“El pájaro que trajo el fuego”, de Bambikina

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DISCOS

“Lo que hace la compositora y voz de Bambikina es estrujar la música popular, la que ha vivido siempre en el pueblo, hasta llegar a conseguir su esencia”

 

bambikina-el-pajaro-que-trajo-el-fuego-24-05-18

Bambikina
‘El pájaro que trajo el fuego’
MAD MOON MUSIC

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Lo que consigue Esther Méndez con la canción tradicional es apasionante. Quizás no a la primera escucha; pero dándole vueltas a las canciones, uno percibe que lo que hace la compositora y voz de Bambikina es estrujar la música popular, la que ha vivido siempre en el pueblo, hasta llegar a conseguir su esencia. Unos latidos de percusión ‘ado durante tres décadas a educar la voz de casi todos los cantantes españoles. Y sí, ha conseguido en Esther una voz personal que asume muchas texturas. En esta ‘La chamanita’ la de esas cantantes del cono sur en los años 70 que intentaban darle al folclore un aire comprometido. Violeta Parra, por ejemplo. Y, alejándonos del aspecto vocal, asume la textura de todos esos detalles de cuerda que se van desgranando.

Es la suya una voz que va empujando las canciones, ‘Palomitas de caramelo’, por ejemplo, y hace que segundo a segundo crezcan, tomen electricidad hasta un final en que son casi necesarios esos coros espectrales que aparecen en ‘Noche glacial’ —con Alberto Jiménez, de Miss Caffeína— o en ‘Serrana de la Vera’ —no en vano Esther es extremeña de Jaraiz de la Vera—, con una oscuridad que reinventa la canción popular sobre un triste episodio de nuestra memoria histórica.

En las letras refleja tiernas historias de soledad, como ese anciano de ‘Hola’ que envía saludos al espacio, amores despechados y un imaginario extraído de antiguos romanceros. ‘Oración’, por ejemplo, es una emocionante súplica a la madre del hijo que ha de partir, antiguas gestas que poco a poco también van tomando impronta épica y una trompeta que es el culmen de la melancolía. Trompeta que también sostiene ‘Trabalenguas’, que conserva toda la esencia de la canción popular sin acogerse a ninguna plantilla regional, solo con descaro o sencillez, o que recuerda a esos vientos del ‘Alone again’ de Love en ‘Sangra graná’ una maravilla andalusí, un cuento mágico y lírico que no desentonaría en el repertorio de Triana.

Hay momentos para el pop como en ‘Aún es pronto’ y una delicia final, ‘Paloma negra’, una ranchera abolerada que convierte a Esther Méndez en una joven gran dama de la canción, como María Dolores Pradera, como Chavela. Quizás en su voz no haya el poso de vida y de dolor de las citadas, aún le queda recorrido. Lo que sí que hay es un impresionante dominio técnico y una emoción que no sabe contener.

Anterior crítica de discos: ‘Campos de colores’, de Incompetencia (The INC).

 

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