El disco del día: Lidia Damunt

Autor:

«Rock and roll primitivo, folk enchufado de nervio, literatura psicodélica. Y una voz tan bella como extraña e indómita»

Lidia Damunt
“Vigila el fuego”
AUSTROHÚNGARO

 

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.
 

 

Debo confesar que cuando el “Fotopress” de EFE EME nos pedía elegir entre La Mala o La Bien Querida, pensé en la opción tapada: Lidia Damunt. Por desgracia, sus dos primeros discos en solitario, publicados en 2008 y 2009 por Subterfuge, no tuvieron una repercusión acorde con su contenido. Así que mejor empezar por ahí. Amigo, si pasaste de “En la isla de las bufandas” y “En el cementerio peligroso”, acude a ellos y disfruta. Ambos trabajos deslumbran por el sugerente imaginario de la cantante y guitarrista de Hello Cuca. Rock and roll primitivo, folk enchufado de nervio, literatura psicodélica. Y una voz tan bella como extraña e indómita. Como Wanda Jackson relatando “Alicia en el país de las maravillas”. Pero entre La Manga del Mar Menor, Mojácar y el Museo de Historia Natural.

Atrás quedan los personajes de aquellos cuentos (Tormina, Frau Ursula Kimmel, Kanel y Vanilj), aunque permanece la visión de Lidia. Cada vez más contemplativa y profunda. En parte gracias a su actual residencia en la tranquila Suecia. De las derivas por los bosques salen canciones como ‘Esperándote’ o ‘Vigila el fuego’. Este álbum también es el más pop de su carrera. Y aquí topamos con Hidrogenesse, que se implican en el ropaje de las composiciones y en la producción. Un dato corriente, si no fuera porque esos roles los ocuparon Jorge Explosion y Mike Mariconda en el lanzamiento anterior. Otro valor añadido: Lidia rompe absurdos encajonamientos de tribu.

Los temas mantienen la base acústica, pero Genís Segarra les da cuerpo con arreglos sutiles (pianet, piano amplificado, autoarpa). Un paso evolutivo notable en las formas habituales de la cantautora murciana. Al final, Lidia aumenta la paleta de colores y redimensiona sus mundos. Burbujeantes fábulas de trovadora solitaria. La isla sigue siendo la metáfora preferida de sí misma (‘Lengua de lava’, ‘Somos islas mágicas’). ‘La vida en un hilo’ es una reflexión aguda sobre el destino, al tiempo que sirve de homenaje a la obra de Edgar Neville. Y para audacia, el metadiálogo que plantea entre autora y lector en ‘La escritora’, jugando de manera poética con el espacio, el tiempo y las consecuencias. En fin, esas cosas las hacía Unamuno y nos sorprenden porque escasean en nuestro pop.

En ‘Edificios con vistas al mar’, Lidia lamenta las aberraciones urbanísticas en La Manga. La pieza más larga del disco y, quizá, la más sobrecogedora. Hermosa, hipnótica y desconcertante. Minimalismo inteligente. Como ‘La carta’, donde se suelta con madejas de guitarra eléctrica impropias de su pasado punk. Como broche, una excelente adaptación del ‘Sweet dreams’ (‘Sueño contigo’) de Patsy Cline. Para los conciertos, Lidia Damunt recurre a sus compañeros de Hello Cuca, a los que rebautiza como Doble Dinamita. Cojamos su ola.

Anterior disco del día: Patti Smith.

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