Discos: “La catastrofía”, de Tigres Leones

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“La letra depravada y la melodía resuelta con claridad de ‘Fiesta’ o el pop saltarín que combina la filosofía nihilista sobre paisajes enérgicos de ‘Orden mundial’ son buenas muestras de que este disco contiene bastante más de lo que ofrece a primera escucha”

 

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Tigres Leones
“La catastrofía”
SONIDO MUCHACHO

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Más allá de la polémica causada por el video de ‘Marte’, y a la espera de las demandas, Tigres Leones se nos revela como uno de los grupos de mayor proyección entre las nuevas camadas. Por su sonido, por sus letras y por la conjunción entre ambos. El primero es potente y preciso, cercano y transparente. Escuchar ‘Buenos días’ es ver cómo se acomodan a cierto sonido sesentero del que sobresale algún ramalazo psicodélico, guitarras rasposas y un bajo que tiende a la oscuridad, ese conjunto impecable que se llama canción pop. Un perfecto equilibrio que les hace en algún momento –será marca de época seguramente– tirar hacia el psychobilly en ‘Vladimir (no da igual)’, pero no perder nunca la luminosidad en los estribillos: el de ‘Postales’ es imbatible. En algún corte se atreven incluso a diseñar pequeñas sinfonías, ‘Diez formas de matar el miedo’ está compuesta de breves fragmentos que ensamblan cuatro o cinco cromatismos.

Frente a todo esto, golpeado por un amateurismo básico, las letras se encajan entre la perversión y lo absurdo. También en la ciencia ficción, con ese ‘Marte´ del video en que se acompañan de La Bien Querida; algo melancólica la canción, como un Parade que se asentase en las guitarras, tan sutil en todo como Ray Bradbury. Y así el disco va avanzando hacia ese final esplendoroso de ‘El tambor’, ‘España muerde’ y ‘Evacuad Madrid’, triada de fantasía con esos juegos de ‘non sense’ que continúan lo que comenzaron El Niño Gusano o Patrullero Mancuso. Reveladoras, abstrusas e irreverentes, todo a la vez: a la rebelión por el surrealismo.

La amalgama, impresionantemente pulida. Dejando de lado ese poder evocador de la música a la que hacen un homenaje en ‘Hablan sobre mí’ –todos: Serrat, Byrne, Nicks, Who, Hüsker Du– apuntan a un cerrado cúmulo de sensaciones: la letra depravada y la melodía resuelta con claridad de ‘Fiesta’ o el pop saltarín que combina la filosofía nihilista sobre paisajes enérgicos de ‘Orden mundial’ son buenas muestras de que este disco contiene bastante más de lo que ofrece a primera escucha.

 

 

Anterior crítica de discos: “Beach Boys’ Party. Uncovered and unplugged”, de The Beach Boys.

 

 

 

 

 

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