El telegrama que Neil Diamond le envió a Manolo Sanlúcar

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«Otros artistas también se pronunciaron por Manolo. Hay “quotes” similares de Roberto Carlos, Albert Hammond y John McLaughlin»

 

 

Un hallazgo fortuito, “desclasificado” ahora diez años después, que prueba la eficacia que el telegrama tenía en 1975 como fluido sistema de comunicación entre músicos y sus benefactores discográficos. Una historia con Neil Diamond de protagonista involuntario.

 

Texto: GERNOT DUDDA.

 

 

A estas alturas me sigue costando valorar la historia. No sé si su posible interés está en el objeto en sí, en la forma en que cayó en mis manos, en la mezcla de ambas o en el descubrimiento del interés creado (inocente de mí) que se terciaba tras el hecho de que alguien como Neil Diamond mandara un telegrama hablando precisamente de Manolo Sanlúcar.

El caso es que en febrero de 2003 yo llevaba ya casi un año ocupando un despachito de promocionero fino de la poderosa Sony Music –gestionaba el producto más especializado y el jazz, con acceso a los suculentos sellos Legacy, CTI y el fondo de catálogo de la casa–, que incluía tan inabarcable extensión con sus fecundas ramificaciones de producto CBS y Epic. Era la novena planta del número 93 del Paseo de la Castellana madrileño. Un sitio con leyenda.

Un día se me ocurrió mover una estantería para conectar unos cables del equipo de música y ahí estaban, con pelusas talla XL pero impecables: cinco carpetas de cartulina color azul clarito, repletas de papeles que por el contenido debían de llevar allí al menos veintiocho años. Habían sobrevivido a las decenas de inquilinos distintos que habrían pasado por ese mismo despacho en todo ese tiempo. También debieron de superar al menos una mudanza: cuando en 1970 se fundó la sede española de la rama musical de la Columbia (la CBS, vaya), esta se encontraba en la Torre de Madrid, en el número 1 de la calle Princesa.

A estas alturas no he conseguido analizar a fondo el contenido completo de las carpetas, pero guardaban todo el papeleo de la promoción local e internacional de “Caballo negro”, el trabajo que Manolo Sanlúcar publicó en 1975.  Había de todo: actas de reuniones, esbozos de presupuestos y notas de gasto con cantidades anotadas a boli, planes de promoción, informes de las “tocadas” radiofónicas y televisivas, cartas escritas a mano y mecanografiadas, “newsletters” (de la época, en papel) con noticias periódicas de los lanzamientos de CBS, hojas promocionales (con el encanto gráfico de entonces), fotos en blanco y negro… Arqueología profunda, ahora que nuestra vigente era de internet, e-mails desbocados y teléfonos móviles ha condenado al olvido la letra manuscrita y mecanografiada, y los hábitos de la mercadotecnia disquera han cambiado radicalmente. Para bien y para mal.

 

 

Y, sorpresa sorpresa, también había telegramas. ¿Cómo? ¿Telegramas? Sí, por lo visto el hallazgo me reveló, cual piedra de Rosetta, que debía de ser una práctica común en los departamentos de márketing el requerir opinión de otros músicos importantes de la discográfica sobre colegas que en ese instante se hallaran en campaña. Es una herramienta al alcance de la discográfica y por lo tanto perfectamente lícita. Dejando la naturalidad y la espontaneidad al margen, no niego que entre los músicos en cuestión haya podido mediar cierto conocimiento mutuo, que se hayan visto en alguna ocasión, que hayan compartido alguna comida o cena, o coincidido fugazmente en salas de espera de aeropuertos o en camerinos durante soporíferas entregas de premios, pero en el caso de Neil Diamond hay al menos una foto que atestigua que Manolo Sanlúcar sí llegó a tocar delante suyo (aunque fuera para la foto). En casos menos afortunados, el jefe de producto habrá tenido que hacer sus deberes mandando al representante (del músico internacional en cuestión) una copia del último disco (del músico local) para que pudiera opinar con cierto conocimiento de causa.

En el mundo del cine estas opiniones se llaman “quotes” y se utilizan como gancho destacado en los anuncios de prensa y de TV, pero los escriben gustosamente los periodistas y van por supuesto firmados por ellos (en nombre también del medio para el que trabajan o colaboran). En la música su valor parecía tenerse en cuenta solo cuando era otro músico el que opinaba, y desde luego una hoja promocional vestía y mucho si venía acompañada del “quote” escrito por un colega importante, del que luego todos los medios de comunicación acababan haciéndose eco.

Y el “quote” que Neil Diamond escribió sobre Manolo Sanlúcar decía lo siguiente: “Manolo Sanlúcar hace cantar su guitarra como ningún otro guitarrista de los que he escuchado. Su música puede hacer llorar al que le escucha. Esto es el máximo atributo en un artista y Manolo Sanlúcar lo ha conseguido. Con mis mejores deseos. Neil Diamond”.

 

 

 

El telegrama está enviado desde Los Ángeles y recibido en Madrid el 4 de Abril de 1975, dirigido a José Luis Gil [en la foto con Diamond], responsable del producto internacional de CBS por aquel entonces.

Otros artistas también se pronunciaron por Manolo. Hay “quotes” similares de Roberto Carlos, Albert Hammond y John McLaughlin (este último por carta, con una impecable y modélica cortesía en la que llegaba a disculparse por el retraso –que se debía a una larga gira– y confiando en que lo escrito fuera lo que ellos necesitaban).

La correspondencia analizada en las carpetas encontradas prueba lo mucho y bien que los responsables de CBS se lo curraron para intentar que Manolo Sanlúcar fuera el siguiente guitarrista español –tras la senda de Paco de Lucía– en ser reconocido en el extranjero. El propio Tomás Muñoz, director general de la compañía, escribió personalmente a sus superiores de la “home office” para pedirles que consideraran a Manolo como uno de los músicos elegidos para tocar en la convención mundial de CBS, que ese año tenía lugar en Toronto.

Hay mucha correspondencia con un tal Tatsuya Nozaki, colega de la CBS/Sony japonesa, al que le piden desde España que publique sus discos en Japón y que abra negociaciones con promotores locales para poder llevar allí a Sanlúcar de gira. Sin embargo el nipón acaba contestando que lo lamentaba y que “el mercado para este tipo de música [el flamenco] es muy limitado para el Japón actual, y que ya hay suficientes lanzamientos para abastecerlo”. También hay una carta de Juan Orozco, de Orozco Guitars, importante lutier de Aranjuez con oficina en Nueva York, que se ofrece para intermediar [sin resultado] con la CBS japonesa. “Estuve visitando al señor Tatsuya Nozaki y aunque trataron de ayudarme lo más que han podido, he tenido el inconveniente de que Manolo no es conocido en el Japón, por no tener los discos a la venta aún. Las compañías que organizan conciertos no quieren promover artistas nuevos; no obstante he quedado de mandar a una de las agencias los tres álbumes que tiene Manolo editados en España (…). He estado viendo los discos de otros guitarristas flamencos, como Paco de Lucía, Serranito, Manuel Cano, etc., y se venden en casi todas las tiendas de Japón”.

Han pasado justo diez años del hallazgo y me he creído ya facultado para “desclasificarlo” de mis archivos personales. No soy nada dado a la memorabilia, así que –volviendo al telegrama de Neil Diamond– se me ocurren de repente dos posibles opciones para su emplazamiento futuro: cederlo al Hard Rock Café para que lo cuelguen en sus paredes (siempre que paguen ellos el marco y coloquen debajo una placa con el nombre del donante), o regalárselo a Javier Márquez Sánchez, que es fan décimo dan del artista, a cambio de su última novela dedicada. Y esto último es lo que me hace más ilusión.

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