Discos: «Childhood home», de Ben & Ellen Harper

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«Se gesta desde la humildad y la sencillez. Huyendo de grandilocuencias y consiguiendo un disco de esos que dejan poso»

ben-ellen-harper-11-07-14

Ben & Ellen Harper
«Childhood home»
UNIVERSAL

 

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.    

 

 

Que el nuevo disco de Ben Harper fuera una grabación con su madre podía haber sido interpretado como una frivolidad. Eso sí, solo basta oír el resultado y darse una virtual vuelta por la biografía de la señora Ellen Harper para darse cuenta del error. Craso error. Y es que a Ben el amor por la música y su innata capacidad para la fusión de estilos le viene, cual galgo, de casta. Por algo sus abuelos maternos fueron los fundadores del Folk Music Center and Museum en Claremont, California. Y su progenitora ha dado suficientes y musicales razones para ser considerada una multiinstrumentista de alto caché. Ahí es donde se gesta este «Childhood home» y lo hace de la mejor manera. Desde la humildad y la sencillez. Huyendo de grandilocuencias y consiguiendo un disco de esos que dejan poso.

Partiendo de un sonido eminentemente acústico, Ben Harper recupera, de alguna manera, la sencillez y la desnudez de sus primeros trabajos apostando claramente por el folk y otros estilos considerados de raíces. Lo hace, además, a partir de una serie de canciones que remiten a su infancia, a su familia, pero consiguiendo no caer en la ñoñería. Los Harper hablan aquí de problemas familiares, de buenos y malos momentos, con una naturalidad que seduce al oyente. Como la espléndida y hermosa ‘A house is a home’, la góspel ‘Farmer’s daughter’ o la melódica ‘Altar of love’, que de paso sirve para dejar de manifiesto que Ellen no se limita a ser un simple acompañamiento de su vástago y que a lo largo del álbum su aportación se convertirá en esencial. Suenan perfectamente conjuntados cuando sus voces se muestran al unísono y totalmente respetuosos cuando uno se encarga de la principal y el otro solo de darle soporte. Y ahí es donde los nombres de Emmylou Harris y Gram Parsons, de Buddy & Julie Miller o de Kurt Wagner y Cortney Tidwell se le vienen a uno a la mente de manera irremediable. Porque este disco está a la altura de los suyos, y eso es mucho decir.

Y ahí está Ben, consiguiendo otra muesca en su rifle y una última reflexión en mi mente: ¿por qué de los últimos discos de Harper los que más me han impactado son los que no firma en solitario (Fistful of Mercy, Charlie Musselwhite, Blind Boys of Alambama o este)? Le daré unas vueltas y si acaso, ya les comentaré mis conclusiones.

Anterior crítica de discos: “The imagined savior is far easier to paint”, de Ambrose Akinmusire.

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