El disco del día: Los Tuercas

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«Han sacado los acordes precisos para ser los actuales adalides de un rock callejero y saltarín: una guitarra que tiene la última palabra y unas letras llenas de descaro de extrarradio, algo así como el punto de equilibrio entre Burning y Tequila»

Los Tuercas
“Los Tuercas”
FLOR Y NATA

 

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 
Parte de la gracia de atender a la crítica de discos estriba en recibir en casa grabaciones de grupos que no están en tu horizonte de expectativas y que sin embargo, al colocarlos en el reproductor, te proporcionan esa sensación de deslumbrante impacto que poco a poco –y lamentablemente– se va desgastando con los años. Es lo que me sucedió con Los Tuercas, trío habitual del área de Valencia pero poco presente en otras zonas. Fue poner a sonar el disco y descubrir que había algo en este su segundo elepé, aunque no destacase por defender propuestas musicales extremas; más bien se trata –parafraseando una categoría aplicada en los primeros 80 al pop– de “rock por la cara”, sin complejos.

Los Tuercas han cogido una guitarra y han sacado los acordes precisos para ser los actuales adalides de un rock callejero y saltarín, una guitarra que tiene la última palabra y el último riff –‘El veneno de Yoli’ es un modelo de cómo poner la piel de gallina con tres punteos–, y unas letras llenas de descaro de extrarradio, algo así como el grupo que en 1978 hubiera significado el punto de equilibrio entre Burning y Tequila; de los primeros deriva ‘Tony S’ (¡Dios, si parece cantada por Pepe Risi!) y de los segundos ‘El blues de la señorita Martínez’. Pero ya desde la primera del disco, ‘Ford robado’, se percibe la solvencia y elegancia de un conjunto que vibra, que cuida la línea melódica y que posee ese extra que no se sabe de dónde procede.

Son herederas las canciones, cierto es, de más referencias; musculosas y precisas guardan evocaciones del rock argentino –incluso el deje al entonar–, Mermelada, Los Del Tonos, Los Ronaldos e incluso la nueva ola madrileña de sacudidas más eléctricas. Y así se van desgranando cortes como ‘Tempestad’ –su cara sentimental, el corazoncito que siempre surge en este tipo de grupos–, ‘La perla del Caribe’, un suburbial repaso a la señora que gasta y gasta en las tragaperras –adictivo el estribillo como poco– y sobre todo la versión que no me quise creer, la referencia undécima del disco, venía escrito en la contraportada ‘Te estoy amando locamente’ y estuve esperando por ella hasta el final. Bien, la llevan a su terreno con una base rockera y salen todo lo airosos que pueden salir. Los Tuercas –y es un elogio supremo– son la perfecta música de autos de choque.

Anterior disco del día: The Plimsouls.

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