“Eva Tanguay, la primera rock star”, artículo de Diego A. Manrique

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Como explica Diego A. Manrique en “El País”, en todo hay precedentes. “Imagino que, cuando Lady Gaga preparaba su meditado asalto a nuestros sentidos, ni siquiera sabía de la existencia de Eva Tanguay. Lógico: Eva había desaparecido por el sumidero de la historia de show business”.

Eva Tanguay, nacida en 1878, fue una de las estrellas del “vaudeville” estadounidense, que no hay que confundir con el vodevil español. “El vaudeville estadounidense es una forma flexible del teatro de variedades, donde literalmente cabía todo: cantantes, instrumentistas, bailarines, magos, acróbatas, animales amaestrados y, sí el mercado exigía un barniz cultural, breves conferencias de personajes ilustres y -en un intento de integrar a la competencia- películas”.

Sus “extravagantes detalles indumentarios no son lo único que nos lleva a conectarla con Lady Gaga”. Sacaba provechos de las informaciones sobre su vida lienciosa o se inventaba escándalos.

“Lo extraordinario es la modernidad de la visión de Eva, que sabía que vendía esencialmente su libertino personaje, con abundantes canciones autorreferenciales. No escatimaba en publicistas: sabía que tan importante era lo que hacía fuera como dentro del escenario”.

Pero finalmente cayó en el olvido. “Grabó pero lo hizo con una torpe compañía fonográfica que no dominaba la tecnología del sonido. Se fue a Hollywood pero resultó que el cine mudo no transmitía su efervescencia, su picardía”.

“Como el dinero estaba en las tablas, no dejó muchos testimonios de su arte. Problema de concepto: no se promocionó ni como artista fonográfica ni como actriz de cine, se contentó con  ser una cómica. Sin embargo, rompió la baraja en el primer cuarto del siglo XX, con su personificación de la mujer liberada y tentadora, de lengua suelta y energía implacable”.

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