra las leyes de la Naturaleza musical desatando tormentas escalofriantes en ‘Star power’.

 

 

Con este álbum se estrenó Steve Shelley a la batería, en sustitución de Bob Bert que había dejado el grupo durante la gira de «Bad moon rising». El nuevo fichaje supuso un mayor peso de la percusión en las composiciones –como demuestra ‘Death to our friends’–, y también la coalición definitiva de la banda con la que alcanzarían la cima del reconocimiento venidero. El cuarteto vencedor había nacido.

Otra de las novedades que trajo consigo «Evol» en la trayectoria de Sonic Youth fue ver por primera vez a su guitarrista Lee Ranaldo poniendo palabras a un tema, ‘In the kingdom #19’. Compuesta y cantada por él, contaron para la línea de bajo con la colaboración de Mike Watt, bajista de Minutemen, amigo del grupo y aliado perfecto para ponerle el tono grave a las cuerdas de una canción que habla de la muerte en la carretera. Watt no hacía mucho que lo había vivido; su banda perdía a su guitarrista –D. Boon– el año anterior, fallecido en un accidente de tráfico que puso fin a la carrera de Minutemen.

Tristeza hablada, gritos y alaridos que se desvanecen en unas melodías disonantes y estridentes. Por momentos «Evol» se vuelve cruel, como la vida. Igual ocurre con ‘Shadow of a doubt’, esa canción inspirada en una película de Hitchcock –»Extraños en un tren»– pero con el nombre de otra –»Sombra de una duda»–. Pieza creada y verbalizada por Gordon, donde una calma aparente y engañosa envuelve al sonido para hacerlo estallar minutos después en un rictus instrumental propio del cine de terror

 

 

Para ‘Marilyn Moore’, escrita a medias entre el propio Moore y la cantante, actriz y poetista Lydia Lunch, es él mismo quien nos conduce hacia ese caos de guitarras que se recrean experimentando y culminan en la aclamada ‘Expressway to Yr. Skull’, conocida como ‘Madonna, Sean and me’. Más de siete minutos de vuelta al coqueteo con un pop traicionero, que termina transformándose en un monstruo del art rock. De esos que, tras haberte llevado hasta la gloria, te amenaza con armas afiladas y te la arrebata mientras se despide orgulloso en uno de los epílogos instrumentales más conmovedores del siglo pasado. Ni siquiera el bonus track, ‘Bubblegum’, consiguió apaciguar los ánimos. Desbordante ruido anestésico y anhelos contemporáneos con los que, a través de este álbum, Sonic Youth proclamaron la guerra a la melodía convencional, ganándole un vasto territorio y todo un ejército de fieles.

Anterior entrega de Operación rescate: “Girlfriend”, de Matthew Sweet.

 

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