Discos: “El sonido efervescente de La Casa Azul”, de La Casa Azul

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“Un mundo escapista y sincero, hecho con mil detalles de la música popular más directa, de las baladas a la Motown, vestido de ropajes melancólicos y con una personalidad perfectamente reconocible que se había macerado en un montón de influencias que nadie tenía en aquel entonces”

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La Casa Azul
“El sonido efervescente de La Casa Azul ”
ELEFANT

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Todavía recuerdo, más de quince años después, ese día que abrí mi buzón y recogí un sobre tamaño sábana con dos cedés artesanales en su interior. Eran las dos primeras maquetas de La Casa Azul, que previamente le había pedido a Guille por teléfono. Me fascinó ese resolverse de las canciones, aparentemente sencillas pero llenas de filigranas en los arreglos, esas melodías directas y chispeantes de un mundo entre colorista y melancólico. Causó con estas canciones una pequeña conmoción en la escena pop, que Elefant se aprestó a encauzar hasta llevarlo a elepés escasos y magníficos y premios Goya.

Estos primeros temas ya habían aparecido en un disco, del que se comentó que el sonido era más pobre que en las maquetas. Es igual, ahora Elefant, con motivo del decimoquinto aniversario de la aparición en el mercado de dichas canciones, lo vuelve a editar en un doble vinilo con bastantes extras.

Se trata de un buen montón de cortes que rodean constantemente esos primeros tiempos, tanto que de ‘Chicle Cosmos’ se incluyen hasta cuatro versiones: la de la maqueta original, un directo de esa época, la del vinilo y una revisión de 2005. Ejemplo preclaro de los cuatro tipos de materiales que contiene el disco.

Vayamos por pasos: las maquetas, esas de la pequeña y primigenia revolución. ¿Qué aportan escuchadas hoy? Pues todavía esa dicotomía entre las soluciones de ingenuidad barroca que siguen siendo extremadamente excitantes y las tramas acústicas que siguen siendo emotivas. ¿Qué representaba entonces La Casa Azul? Un mundo escapista y sincero, hecho con mil detalles de la música popular más directa, de las baladas a la Motown, vestido de ropajes melancólicos y con una personalidad perfectamente reconocible que se había macerado en un montón de influencias que nadie tenía en aquel entonces. Cuál sería mi sorpresa un día que, siendo vecino de stand de Guille, escuché que entre la selección que ponía para ambientar estaba el ‘Música eres tú’ de Trébol, grupo de truculenta historia, por otra parte, que nadie hoy recuerda. Si escuchaba eso, obligatoriamente tenía que salirle una música como la que nadie hacía.

Las maquetas, en los albores del intercambio por internet, corrieron como la espuma, por eso el elepé que recogió exactamente su repertorio no causó tanta sorpresa como podía esperarse de esa explosión vital. Simplemente, todo el mundo ya las tenía. Aparte de todo este material, se incluyen rarezas como una versión de Mecano –la maqueta ya contaba con una de Jeanette– o el concierto de la sala Aqualung que hemos citado en el que se desvela un inédito –en disco, que ya conocíamos de sus directos–: ‘Quizás’, que es seguramente el descarte más delicado del nuevo milenio. Nada más aporta, los directos de La Casa Azul son esencialmente miméticos.

¿Cómo han envejecido estas canciones? Pues muy bien, cierto es que sus detractores le achacan excesivas caídas en el ripio o un espíritu demasiado infantil; pero, si está bien recreado, este espíritu juvenil llega a tocar la sensibilidad del que la lleve dentro. En sus letras es llano y reconocible y un ‘tan solo quería emocionarte’, con una buena cobertura musical, dedicado a un amor evocado puede ser perfectamente válido. La Casa Azul era entonces esperanza e ilusión, cuesta trabajo creer que un joven solo en su habitación diseñara eso, algo que parecía haber madurado durante mucho tiempo, pero que poseía un irresistible punch directo. Quisiera no haber escuchado nunca estas canciones para observar si aún lo tienen, pero la impresión es que, sea como sea, nacieron ya exquisitamente atemporales.

 

 

Anterior crítica de disco: “Souvenirs”, de The Birkins.

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