Discos: «Caminos cortos», de Los Vengadores

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«El cuarteto madrileño presenta en él una colección de once canciones marcadas por el empuje directo de las guitarras y la naturalidad en las melodías»

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Los Vengadores
«Caminos cortos»
AUTOEDITADO

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Quien sea devoto de ese pop español, sencillo, directo, cercano y sin trampa, ya puede acercarse del tirón al cuarto disco de Los Vengadores porque la jugada, por lo menos artísticamente, les ha salido muy bien. Tras tres discos en los que formaban parte del catálogo de Warner o Universal, Los Vengadores asumen en este nuevo trabajo las decisiones de grabación y producción y con ello consiguen su obra más personal, seguramente la mejor.

El cuarteto madrileño presenta en él una colección de once canciones marcadas por el empuje directo de las guitarras y la naturalidad en las melodías en un ejercicio de esos difíciles de reseñar por el crítico, de frustrante búsqueda de palabras sobre canciones que te calan, pero que no tienen nada de aparente, de rebuscado, para montar los párrafos. Ahí está, por ejemplo, la apertura del disco, ‘Vitaminas’, que expone los caminos principales: un trazado melódico que se marca a compás, un estribillo explosivo, un colchón de guitarras y letras intimistas, no demasiado desgarradas.

Se van sembrando, eso sí, conforme avanza el disco, algunos temas más preciosistas, himnos lentos que se concretan en el ilusionante trazado de ‘Frío’, dedicado al nacimiento de un hijo, o el medio tiempo lleno de una calma expectante que esconde la rabia en ‘Kamikazes’ y el crescendo intenso de ‘Contrarreloj’. También experimentan con leves toques psicodélicos en la consistente y majestuosa ‘Ciclón’. Por el camino han quedado ‘Dime’ o ‘Principio de aceleración’, que alcanzan esa magia que con los mismos elementos de cientos de canciones, pero cuando resultan no se sabe muy bien cómo lo han conseguido.

Es evidente que Los Vengadores tienen hilo directo con un montón de grupos que han conformado el estilo, desde La Granja a Los Hermanos Dalton, y entre los de fuera Teenage Fanclub o Weezer. Clásico y con dosis de modernidad, algo electrónicos y algo indies, fagocitando cualquier sonido que les lleve a ese pop directo y sin prejuicios, a esas canciones brillantes y adictivas.

Anterior crítica de discos: “Fuego cruzado”, de Sidecars.

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