Enrique Bunbury, la brújula de la intuición

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“Me gusta aceptar el papel que juega la intuición dentro de mi vida y mi profesión”

 

Rara vez un músico español es invitado al Olimpo de los MTV Unplugged, pero en el plano artístico, Enrique Bunbury no es amigo de lo común y lo ordinario. Quizá por eso su nuevo trabajo (que hoy mismo se pone a la venta) difiere bastante del formato habitual de estos directos y su selección se aleja de lo predecible. Arancha Moreno habla con él.

 

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Fotos: JOSE GIRL.

 

 

Si hay un concepto que se asocie al mundo Bunbury, ese es la mutación. Cuidadoso hasta la médula en sus movimientos artísticos, Enrique nunca deja pasar el tren de la oportunidad, porque nada le atrae más que sumergirse en un proyecto que le haga crecer hacia otro lugar. Si el lugar, además, es un escenario mítico, por el que han desfilado muchos clásicos del siglo pasado (como Dylan, como Clapton, como McCartney), el reto va más allá de revestir o desvestir sus canciones. Enrique Bunbury se ha preocupado de plasmar su identidad en el planteamiento y en el sonido dejándose guiar por la brújula de la intuición. Así ha confeccionado “MTV Unplugged: El libro de las mutaciones”, sobre el que nos habla largo y tendido.

 

Mutación es una palabra que encaja muy bien con tu forma de entender los discos. ¿El título pretendía reforzar la idea de transformación constante que impulsa todos tus álbumes?
Sí, efectivamente. Hay dos lecturas del subtítulo «El libro de las mutaciones», una la literal, en un disco que precisamente consiste en revisitar el cancionero, y otra la paradoja del azar y el destino que supone la consulta del I Ching. Me gusta aceptar el papel que juega la intuición dentro de mi vida y mi profesión. Me considero un músico intuitivo, que se deja guiar por impulsos y señales que considero correctas. Lo curioso es que, lanzando unas monedas al aire, puedas leer o consultar sobre tu futuro inmediato. Que el azar pueda orientarte en el camino hacia la conclusión de tu destino.

 

Siempre destacas el sonido de tus discos, al margen de las canciones. ¿Cuál era tu objetivo esta vez: más brillo, más calidez, más contención, más intensidad…?
Ser el productor de tus propios álbumes, el intérprete y el compositor te sitúa en una posición en la que no solo te importa el fondo, sino también la forma. Es muy importante rodear mis canciones de los arreglos adecuados y de un concepto sonoro que amplifique mis intereses. Mi objetivo era no caer en determinados modismos de los «Unplugged» de los noventa. El formato es de sobra conocido y algunas reiteraciones han envejecido demasiado, así que preferí concretar una instrumentación orgánica pero no necesariamente desenchufada. Quería huir de lo folky, de la traducción literal rockera al formato acústico y del kumbayá.

 

A mi juicio, es un disco hecho con un gusto exquisito, muy elegante, y logra casi una contradicción: es contenido, pero muy intenso. Difiere bastante del minimalismo de muchos discos desenchufados. Supongo que huías de eso.
Te agradezco mucho la consideración. La contención fue una de las premisas dictadas a los músicos. De hecho, la presencia del público me asustaba y pensaba que era un handicap para mis propósitos. También me parecía importante la intensidad. Una de las tentaciones lógicas del formato es la intimidad y la extrema sencillez. Mi propuesta pasaba por hacer un disco con una buena producción, casi buscando el sonido de estudio, evitando la ligereza del directo.

 

Hay unas atmósferas muy especiales en este trabajo. En general tiene una sonoridad rock, pero en algún momento me ha recordado a un concierto de club, con aires de jazz y blues. Lo veo, por ejemplo, en ‘Avalancha’. ¿Perseguías ese fin?
No lo tengo tan claro. Esas etiquetas, rock, jazz, blues y club, me suenan demasiado puristas para mis pretensiones, que son algo más contemporáneas.

 

Me llama la atención, por ejemplo, la cantidad de atmósferas de ‘La sirena varada’, a ratos jazzera, a ratos más orquestal… Es una de las canciones que más evolucionan en apenas cuatro minutos.
“La sirena varada” es una de mis favoritas. Pasa por muchos ambientes diferentes. Grabé una demo mínima con mi guitarra, en el iPhone, y desde ahí la banda fue aportando hasta conseguir algo muy especial. Creo que es un buen ejemplo del trabajo que han realizado Los Santos Inocentes en este disco. Están en un momento fantástico, maduro. Creo que por fin hemos encontrado un sonido propio de banda, distintivo y alejado de modismos imitativos.

 

Grabar el «MTV Unplugged» es compartir Olimpo con Dylan, Clapton, Young, McCartney, Spinetta… aunque vuestras coordenadas son diferentes. No sé si has hecho el ejercicio de escuchar los directos que grabaron allí tus predecesores antes de preparar tu grabación. Si es así, ¿te han influido en algo?
He escuchado muchos. Algunos los oí en su momento y otros los revisé para aclarar mis dudas con respecto al proyecto. No pienso que haya habido mucha influencia de nadie en específico, aunque me gusta la valentía del de Page & Plant, y también el de Soda Stereo y el de Zoé. Creo que porque ninguno de ellos es estrictamente un desenchufado.

 

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Dices que este disco no pretende ser un recorrido de tu carrera “equitativo y justo”. De hecho, has escogido cinco temas de tu etapa en Héroes del Silencio y cuatro de tu disco “Hellville de Luxe”, son los momentos de tu trayectoria más representados de este disco. ¿A qué se debe?
Sí, pero no hay ninguna canción de «Senderos de traición» (1990), por ejemplo. Tampoco de la etapa del Huracán Ambulante («Pequeño», 1999; «Flamingos», 2002; «El viaje a ninguna parte», 2004). Me di cuenta y no le di ninguna importancia, porque mi propósito no era recopilar nada. Quise hacer un disco nuevo, revistiendo algunas canciones que por distintos motivos me parecían interesantes para este proyecto, independientemente del origen de cada una de ellas. Es cierto que podría haber metido más de «Palosanto» (2013), pero me parecía que dos eran suficientes dado que era mi álbum más reciente y no quería que pareciera un apéndice de este. Por lo demás, las razones por las que está una y no otra son estrictamente musicales.

 

¿Sufres por los discos descartados, o está exactamente todo lo que querías plasmar?
Sé que hay quien piensa que algunas canciones tipo ‘Lady blue’ no deberían faltar, pero también sé que hay quien se alegra de que no sea así. Yo creo en lo que hago como mejor opción. Podría hacer otra selección que satisfaga a fulanito, pero dejaría de satisfacerme a mí. Así que no, no lo siento por los discos menos favorecidos. Son discos que por otro lado considero suficientemente documentados.

 

Has comentado que este disco está compuesto por canciones que te apetecía revisitar. ¿Las segundas visitas son más difíciles que las primeras?
Sí, claro. Queda la duda de si estás faltando al respeto al espíritu de la versión original, si es que algo así existe. Pero no busco mejorar una canción que considero estropeada o que envejeció mal, creo que son canciones que aceptan una revisión dentro de mis parámetros actuales.

 

Carla Morrison, León Larregui, de Zoé, Pepe Aguilar… La mayoría de los colaboradores de este disco son músicos mexicanos. ¿Es fruto únicamente de la amistad, de la casualidad, o hay un acercamiento más profundo a la música mexicana que al resto?
No pensé en términos de pasaporte. Pensaba en artistas que pudieran aportar a determinadas canciones, independientemente de su lugar de nacimiento. Si hubiera pensado de manera (otra vez) justa y equitativa, habría buscado a un colombiano, un argentino, un chileno… Uno de cada país, ¿no? Mi acercamiento a la música latinoamericana es serio. He colaborado con músicos y he grabado folclore tradicional de todo el continente («Licenciado Cantinas», 2011). Mi conexión con esta tierra es importante. Soy lo que soy porque amo América, le pese a quien le pese. Y volviendo a tu apreciación, que es muy interesante, nunca vi la selección de colaboradores como el festival de Eurovisión, no iba a seleccionar a un «representante» de cada país. Porque los músicos no representamos nada, o más bien lo representamos todo.

 

 

El punto español lo pone la colaboración de Vetusta Morla. ¿Qué os une, además de una amistad?
Lo que más me apetecía con Vetusta era quitarme una espinita que llevaba clavada desde hacía un par de años o tres. Teníamos pensado grabar algo juntos y por circunstancias mías frené ese proyecto, así que vi esta como una ocasión fantástica para juntarnos. Creo que nos unen muchos aspectos, en el fondo y en la forma.

 

Ellos te acompañan precisamente con la canción más antigua de tu repertorio en solitario, ‘Planeta sur’. Tiene un aire inicial algo country, está a años luz de la original, mucho más electrónica. ¿Con qué traje la encuentras mejor?
Ahora estoy muy enamorado de esta versión con los Vetusta. Creo que han hecho un gran trabajo. Y los arreglos confunden menos al contenido del texto. Es de mis canciones preferidas del disco.

 

Me gustaría preguntarte por el tema inédito, ‘Dos clavos a mis alas’. Muchos artistas incluyen un tema inédito o nuevo en sus discos en directo, quizá porque es reciente y les eriza especialmente la piel, o porque ven el momento de encajarlo después de descartarlo de discos anteriores. Sin embargo, no siempre ese tema envejece tan bien como el resto de los escogidos, por eso me parece especialmente difícil elegir ese tipo de canciones. No sé si opinas lo mismo.
Entiendo lo que dices. Veremos qué ocurre con «Dos clavos a mis alas». Llevaba mucho tiempo queriendo grabar la canción en alguno de mis últimos discos, pero no me parecía que cupiera dentro de los conceptos de “Hellville de Luxe» (2008), «Las consecuencias» (2010) o «Palosanto» (2013). Y menos aún en «Licenciado Cantinas». Había una demo que circulaba por ahí entre los fans más completistas. Y la habíamos tocado un par de veces en directo. Así que sé que para algunos va a ser una alegría encontrársela por fin en registro oficial.

 

¿Por qué tomaste la decisión de no hacer ninguna versión?
Porque no me parecía oportuno después de haber grabado recientemente un álbum entero de «covers». Prefiero priorizar mi propio material.

 

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“Sé que hay quien piensa que algunas canciones tipo ‘Lady blue’ no deberían faltar, pero también sé que hay quien se alegra de que no sea así. Yo creo en lo que hago como mejor opción. Podría hacer otra selección que satisfaga a fulanito, pero dejaría de satisfacerme a mí”

 

“Espero que la policía de lo correcto se quede en casa, y se me permita la licencia de ser libre”, comentas en la nota de presentación del disco. ¿Aún sientes que hay quien te mira con lupa y pretende que te ciñas al camino estrecho?
Todos tenemos a nuestro Peñafiel resoplando en la oreja. El que es más monárquico que el Rey o más papista que el Papa o más rockero que Jerry Lee. Ya sabes que a los fundamentalistas no les gusta mucho que se modifique ni un ápice de lo que ya conocen y disfrutaron en el pasado. Son conservadores por definición. Y defensores a ultranza de los estatutos del Antiguo Régimen.

 

Sin embargo, para muchos músicos tú encarnas un ejemplo de la libertad más absoluta a la hora de la creación. No sé si, a lo largo de tu carrera, hubo un momento significativo en el que decidiste salirte del margen.
¿De verdad? ¡Qué ganas de abrazarlos a todos! Las decisiones que tenemos que tomar los músicos a cada paso pueden desviarte de tu camino fácilmente. Algunas veces no hay que darse tanta importancia y otras es sustancial echar el freno y no aceptar propuestas que no cuadran con tus parámetros básicos. El budismo te enseña a ser duro y flexible como el junco. Duro para no romperte y flexible para amoldarte. Esa lección, que me la sé en teoría pero que no es fácil de aplicar, la considero sustancial y básica. También considero importante rodearte de un buen equipo, de compañeros de viaje que de verdad comprendan y respeten algunas decisiones, por incómodas que parezcan a primera vista. Y hay que tener en cuenta sobre todo que muchas decisiones no obtienen ningún beneficio aparente, pero te hacen sentir en la gloria.

 

Hace escasas semanas se puso a la venta la reedición de “Senderos de traición”, que acaba de cumplir 25 años. En las entrevistas de promoción, Joaquín y Pedro han reiterado su predisposición para salir a la carretera y resucitar el grupo. ¿Cómo acoges esas declaraciones?
Tengo que tener mucha cautela al responder a determinadas preguntas. No debo alimentar falsas esperanzas entre los fans, ni desviar el foco del motivo real de esta entrevista.

 

En octubre se ha publicado el libro de fotografías “Bunbury, en plano secuencia”. Las imágenes captan una energía apabullante, pero también muestran otra cara, la del héroe solitario frente al público masivo. Aunque esté tu banda, y los invitados de la gira, el libro me transmite mucha soledad. Hay una mirada casi triste en varias fotografías del libro. En ese sentido, me llama mucho la atención la fotografía de las páginas 44-45, donde pareces mirarte al espejo, tal vez antes de salir a escena. Esa mirada, casi triste, la capto en varias imágenes del libro. No sé si es una sensación certera o equivocada…
No sé. Seguro que tú ves algo más de lo que desde dentro uno mismo aprecia. Pero, en mi opinión, en el libro veo a una familia formada por músicos y técnicos. Quizás falte una parte que no aparece en las fotos pero de la que se habla en el texto de Silvia Grijalba, que es la familia de sangre, que también me acompaña en gira y es parte fundamental de este camino que recorro.

 

Después de la publicación de este disco, has anunciado que harás una gira. ¿Andas preparando algún otro proyecto?
Tengo el próximo disco muy avanzado. Podría haber entrado a grabar ya. Pero el «Unplugged» me da la oportunidad de plantearme el siguiente proyecto con calma y espero grabar el año que viene.

 

 

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