Discos: «Ring ring», de Abba

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«De ‘Ring ring’ se puede decir cualquier cosa menos que es un disco aburrido. Los dos cerebros pensantes, curtidos en aventuras anteriores, sabían perfectamente lo que hacían y su religión era el pop, con mayúscula»

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Abba
«Ring ring. Deluxe edition»
POLAR/UNIVERSAL

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

A lo de ABBA se le etiqueta comúnmente como pop de laboratorio, término que pretende ser peyorativo por lo que tiene de producto diseñado desde coordenadas, digamos, científicas… ciencia al servicio del éxito pop, a la búsqueda del hit. Pero también podríamos pensar lo mismo de los gloriosos singles de Motown y no por ello dejamos de considerar sus canciones y producciones obras mayúsculas. Con ABBA podemos pensar lo mismo, por lo menos en los dos primeros tercios de su carrera, antes de que se edulcoraran en exceso y, entonces sí, buscaran abiertamente explotar la fórmula, recurriendo mucho más a la cabeza que al alma. Sin embargo, en origen fue un grupo que, como tantas formaciones de la época, partía de presupuestos Beatles para desarrollar una suerte de pop muy elaborado (fue como desarrollar aquellas enseñanzas que aseguraban que el estudio era un instrumento más) y que en su caso explotaría con ‘Waterloo’, canción perfecta con la que en 1974 ganaron el festival de Eurovisión y que lanzó al álbum del mismo título. Pero a Benny Andersson y Björn Ulvaeus, además, les obsesionaba el muro de sonido de Spector y las producciones de los Beach Boys. Es decir: sonido grueso en producciones superelaboradas y costosas. Pero ellos, suecos y sin presupuesto, encontraron en el ingeniero de sonido Michael B. Tretow un aliado que les ayudó a resolver pistas instrumentales dobladas para, con lo mínimo, y aprovechando incluso la vibración de la propia cinta en la que grababan, al ser unida con cinta adhesiva una y otra vez, lograr su sonido característico, compuesto por densas capas de instrumentos y de voces, superpuestas y enfrentadas. Puro bricolage musical a bajo coste, pero no por casualidad en Suecia se inventó Ikea.

También hay que destacar que Andersson y Ulvaeus lo tuvieron claro desde el primer momento: su intención era facturar música con la que poder triunfar en el mercado anglosajón, principalmente en Inglaterra. Pero tal cual. No se andaban por las ramas, y para ello decidieron que lo mejor era cantar en inglés, incluso, sin miramientos, no dudaron a lo largo de su carrera en registrar sus canciones en distintos idiomas que pudieran abrirles las puertas de otros mercados.

En todo caso, antes de que ‘Waterloo’ arrasara en Europa, hubo unos ABBA que, en un primer momento, no lo eran todavía: se trataba de la unión de Andersson y Ulvaeus, que ya habían grabado juntos, y de sus respectivas parejas sentimentales: Agnetha Fältskog y Anni-Frid Lyngstad, que mantenían carreras como solistas. Los cuatro resgistraron un primer elepé que publicaron como Björn, Benny & Agnetha, Frida, aunque poco después, uniendo las iniciales de sus nombres se rebautizaron ABBA, pero sin que hubiera interrupción: el proyecto siempre fue el mismo. Ese primer álbum (que tiempo después se rotuló con el nuevo nombre grupal) es el que ahora se reedita con algunos extras en edición «Deluxe» y con el añadido de un deuvedé.

En su estreno, de 1973, el grupo ya desplegó todos sus poderes: grandes melodías adherentes (‘Ring ring’), baladas folk (‘Disillusion’, con unas guitarras que remiten a los punteos de Harrison), temas pop festivos (‘People need love’, o de cómo llevar a los Beatles hasta el extremo), canciones livianas (‘Nina, pretty ballerina’) y algunas en las que brota sin complejos su facilidad para diseñar melodías que superan el tiempo (‘Me and Bobby and Bobby’s brother’, la muy british ‘She’s my kind of girl’) incluso certeras aproximaciones al glam correoso de la época (‘Rock’n roll band’). De este modo, de «Ring ring» se puede decir cualquier cosa menos que es un disco aburrido. Los dos cerebros pensantes, curtidos en aventuras anteriores, sabían perfectamente lo que hacían y su religión era el pop, con mayúscula.

Entre las rarezas que incluye esta edición, hay versiones en sueco, alemán y castellano de ‘Ring ring’ y un par de cortes estupendos que fueron caras B de singles: ‘Merry-go-round’ y ‘Santa Rosa’, ambos muy Beatles. También temas previos a ABBA, de los propios componentes del grupo o trabajando como productores, músicos de apoyo y compositores para otros artistas (rarezas interesantes principalmente para estudiosos de la obra del grupo). El deuvedé, excesivamente breve, es lo que menos juego da.

La verdad es que esto es pop comercial, sí, pero facturado con mucho ingenio y muy probablemente fue el paradigma del pop europeo durante unos años.

Anterior crítica de discos: “Las cosas que no vemos”, de Los Huéspedes Felices.

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