Discos: Nathaniel Rateliff and the Night Sweats

Autor:

Con los mínimos elementos logra la máxima evocación, adictivo y clásico”

nathaniel-rateliff-and-the-night-sweats-14-10-15-a

Nathaniel Rateliff and the Night Sweats
“Nathaniel Rateliff and the Night Sweats”
STAX

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

La música de calidez negra está bien establecida a estas alturas del siglo XXI: vende a un público bastante masivo y resulta vibrante. Ello tira también de grupos de aparente segunda fila que se adaptan a estos parámetros y producen obras de consistencia suprema e impulso emocional absorbente. Es el caso de Nathaniel Rateliff y sus Night Sweats, que en las once canciones de su nuevo elepé equilibran un mesurado sudor y una golosina melódica con patrones rítmicos ya conocidos, solventes. No es un disco con grandes conceptos detrás, pero si un conjunto de cortes perfectamente modelados a lo clásico.

Ya ‘I need never get old’, desde ese bajo serpenteante, deja claro de que se trata a los tres segundos. Cuando empiezan a subir los vientos ya resulta todo reconfortante y se despliega en un escaparate setentero, con trazas folkies –un poco a lo Van Morrison­– y estribillo en modo himno. A partir de este momento, los tonos son variados, en ocasiones rozando el góspel como en ‘S.O.B’, que se ha escogido como single, y ‘I’ve been failing’, que desde estos ánimos corales intenta ser más elegante y sofisticada.

También hay tonos pantanosos y rasgados en ‘Triying so hard not to know’ y baladones, de esos que ya no pensábamos que existieran, ni que pudieran interpretarse así: ‘Wasting time’, pura crema, ‘I’d be waiting’, más clásica, y ‘Shake’, un rytmh and blues reposado en barrica. Pero de lo que más he repetido es de lo que remeda sesiones de esa frontera entre los cincuenta y los sesenta, el mismo registro ambiental con un sonido perfectamente instalado en nuestros días. Rancio que debe de ser uno, pero me emociona que la templada y clara ‘Howling’ recuerde en algo a ‘Wonderful word’, que los patrones rítmicos de ‘Mellow out’ evoquen al ‘Cupid’ del mismo Sam Cooke con su murmullo ronco o al ‘Stand by my’, y que también Ben E King o Smokey Robinson aparezcan en ‘Thank you’. Uno ya tiene desgastado el ‘Spanish Harlem’, pero si aparece algo que la recuerde en algún fraseo no deja de ponerle los pelos de punta la cosecha nueva.

Nathaniel Riteliff se crío a orillas del Missouri y a los diecisiete años escapo para Denver a presentar su música. Eso en principio no significa nada, pero tras cincuenta años de soul, algún poso se queda, y se le llena la garganta de arena y miel según las circunstancias. Con los mínimos elementos logra la máxima evocación, adictivo y clásico. Ah, y aunque ya sea más un residuo que otra cosa, la galleta lleva el sello de Stax. Palabras mayores. A Jim Stewart le hubiera gustado mucho.

 

 

Anterior crítica de discos: “Amused to death”, de Roger Waters.

 

Artículos relacionados