El disco del día: Daniel Cros

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«La trompeta que abre y cierra el disco anuncia que vamos a encontrarnos con un repertorio callejero, arraigado al suburbio y con olor de mar»

Daniel Cros
«Aquello era entonces, esto es ahora»
ROSA AZUL

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Es curiosa la evolución de la larga carrera de Daniel Cros, paralela en parte a la de Juan Perro, a la que se acerca también en sus presupuestos. Fundó en los primeros ochenta Brighton 64 –aunque abandonaría enseguida el grupo–, participó tras ello en bandas aún recordadas en Barcelona y de muy hermosas canciones  –El Clan Destino o El Instante– y su estancia posterior en el Taller de Músics le hace interesarse por la samba o el jazz. Pero es su estancia en Cuba la que le conduce hasta cadencias de son o de bolero; así, poco a poco,  hasta llegar a éste su séptimo disco.

Desde parámetros algo más abiertos que en sus anteriores trabajos, no solo intenta reconstruir una tradición caribeña, sino que todo apunta, desde diversas maneras, a la tradición popular; la trompeta que abre y cierra el disco anuncia que vamos a encontrarnos con un repertorio callejero, arraigado al suburbio y con olor de mar; y así, desde la milonga que abre el disco bajo el bonito nombre de ‘Fortuna de haberte conocido’, va a reconstruir géneros de corazón tradicional.

Despliega así un single –‘Palante’– que es pura rumba de Barcelona, un chachachá que es ‘Una noche oriental’ y un buen torneado pasodoble, con vientos caracoleando, que atiende por ‘Como caído del cielo’. Y sobre todo el son. Con la ayuda de Juan Angá, ‘El indio’, el en todos los sentidos enorme salsero cubano, borda ‘Sangre del sur’, una historia de las aristocracias de barrio y en ‘Ya no muero por ti’ se acerca a esa olvidada salsa erótica de los noventa.

Pero aún queda espacio para el lirismo, en ‘Nada volverá a ser lo mismo’ y ‘Siempre es demasiado tiempo’ se recrea en las cadencias melódicas y en las imágenes de un amor ligero y exótico que pueden adornar a un Petisme; pero es en ‘Tinta invisible’ donde la palabra da lo mejor de sí misma y expande su aroma, un perfumado lirismo y una sencillez de barro que hacen recordar sobremanera a Silvio Rodríguez; y no desmerece, es una impresionante canción con hondas bocanadas de inocencia y delicadeza. Lástima de esa tacha de la voz que no puede llevar a las canciones a su cumplida, emocionante, resolución. Daniel Cros no les hace justicia a sus propias canciones, que en versión de alguien que las sembrase de emotividad se convertirían en simplemente perfectas.

Anterior disco del día: Maga.

 


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