Discos: Otras músicas, mayo de 2014

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Gernot Dudda nos lleva a recorrer mundo con discos recientes de Flaco Jiménez y Max Baca, Estrella Morente (Orquesta Nacional de España y Josep Pons), Sierra Leone’s Refugee All Stars, Adrian Raso y Fanfare Ciocarlia.

 

 

Una sección de GERNOT DUDDA.

 

 

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Estrella Morente – Orquesta Nacional de España – Josep Pons
«Falla»
DEUTSCHE GRAMMOPHON/UNIVERSAL

La prestigiosa Deutsche Grammophon se mete hasta el fondo de nuestra cocina con este triple programa que viene a revitalizar las conexiones entre música clásica y flamenco, y en torno a la obra de dos grandes maestros en este sentido, a cada cual con lo suyo: Manuel de Falla y Joan Albert Amargós. El considerable tiempo que separa a ambos no hace sino refrendar la solidez de unos cimientos que han servido –¡y con muy poco mantenimiento y ajustes!– a varias generaciones de músicos y eruditos. Poco se puede añadir de “El sombrero de tres picos” y de “El amor brujo” a estas alturas, pero está claro que las extraordinarias versiones que ofrece aquí la Orquesta Nacional de España bajo la dirección de Josep Pons se mantienen en la recomendada senda del “respeto a las esencias” por encima de la mera forma (algo que, por supuesto, también hay que suponer). No hay hoy en día muchas ocasiones en las que poder disfrutar de una presencia tan vívida como la del fagot en una orquesta sinfónica, y esta es una de ellas. La evocación del colorido de los antiguos instrumentos arábigo-hispanos es también muy intensa. La tercera parte del programa se presenta con el nombre de “Siete canciones españolas”, que no son otras que las que interesaron a Federico García Lorca en su acercamiento al rico cancionero flamenco: ‘Los dos peregrinos’, ‘Las morillas que me enamoran’, ‘Vive Triana’, ‘Mamita mía’, ‘Nana del niño gitano’, ‘Los ojos azules’ y ‘Las flores de su corona’. Los inteligentes arreglos de Amargós, el techo sinfónico que se logra coronar a lomos de la orquesta (tan perfectamente dúctil y hábil a la hora de plantear también la cuestión rítmica) y la riquísima aportación de Estrella Morente como cantaora, producen desde luego un resultado único y magistral. Como complemento a esta grabación, y precisamente para poder comprobar en toda su magnitud la versatilidad de Amargós como arreglista todoterreno, un servidor también recomienda desde aquí “El viento-The García Lorca Project”, la grabación que hizo en 2009 con Vince Mendoza and the Metropole Orchestra, en la que también aparecían muchas de las excelencias lorquianas mencionadas, interpretadas en este caso por una big band de jazz.

 

 

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Varios
«Haiti direct»
STRUT/EVERLASTING

Por si ya no fueran pocos sus descubrimientos dentro del sello “Sofrito”, Hugo Méndez se ha encargado de confeccionar esta imprescindible recopilación que sitúa a Haití en el (inesperado) lugar que le corresponde dentro del rabioso sonido de las big band, el mini jazz y los “twoubadou sounds”, en su periodo dorado entre 1960 y 1978 (y asignatura pendiente de la francofonía). No sé si necesariamente por necesitar tan sufrido país de esta fiesta en el periodo más virulento de la dictadura de Duvalier (y luego de su hijo, a partir de 1971), quedan estos sonidos como un alegato contra natura de una celebración latina por necesidad frente a la oscuridad oficial y gubernamental del vudú y sus férreas líneas nacionales. Esto no quita que, salvo excepciones (también brillantes, como ese “Homenaje a los Ambajadores”, de Les Ambassadeurs), estas agrupaciones latinas canten en francés creolé, con todo su encanto y “charme” autóctono e indiscutible, que es lo mejor de esta publicación. No hace falta que la copia promocional facilitada a los medios no ofrezca la “añada” respectiva de cada pieza en este doble volumen que cuenta con veintisiete imprescindibles. Es fácil seguir su evolución en paralelo a los sonidos y corrientes que se producían entonces en otros países del entorno, dentro del orbe latino de estas décadas. Con mucho mambo, originalidad y exquisitez instrumental –con todo ese “zeitgeist” de la época–, destacando por todo lo alto el esplendor de las grandes orquestas latinas ¡y guitarreras! de los 50-60 (hasta su lamentable y dolorosa extinción), su paso por la cubanía, el cha-cha-chá, los boleros, el bugalú sesenteros, y desembocando en la salsa y la constancia de cierta brasilidad tropical (con algo de jazz y sintetizadores de por medio), ya en los finales de la década de los años 70. Da igual quién dio antes o después, el caso es que hay cosas que no costaría mucho atribuir a la mismísima Orchestra Baobab de la descolonización y a lo que sonaba en su club de Dakar, que estaba justo al otro lado del océano, lo que resultaba un fenómeno de retroalimentación muy común por entonces. Todo es de una calidad maravillosamente inesperada, indómita e indiscutible, pero ya puestos a afinar la puntería, cuanto más antiguo sea de lo que se trate, mejor. Con  recomendaciones que pasan, por supuesto, por el reino de Afrodisia. Con nombres como Les Vikings, Les Loups Noirs, Rodrigue Milien Et Son Groupe Combite Creole, Bossa Combo, Ti Paris, Les Pachas Du Canape Vert, Ensemble Meridional Des Cayes, Nemours Jean-Baptiste o el Ensemble Etoile Du Soir, con un ‘Messe quatre heures’ que se parece mucho al brillante ‘Caballo viejo’ de Simón Díaz, y que Ry Cooder y Manuel Galbán rindieron tributo en su magistral “Mambo sinuendo” de 2002. Retroalimentación y mimetismo latino, con independencia de la lengua.

 

 

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Sierra Leone’s Refugee All Stars
«Libation»
CUMBANCHA/KARONTE

Presentación de lujo y contenido nuevo para celebrar los primeros diez años en la vida de esta banda de Sierra Leona cuyo nombre es absolutamente literal: sus componentes formaron parte de la marea humana que consiguió salir con vida del país durante su salvaje guerra civil de principios de la década pasada. Y ahí fue, en el campo de refugiados de Sembakounya, en Guinea, donde el grupo se formó y donde quedó prendado Zach Niles, codirector del documental que terminó haciendo sobre ellos y que dio en su momento la vuelta al mundo. Hablamos ahora de un grupo bien mediático, que actúa en grandes festivales, llena estadios (junto con otros artistas), aparece en el show de Oprah Winfrey y le da la mano a Sir Paul McCartney. Lo que no quita para que su música sea tremendamente autóctona y cualificada. La mayoría de sus canciones son en inglés, lo que también ha contribuido a una más rápida y eficaz expansión de su mensaje: espíritu positivo, buen rollo, valores sociales… La cosa apunta a reggae, por supuesto, y lo hay en piezas como ‘Can’t make me lonely’, ‘It’s so sorry’, ‘Treat you right’ y ‘Rich but poor’ (esta última bien podía haberla firmado e interpretado un señorito llamado Bob Marley). Pero los muchachos (y algún abuelete) no son solamente reggae sino una bien engrasada formación que sabe alternar muy bien voz solista con metales y esos punteos rítmicos de guitarra que también son elocuentes sinónimos de la música que se hace en África. Y sí, de una forma tan global.

 

 

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Adrian Raso and Fanfare Ciocarlia
«Devil’s tale»
ASPHALT TANGO/KARONTE

Una unión que, si no existiera, habría que inventarla: la del guitarrista canadiense de jazz Adrian Raso y la orquesta de metales para bautizos, bodas y funerales de los rumanos Fanfare Ciocarlia. Dos formas no tan distintas de concebir la música –que lo son sin embargo por circunstancias sociales y geográficas–, y que, lejos de colisionar, encuentran aquí un sano contrapunto, muy complementario para llegar a resultados comunes y siempre brillantes. Les une por supuesto el poderío manouche del gran Django Reinhardt, referencia que por sí sola garantiza un magnífico equilibrio entre la bravura metálica rumana por un lado y la laxitud formal canadiense por otro, y a por ello van. Es cierto que la Fanfare ya se había abierto mucho al mundo –no hace tan poco que hasta eran capaces de versionar el tema central de James Bond y otros hallazgos del hemisferio occidental–, pero nunca como aquí se habían atrevido a compartir sus vientos con un músico norteamericano y encima para un álbum completo. Y por otro lado, Raso –que ejerce de “enfant terrible” en su propio país con su estudiada imagen bohemia–, debió de pasarse la vida mirando a Europa del Este como quien sigue la estrella Polar. Hasta que esta le vino a él. “Devil’s tale” es un trabajo radiante (soleado, sería la palabra), siempre, y al que ni siquiera podemos culpar de cierto manierismo estético “causado” por su meticuloso trabajo de estudio (las fanfarrias suenan muy bien, pero que nadie se espere aquellos grandes despelotes de las películas de Kusturica). Todo está ejecutado y medido al milímetro. Y es perfecto que así sea para garantizar cierta disciplina interpretativa. Esta gente tiene oficio, está claro, y ni aún así queda reducida su elocuente naturalidad. El diablo les interceptó en el cruce de caminos y pudo sellar su trato.

 

 

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Flaco & Max
«Legends & legacies»
SMITHSONIAN FOLKWAYS

En el contexto de las cuidadísimas ediciones de Folkways Recordings –adquirida por la “sin ánimo de lucro” Fundación Smithsonian en 1987–, tenemos el gran privilegio de ver publicada por aquí esta selección histórica de polcas y valses, en su mayoría, recogidos por estas dos máximas figuras del tex mex de las últimas décadas, a pesar de los 28 años que les separan en edad: Flaco Jiménez y Max Baca. Muchas de las piezas de este “Legends & legacies” son de Santiago Jiménez Hernández, el propio padre de Flaco, considerado un creador clave en la tradición del llamado “conjunto tejano” en la década 1940-50. Esta esencia, tal como la conocemos hoy, está formada por el acordeón de tres filas (Flaco); la guitarra grande, de tono profundo, conocida como “bajo sexto” (Max); y, cerrando filas, el bajo eléctrico y la batería (Ry Cooder ya se habría puesto a mil con solo leer esta frase). También Max Baca cuenta con una biografía muy parecida a la de Flaco, con un padre músico que también le introdujo en estas artes y que fijó un repertorio popular que también tiene aquí una considerable presencia. Y las letras, como no podían ser de otra manera, no son letras sino historias de carne y hueso. Ya si son reales, inspiradas o inventadas, no supone apenas ninguna diferencia para nadie que se conozca bien los parajes y personajes que quedan a ambos lados de Río Grande. Aquí todo es de leyenda. Lo que no salga en alguna de estas canciones es que no existe. Es la música de las grandes celebraciones, del baile, la diversión y la fiesta. Para amar y para beber. La música de la raza. Títulos como ‘Margarita, Margarita’, ‘Cada vez que cae la tarde’, la emotiva ‘Jardín de las flores’, ‘Ay te guacho cucaracho’, ‘Mi primer amor’ o ‘Morena, morenita’, bien lo pregonan. Incluso también una cumbia muy salada, ‘La múcura’, prueba del gran predicamento que tuvo este ritmo de origen colombiano en México y sur de Texas a partir de 1950. La música lo cuenta todo por sí sola, pero aún así se incluye dentro un magnífico libreto de 44 páginas con la historia global de los protagonistas, así como de cada pieza. En inglés y traducido a un Latin Spanish. Si hasta el momento solo tenías en casa un único disco, el de aquella famosa recopilación de los Tigres del Norte, ya va siendo hora de que vayas a por el segundo.

Anterior entrega de Otras músicas: abril de 2014.

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