Discos: “Japonés hablado”, de Yo, Estratosférico

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“Canciones orgánicas, que se inician espinosas, que van agrandándose a cada compás y que en ocasiones se abren hasta ser verdaderos rompepistas desde la más absoluta crudeza”

 

yo-estratosferico-10-02-16

Yo, Estratosférico
“Japonés hablado”
ROCK CD RECORDS, 2016

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Desde Guadalajara y con una instrumentación básica de guitarra, bajo y batería Yo, Estratosférico atizan intensas sacudidas de electricidad contenida en su debut; siempre eléctricos, pero también sabiendo siempre hacia donde va la canción, haciéndola crecer, disfrutando con ella.

Sería fácil, por indudable, achacarles ciertos dejes a lo Héroes del Silencio, en ocasiones la voz es mimética, pero vale la pena indagar en los aspectos que se escapan de la plantilla que se han marcado porque ahí es donde van a poner sobre la mesa su aportación. Y su aportación es ni más ni menos que el baile. Son canciones orgánicas, que se inician espinosas, que van agrandándose a cada compás y que en ocasiones –ocurre en ‘Un sendero de noche para mí no es un problema’ y ‘Viaje de fe y ciencia’– se abren hasta ser verdaderos rompepistas desde la más absoluta crudeza. Las más conseguidas del conjunto, sin duda. La última citada, además, encarna un cierto espíritu religioso en las letras que acrecienta esta epifanía dance. No deja de ser una liberación a dos bandas, la del cuerpo y la de la mente.

Por otra parte, los inicios de los temas son también pulcros en sensaciones, ese remanso que en ‘Espacio/Tiempo’ copia los acordes de ‘The house of rising sun’ o el germen que en ‘Dejar ver arder’ ya contiene la potencia épica y la grandilocuencia de su final, en esa dicción impostada que a algunos les resultará excesiva quizás.

Hay tiempo también para acordes más ligeros, enormemente pop en ‘Baumgartner’ –el alemán que saltó de miles de metros, empuje y arrojo como ideal de vida–, para guitarras que te magnetizan con espirales en ‘Su alteza’ y para visiones noise y duras en ‘Oro olímpico’. En esencia, se trata de un disco cuyos ocho cortes parecen cortados por el mismo patrón pero que en los estampados se muestra todo lo variado que puede llegar a ser: ligero, duro y hasta funky.

 

 

Anterior crítica de discos: “Siesta mayor”, de Las Ruinas.

 

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