El Club de las BSO: Nuevos compositores en el panorama cinematográfico

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“En ‘El rostro de un ángel’ Escott demuestra manejarse muy bien en ese alambre que separa a la música puramente clásica y la que utiliza elementos más modernos y electrónicos. Con ello consigue una música que se adapta maravillosamente al estilo de historia y la fotografía que tanto caracteriza a Winterbottom, con un tono grave, pero delicadamente poético y muy humano”

 

Son responsables de la banda sonora de títulos muy diversos, pero tienen algo en común: no llevan mucho tiempo en el género, aunque algunos llegan pisando fuerte. Fernando Fernández nos habla de la música de “Victoria”, “El rostro de un ángel” o “Black mass”.

 

 

 

Una sección de FERNANDO FERNÁNDEZ.

 

 

 

La semana pasada comentaba que iba a aprovechar los estrenos para hablar de varios nombres que han aparecido recientemente en el panorama audiovisual, compositores que provienen del campo de la música más electrónica y de producción. Sin embargo, hay mucho espacio y muchos estilos que ya conforman lo que denominamos música para cine. Entre esos estilos, los compositores más cercanos a un sonido electrónico y ambiental han encontrado su mejor lugar en el cine independiente, especialmente en el que retrata temas modernos y actuales y de carácter dramático o introspectivo. Una visión diferente, y en muchas ocasiones más interesante de lo que a priori podía parecer. Aquí hay algunos ejemplos.

 

 

“Victoria”, música de Nils Frahm

 

Primero me voy a centrar en el título que probablemente llame menos la atención del gran público. “Victoria” es una de esas películas cuya promoción se centra más en la factura técnica de la película que en lo que realidad cuenta. La película nos muestra durante dos horas todo lo que le pasa a Victoria, una chica española que se acaba de mudar a Berlín. La cámara es la testigo de dicha historia, cuando conoce a tres amigos para los que la noche acaba de empezar y que prometen enseñarle el Berlín de verdad, desencadenando toda una serie de trágicos sucesos. Y todo ello contado en una sola toma y sin cortes. Un intento de hacernos sentir más parte de la historia y convertirla en más real.

Sin embargo, la película no pretende ser un documental ni una de esas cintas en la que alguno de los protagonistas está rodando la historia, algo que beneficia al ritmo y al interés de la trama. Uno de esos elementos es la atmosférica y evocadora música de Nils Frahm. El berlinés es un conocido músico y productor que cuenta con una amplia obra en solitario y junto a otros colaboradores, uno de esos músicos que antes o después debía llegar al cine.  Aquí está su primer trabajo, una banda sonora que escuchada en aislado y sin conocer la película puede hacernos pensar que la historia es más un triste drama familiar que una película moderna y directa. Y es que la música de Frahm, con su habitual piano, busca más crear un cierto tono ambiental oscuro y dramático. Un cierto trasfondo gris de esa juventud con pocas ideas de futuro claras, buscando sólo “el momento”, pero dejando un cierto espació a cierta luz que ilumine esas vidas. En este sentido la música de Frahm no se limita a la electrónica y el piano. Guitarra, y especialmente el chelo y el violin son elementos fundamentales de la música, todos ellos con presencia solista y que complementan los sonidos de la partitura, con momentos más oscuros y duros como ‘In the parking garage’, claramente ambientales. Pero cuando los instrumentos solistas hacen su aparición proporcionan una cierta “voz humana” a esta historia urbana y moderna. Además, busca que los instrumentos tengan un sonido desgastado, frágil y ligeramente fuera de su tono limpio y claro habitual. El chelo de ‘Our own roof’ o el piano the ‘A stolen car’ siendo los mejores ejemplos. Una buena muestra de cómo crear una composición atmosférica y ambiental, pero sabiendo proporcionar un cierto tono humano, a una historia con personajes y con decisiones complicadas.

 

 

“El rostro de un ángel”, música de Harry Escott

 

Aquí llegamos a una, sin embargo, que a priori es tremendamente típica. Cuenta cómo una joven es acusada, junto a su novio, del asesinato de su compañera de piso, mientras el caso es investigado por una periodista y por un cineasta como un posible proyecto. Esto es hasta que nos enteramos que la película nos está narrando el caso real que hace algunos años se convirtió en un auténtico espectáculo de masas a través de los medios de comunicación, cuando Meredith Kercher una estudiante inglesa fue asesinada durante su estancia en Italia. Supuestamente por su compañera de piso a la que se declaró culpable… para posteriormente ser declarada completamente inocente en la apelación. Si además es el británico Michael Winterbottom quien se encarga de contarnos dichas historia, podemos estar seguros que su mirada va a centrarse en otros intereses y en los personajes que en la propia trama.

Winterbottom es un director tremendamente visual, y muy interesante cómo consigue encontrar en todas sus historias ese “algo más que contar”. Y suele hacerlo a través de sus personajes. Para ello la música es un elemento que cuenta con una presencia especial y destacada en sus películas. Michael Nyman ha sido capaz de mostrarse como un compositor cinematográfico mucho más en sus películas que en los títulos más conocidos del propio compositor, en los que se aprecia más su música como un elemento más que como parte de la cinta. Winterbottom ya no trabaja con Nyman, pero si últimamente con un compositor joven y con bastante personalidad como Harry Escott. Ya colaboraron juntos en “Un corazón invencible”, y aparte ha dejado muestras de su estilo en títulos de prestigio como “Shame”, “Hard Candy” o “Welcome to the punch”. En esta ocasión Escott muestra su capacidad para adaptarse al estilo emocional y poético del director, aplicando ese estilo a su música.

La música de Escott parece seguir una premisa muy parecida a la del titulo que comentaba anteriormente, aunque con mayor presencia y peso tanto de la instrumentación acústica como de la electrónica, pero la carga emocional y poética de la música es mucho mayor. Donde Frahm es más frío y distante, Escott es más humano y trascendente, apoyando la línea central de la película en donde se busca más hablar de la vida y la muerte de las personas que en descubrir a ningún asesino o gran verdad. La música es la compañera de viaje de ese director de cine sin ideas, que descubre que hay temas más importantes que la trama comercial de una película de éxito.

La partitura se encuentra cargada de momentos y piezas dramáticos que proporcionan esa mayor sensación de emoción, gracias a los bonitos pasajes en cuerda que pueden disfrutarse en ‘It makes me sick’, ‘A spirit worthier than mine’ o ‘Full of atmosphere’. Ese tono se hace aún más emocionante cuando los temas principales son delicadamente dibujados por las notas del piano en ‘Up and down’, especialmente en las piezas destacadas de la partitura en que se conjuntan todos los elementos acústicos (cuerdas y piano) para cerrar el viaje y la historia como son ‘Un bel casino’ y especialmente ‘Fellinia’. Escott demuestra manejarse muy bien en ese alambre que separa a la música puramente clásica y la que utiliza elementos más modernos y electrónicos. Con ello consigue una música que se adapta maravillosamente al estilo de historia y la fotografía que tanto caracteriza a Winterbottom, con un tono grave, pero delicadamente poético y muy humano. Toda una demostración de la capacidad del joven compositor.

 

 

“Black mass”, música de Tom Holkenborg

 

La gran mayoría de los nuevos compositores parecen centrarse en películas de carácter más independiente o alejadas de los grandes espectáculos de reparto y tramas hollywoodienses, pero este carácter también se encuentra presente en títulos de este estilo. Esta semana por fin se estrena en nuestras pantallas uno de esos títulos de los que se ha hablado mucho, principalmente por el estupendo protagonista, muy alejado de sus papeles habituales, que Johnny Depp realiza encarnando a Billy Bulger, un famoso asesino y colaborador del FBI que terminó aprovechándose de estos para convertirse en uno de los mayores gangsters de Boston.

En el apartado musical se encuentra tal vez el nombre más conocido de los que hablamos esta semana, Tom Holkenborg, al que algunos siguen conociendo por su alias Junkie XL. Es uno de los miembros destacados de esta última generación de compositores, principalmente por su labor en grandes taquillazos como “Mad Max: Furia en la carretera”. Curiosamente un compositor que a priori podría haber elegido el camino directo y exagerado del sonido Hollywood, realiza el que probablemente sea uno de sus trabajos más atmosféricos y dramáticos de su carrera. Desde el inicio, Holkenborg nos sumerge en un mundo oscuro, dramático y sin capacidad de redención alguna, y un protagonista que a pesar de ello no podemos dejar de verle como un ser humano. Para ello compone un tema principal con una presencia destacada en las cuerdas (especialmente violin y chello), y que queda dibujado desde el inicio en los ‘Opening title’. Dicho tema captura idealmente captura la desgraciada y ecléctica figura de Bulger, consiguiendo no glorificar en absoluto sus acciones o figura, pero siempre presente en momentos como ‘Boston crime lord’ o ‘Did you ever see whitey bulger murder anyone?’.

Pero es el tema del otro protagonista, el agente John Connolly, el que termina protagonizando este viaje con una melodía que parece empezar en los tonos más bajos, para comenzar a alcanzar los más altos sin conseguirlo y retornar a esos tonos graves. Una persona que parece querer salir de las profundidades en las que se encuentra, para volver a caer en ellas una y otra vez. Ese tema es el que dibuja algo más de emoción en una partitura que no olvida incluir la acción y el suspense en momentos como ‘Bulger burial ground’ o ‘Martorano’. Pero es sobre el tema de Connoly, en el que la partitura va aplicando una intensidad creciente que consigue por terminar convirtiéndolo en una auténtica elegía. Además es brillante cuando el compositor quiere destacar dichos elementos introduciéndolos en los instrumentos solistas, pero cuando alcanzamos el final en ‘You’ll be sorry’ o ‘Take care kid’ es imposible no sentir que hemos asistido a la historia de un personaje importante, con esas notas finales de órgano completando la transformación del tema de Bulger en una elegía real. Una partitura que proporciona la mejor muestra hasta ahora de Holkenborg trabajando como un auténtico compositor de cine, ajustándose a la necesidad y evolución interna de una historia en la que se desenvuelve, como puede apreciarse en la evolución de sus temas. Otro nuevo nombre que parece despegar por fin por su cuenta.

Aquí lo dejamos, con una selección más ambiental y atmosférico que en otras ocasiones. La semana que viene aprovecharemos para cerrar este mes de octubre con un poco de todo, y con algún nombre destacado.

 

 

Anterior entrega de El Club de las BSO: “Slow west” y “Marte”, música moderna para viajes de cine.

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