Discos: “Souvenirs”, de The Birkins

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“Un disco de abundancia estética y sonora, desde lo delicado a muros de guitarra, desde leves experimentos a lo clásico, pero en el que la suma de las canciones resulta lograda, incluso más, amena y excitante”

 

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The Birkins
“Souvenirs”
EL GENIO EQUIVOCADO

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Los canarios The Birkins en este su tercer elepé vienen macerados, su sonido sigue raspando un tanto al probarse, pero deja un regusto de transparencia, claro. Solera que van adquiriendo, ya no tienen un único e intenso sabor sino que dejan flotantes aromas leves pero muy bien conjugados. Su ideario estético sigue siendo el mundo francés de los sesenta, versión elegante, pero despuntan en el disco otras recreaciones, siempre rodeando el marco de lo sobriamente distinguido. Tomemos como ejemplo la que abre este “Souvenirs” y recibe el evocador nombre de ‘Arabian nights’, un cruce perfecto que crea ese ambiente sesentero, pero va también más allá: la voz grave y cierta psicodelia de fondo, la melodía reposada y el trabajo artesano, la llegada hasta los grupos de pop triste como Tindersticks o The Divine Comedy –que también están en la melancólica trompeta de ‘Souvenirs’- , todo ello perfectamente ensamblado. Así, con ese estribillo que absorbe todo como una esponja, demuestran su gusto por los espacios pequeños, por lo íntimo.

También está la moda de melodías orientales con regusto a sitar y voces graves y nostálgicas aparece en ‘Parthénope’, aunque afortunadamente todo ello no les hace dejar lo francés, como marca de fábrica. Y aunque está cantada en inglés, Sofa’ guarda ciertos fraseos que podrían firmar perfectamente Jacques Dutronc o Michel Polnareff. Incluso en ese arrebatado final esencialmente bailable a lo glam. En ocasiones son más ligeros, como en el single, ‘Fly Away, Fly High’, que se recrea en arreglos líquidos y sobre la que flota –igual que en la neblina de ‘Lying On My Bed’– la voz soleada y optimista de Cristina Santana.

Descaradamente variados, son capaces de imbuir ‘Rêve d’hiver’ de space-rock y recitado para una historia casi cósmica. O de ir construyendo poco a poco un tema más rockero, con piano -vuelven a tener a Rami Jaffee, de los Foo Fighters-, que se va abriendo a los Beatles y concluye con la batería básica de Ringo y la guitarra precisa de George. Talmente como una canción perdida del “Abbey Road”. Y para completar, los que acudan al single podrán escuchar la necesaria versión de Gaisnbourg, en este caso un ‘Ne dis rien’ que el francés perpetró para cantar con Anna Karina.

En definitiva, un disco de abundancia estética y sonora, desde lo delicado a muros de guitarra, desde leves experimentos a lo clásico, pero en el que la suma de las canciones resulta lograda, incluso más, amena y excitante, como un viaje por paisajes de diferente y bello calado.

 

 

Anterior crítica de discos: “Amy”, de Amy Winehouse.

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