“El largo y tortuoso camino”, de Rubén Pellejero y Christopher

Autor:

LIBROS

Un gozoso viaje a una Ítaca soñada”

 

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Rubén Pellejero y Christopher
“El largo y tortuoso camino”
ASTIBERRI

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Si hay alguien desconocido en el mundo para nosotros son nuestros padres. Cierto es que durante un buen puñado de años no nos separamos de ellos y que podemos hacer un recuento biográfico de su existencia. Pero el hecho cierto de que siempre sean mayores que nosotros, nos lleva a olvidar estúpidamente –o a ver como un absurdo— que también fueron jóvenes. Sí, de acuerdo, en los mejores casos las reuniones familiares despliegan un buen montón de anécdotas, pero únicamente es la cáscara exterior. Las pasiones, los deseos, los impulsos, nunca los llegaremos a conocer. Y esto lleva a la paradójica circunstancia de que seguramente unas personas que nunca hemos visto ––amigos de su juventud— tienen una idea más cabal de quiénes fueron nuestros padres.

Este hecho es el que descoloca a Ulysse —significativo nombre—, el hijo de Lucien, bien entrado en los cuarenta, al que se le ha muerto su padre y su matrimonio. Lucien —recto alcalde de un pueblo francés— pide que esparzan sus cenizas en la isla de Wight. Para ello le envía una carta, una caja con mapas y casetes antiguos y las llaves de su vieja furgoneta Wolkswagen. Así que, no del todo convencido pero instigado por su tía, Lucien aposenta la urna en el asiento, y parte para hacer la misma ruta que siguió su padre.

De golpe, Ulysse ve en una terraza de Montpellier a tres ancianos con camisetas juveniles que estaban en el entierro. Primera sorpresa: el grupo de rock de su padre. A partir de aquí, las parten todos juntos, mientras el asombro y el pasado no se detienen. Ciudad a ciudad, vamos asistiendo a un buen puñado de flashbacks en los que aparecen librerías libertarias, huidas, grandes amores y el macroconcierto en el que, como todos los jóvenes, su padre vino a llevarse la vida por delante. Mientras tanto, Ulysse reordena su vida en un viaje iniciático de madurez con sorpresas finales. Lo curioso es que el tono cromático del presente suele ser sepia, mientras que el pasado está henchido de color.

Cosas del gusto de Rubén Pellejero por darle significado a los filtros. Pellejero, autor de obra larga y actualmente dibujante oficial de Corto Maltés, que es admirado por este cronista desde que en los lejanos ochenta leía en la revista “Cairo” las aventuras de Dieter Lumpen, resulta aquí más costumbrista que en el grueso de su producción. Deriva esta atención a la calle seguramente del guion del inglés, aunque criado en Francia, Christopher, al que conoce por casualidad y con quien decide colaborar. Es él también quien define la banda sonora, porque cada uno de los cuarenta y cinco breves capítulos lleva como lema una canción de esa frontera entre los sesenta y los setenta. Alimento, pues, para todos los sentidos: la cuidada edición, lo acogedor de las viñetas y la variedad de las canciones —que es conveniente escuchar a la par que se lee— conforman un gozoso viaje a una Ítaca soñada.

Anterior crítica de libros: “Te potaría encima. Sick on you”, de Andrew Matheson.

 

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