Discos: “Lo malo que nos pasa”, de Francisco Nixon

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Nixon y el productor Nahúm García consiguen revitalizar el magma sónico de los primeros años setenta en canciones como ‘Siempre es el cumpleaños de alguien’ o ‘La empresa’, donde también cabe el funk fusionado con la bossa nova”

 

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Francisco Nixon
“Lo malo que nos pasa”
SIESTA

 

 

Texto: ÀLEX ORÓ.

 

 

No soy un tipo muy alto (1,67) y me casé con un chica más baja que yo, pero siempre he tenido amigas altas. Muy altas. Noemí, Cristina, Silvia… son algunos de sus nombres. Siempre que nos ven juntos he tenido que aguantar miradas llenas de sorna del tipo “éste no se acaba a esta pájara”. Por eso me ha llegado al alma ‘Chicos bajos, chicas altas’, una de las doce canciones que Francisco Nixon ha incluido en “Lo malo que nos pasa”, su nuevo LP. Con un ritmo verbenero (¡ojo!, no se tomen este adjetivo como algo negativo, sino todo lo contrario), Nixon explica, con gran dosis de humor, los inconvenientes de las relaciones entre seres humanos de diferente sexo y altura. Esa habilidad para poder componer canciones de una simple anécdota cotidiana es una de las cosas que más me cautivan de la obra de Fran Fernández. Lo hizo con su anterior LP, “El perro es mío” (Siesta, 2009), con canciones dedicadas las chicas que trabajan en el grupo Inditex o a los brackets.

Pero “Lo malo que nos pasa” no es una simple recopilación de canciones que cuentan anécdotas simpáticas, románticas y/o cotidianas. A nivel musical, Nixon ha querido recuperar y reivindicar los arreglos y las sonoridades “soft pop” de las producciones españolas de los setenta, el llamado sonido “Costa Fleming” (una zona de copas del Madrid del tardo franquismo), cuyos mayores representantes fueron compositores, arreglistas y productores como Augusto Algueró, Alfonso Santiesteban, Rafael Trabuchelli o Juan Carlos Calderón. Era un pop suave, íntimo y etéreo, en la que los productores aprovechaban al máximo las posibilidades que les ofrecía la tecnología de la época para incorporar todo tipo de instrumentos (básicamente secciones de cuerda y metal) y ritmos (anglosajones y latinos) para conseguir un “mainstream” sonoro que no gozó de una aceptación mayoritaria porque era demasiado blando para el minoritario publico rockero de la época y demasiado sofisticado para el gran público.

Nixon y el productor Nahúm García consiguen revitalizar este magma sónico de los primeros años setenta en canciones como ‘Siempre es el cumpleaños de alguien’ o ‘La empresa’, donde también tiene cabida el funk fusionado con la bossa nova. ‘Médico rural’ es un lacónico canto a la soledad, que me ha recordado al protagonista de la serie “Doctor en Alaska” y ‘Animador de crucero’ también tiene, en lo musical, sus reminiscencias televisivas, en esta ocasión a la banda sonora de la edulcorada “Vacaciones en el mar”, máximo ejemplo del “yacht rock”. Mención especial merece la versión de ‘Juventud’, del grupo chileno Tiza, en la que Nixon comparte protagonismo vocal con Linda Mirada, y que es un paradigmático ejemplo del soft pop de los setenta. ‘Un paseo por la Costa Fleming’, en cambio, tiene una capa de barniz que la acerca más a la década de los ochenta, mientras que ‘La vidente’ también se adentra en este territorio sonoro y recuerda a las baladas para discotecas de personajes como Robert Palmer o FR. David.

‘Lo malo que nos pasa’, el tema que da título al disco, es el más brillante de todo el LP. Comienza con un ligero tono épico al inicio de la canción gracias a la guitarra española, que va en aumento gracias a los coros. El hilo de la historia va adquiriendo un tono dramático en la que el protagonista va cayendo en una espiral negativa (alcoholismo, ruptura amorosa…) que no tiene final feliz. La capacidad narrativa de Francisco Nixon queda también patente en ‘Capitán negrito’ (un recuerdo a Segio Algora, su compañero en La Costa Brava) y la divertidísima ‘Vacaciones en Grecia’ (que recomendamos a los que afrontan la crisis de los cuarenta o de los cincuenta).

“Lo malo que nos pasa” es, en definitiva, un disco bien estructurado a nivel sonoro. Tiene unidad y coherencia. Se nota que ha sido un trabajo meditado y madurado. Nixon ha elegido bien el repertorio que lo integra entre las canciones que ha compuesto en los últimos años. Con este nuevo trabajo, Fran Fernández se consolida de manera definitiva como uno de los artistas de referencia del pop cantado en castellano.

Anterior crítica de discos: “Instinto animal”, de Analogic

 

 

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