Discos: «The phoenix and the turtle», de Beverley Martyn

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«Ha estado en el epicentro de cosas muy interesantes y se nota: todavía hay algo que sabe retener de todo aquello»

Beverley-Martyn-28-07-14

Beverley Martyn
«The phoenix and the turtle»
LES COUSINS/RESISTENCIA

 

 

Texto: GERNOT DUDDA.

 

 

Las coordenadas que van desde su apellido de casada hasta los personajes y lugares habituales de militancia musical nos llevan ante un cacho de historia viva del folk británico de los años sesenta y setenta. Remarco lo de “viva” porque una coetánea algo más conocida que ella, Sandy Denny, no vivió más allá de 1978 para contarlo. Eso sí, las dos cuentan en su haber con un montón de rincones fascinantes en sus tortuosas carreras personales. Y la “hoja de servicios” de Beverley es, de entrada, igual de espectacular.

Comenzó en plan “jug band” con The Levee Breakers en 1965, pero no tardó en grabar por su cuenta ‘Happy new year’, de Randy Newman. Su “profesor” de guitarra fue nada menos que el fundador de Pentangle, Bert Jansch (ella aparece detrás en la portada del disco “It don’t bother me!”, de 1965). Participó en el álbum “Bookends” de Simon & Garfunkel. Estuvo en la troupe de su gira norteamericana, y luego Paul Simon la invitó a participar en el festival de Monterey de 1967. Se casó con el gran John Martyn, grabando con él en 1970 dos discos (“Stormbringer!” y “The road to ruin”), antes de seguir en solitario. Ha tocado y cantado con Levon Helm, Jimmy Page, Dave Pegg, Richard Thompson, John Renbourn, Ralph McTell, Davy Graham, la mencionada Sandy Denny. ¡Hasta Fatboy Slim reparó en que una de sus canciones (‘Primrose hill’) era combustible perfecto para el “sampling” (‘North West three’)!

Ha pasado ahora mucho tiempo, efectivamente. Incluso catorce años de su última grabación. Pero se permite darse un buen baño en el tiempo para exorcizar viejos resquemores. Como cuando en ‘Women & malt whisky’ deja entrever la amargura que acabó con el matrimonio Martyn. La misma amargura que arrastran cuando quieren otras mujeres de bandera como Emmylou Harris o Marianne Faithfull cuando desempolvan directa o indirectamente sus viejas relaciones. Y es a lomos de esa amarga melancolía cuando uno se espera encontrar una voz rasgada a lo Marianne Faithfull. Pero no, resulta que esta apunta a algo más robusto, más del tipo Joan Armatrading, lo que tampoco es ningún demérito, vista esta recolección de canciones en clave de blues (‘Potter’s blues’, ‘Mountain top’, ‘Nighttime’), blues crepuscular (‘Levee breaks’, la mencionada ‘Women & malt whisky’), balada sureña (‘Going to Germany’, ‘Jesse James’) o simplemente balada (‘Sweet joy’).

Ella ha estado en el epicentro de cosas muy interesantes y se nota (todavía hay algo que sabe retener de todo aquello). Y puede ser el caso del mejor as guardado en la manga durante décadas, perfectamente conservado entre violines: ‘Reckless Jane’, canción inédita que escribió en 1974 con Nick Drake, mientras este hacía de ocasional canguro de los hijos de los Martyn.

Un trabajo “muy analógico, muy transatlántico, muy mío”, en palabras de la propia Beverley. Con aportaciones de viejos músicos de Counting Crows y Los Lobos. Gales y California a tiro de piedra.

Prueba de que no se ha perdido del todo el viejo espíritu y de que sigue habiendo mucha comandita está en el despliegue del concierto de homenaje a Bert Jansch, este pasado diciembre, en el Royal Albert Hall, donde ella participó junto a viejas fuerzas vivas del folk de este lado del Atlántico, como Donovan, Martin Carthy, Pentangle y Robert Plant. Para ser amigos no les hacía falta vivir en Laurel Canyon, sino a pocas paradas de metro. El archifamoso y lubricante Tube londinense.

Anterior crítica de discos: “Hypnotic eyes”, de Tom Petty.

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