Diez portadas míticas de los 80

Autor:

portadas-80-29-03-17-a

De Pixies a Johnny Thunders o Metallica: estas son diez de las mejores portadas que se publicaron en los 80. Por Sara Morales.

 

Texto: SARA MORALES.

1-Pixies

1. “Doolittle”, de Pixies (1989).
Para este segundo álbum, los de Boston sí permitieron a su fotógrafo habitual –Simon Larbalestier– y al diseñador gráfico Vaughan Oliver escuchar las canciones que lo componen y leer sus letras para tomar ideas. Algo que resultó imprescindible a la hora de darle una forma física a este tratado de pop alternativo sobre la tortura, la violencia y la muerte, donde la geometría circular y las líneas rectas envuelven a un mono disecado.

No hay duda de que el punto de partida para este diseño se tomó de la incandescente ‘Monkey Gone to Heaven’, una de las canciones emblema de este disco de simbología abstracta, que remata con la presencia de los números 5, 6 y 7 en esa relación imperfecta del ser humano con la Tierra a la que maltrata una y otra vez. Dentro del libreto, además, una serie de imágenes surrealistas definen cada uno de los temas. Queda patente la admiración de Black Francis por el universo de David Lynch en  “Doolittle”, reconocible musicalmente por la inclusión de instrumentos como violines y progresiones melódicas que se entremezclan con zumbidos, guitarrazos extremos y un bajo ensordecedor. Visualmente, la cúspide de una perspectiva muy particular y contemporánea del mundo: la de los Pixies.

2-Ramones

2. “End of the Century”, de Ramones (1980).
A pesar de que a Joey le hacía gracia, la presencia de Phil Spector –productor de este quinto disco de los Ramones– no solo no fue grata durante el proceso de grabación, sino que fue agresiva y desagradable para el resto de la banda. “End of the century” fue el primer trabajo sin Tommy y una mancha en el expediente ramoniano según muchos, incluido entre ellos el propio Johnny Ramone que, desde su autobiografía «Commando», habla así de lo que supuso este álbum: “Siempre posábamos en las fotos con las chaquetas de cuero, eran parte de los Ramones; pero en la sesión gráfica para este disco alguien dijo “¿por qué no hacemos algunas fotos sin las chupas?”. Yo pregunté por qué, y dijeron que lo hacían para introducir ciertos cambios. Estaba seguro de que no terminaríamos usando esas fotografías porque yo jamás las hubiera aprobado, además yo iba con una camiseta roja demasiado llamativa y no me gustaba. Pero el día que llegaron las fotos para decidir la portada, el grupo me dejó solo. Dee Dee y Joey votaron que sí a esta imagen, yo que no y Mark –que era el nuevo– todavía no tenía voto. Llegaron a decir que nos deshiciéramos de las chaquetas para siempre, que era por ellas por las que no nos sacaban en la radio; así que la foto con las chupas acabó dentro del disco y esta de portada. A mí me sentó fatal y creo que la foto cambió nuestra trayectoria para siempre”.

El retrato fue tomado por el incandescente fotógrafo británico Mick Rock, bajo la idea de Spencer Drate y la dirección artística de John Gillespie

3-Depeche-Mode

3. “A Broken Frame”, de Depeche Mode (1982).
En 1990 la revista Life publicó en su portada esta fotografía, perteneciente a la cubierta del segundo álbum de los ingleses Depeche Mode, como una de las mejores imágenes de la década. Tomada originalmente por Brian Griffin, fotógrafo de renombre conocido por su labor como retratista de la arquitectura capitalista y el realismo industrial, así como por haber trabajado para discos de Iggy Pop o Elvis Costello, se esmeró en esta imagen junto al diseñador Martyn Atkins que insistió en acercarse a connotaciones costumbristas para representar el álbum. Partiendo de una idea rudimentaria y tradicional, juntos dieron con el resultado que buscaban: esta campesina en mitad del campo, segando bajo un cielo de luz inigualable que vocea tormenta. Una imagen que coquetea con cierta inspiración proveniente del arte ruso-ucraniano y con aquella sesión que el propio Griffin había realizado a la cantante y compositora Kate Buch vestida de labradora moscovita.

La escena fue recreada en un campo de Duxford (Cambridgeshire) con todo un equipo respaldando la obra y una mujer que se haría pasar por la trabajadora del campo.

La fotografía le entró por los ojos a los miembros de la banda desde el primer momento, y así fue como Griffin compensó la fatalidad de su anterior portada con ellos (“Speak & Spell”) regalándoles una imagen para la historia. Esta vez fueron las canciones las que defraudaron al gran público.

4-Johnny-Thunders

4. “In Cold Blood”, de Johnny Thunders (1983).
Para este álbum doble con pistas de estudio y grabaciones en directo, el que fuera cantante y guitarrista de los New York Dolls decidió tomárselo en serio. Venía de grabar ya varios discos en solitario, atrás había quedado la etapa protopunk-glam junto a David Johansen y compañía, y aunque andaba resucitando por temporadas a sus Heartbreakers, nunca dejó de crear música por su cuenta.

Durante la grabación de este disco todavía no le había sido diagnosticada la leucemia, enfermedad que arrastraría hasta su muerte en 1991 con 38 años, acelerada además por su adicción a las drogas y al alcohol que en los ochenta aumentó considerablemente. Así lucía su semblante durante la última década de su vida, y así quiso que el fotógrafo francés Jean Baptiste Mondino le retratara para uno de sus discos más personales. Tanto, que su biógrafa Nina Antonio tituló así mismo el libro de  memorias sobre el cantante: “In cold blood”.

Desde el diseño artístico de Philippe Huart, que eligió el blanco y negro como combinación decisiva para representar la melancolía de tiempos pasados y la mirada hacia un futuro desalentador, Johnny Thunders ni siquiera mira a cámara.  Mondino, especialista en retratos de moda, trató la figura del músico como modelo de la tristeza, de la soledad, y este fue el resultado elegido para ilustrar el álbum. Unos años más tarde, mientras Thunders moría en un motel de Nueva Orleans, Mondino firmaba videos musicales junto a Sting y Madonna.

5-Serge-Gainsbourg

5. “You’re Under Arrest”, de Serge Gainsbourg (1987).
Las propias huellas dactilares del poliédrico Gainsbourg fueron el mayor reclamo visual de este disco, el último de su carrera, bautizado con el nombre de “You’re Under Arrest” como guiño también a la obra homónima de Miles Davis. Prisionero de la vida y de la muerte a sus 59 años, para este trabajo el artista francés se atrevió a hablar de sexo y drogas sin tapujos, a posar como un delincuente ante el objetivo de Gilles Cappé y a introducir elementos rap en sus composiciones. Un álbum atípico por la ensalada de géneros que lo componen: funk, hip hop, new wave, pop, rock… para terminar versionando con holgura el ‘Mon légionnaire’ de Raymond Asso popularizado por su paisana Edith Piaf.

La doble fotografía fue tomada en un estudio parisino, extraída de las múltiples que Cappé tiró del músico y compositor a lo largo de su vida. Una imagen directa y cruda para dotar de un mayor realismo a este disco, que ya de por sí no disfraza apenas nada y juega poco con la ironía, al narrar la historia de amor entre un hombre maduro y una mujer joven y drogadicta en Nueva York. De hecho, conceptualmente, el álbum arranca con la detención del narrador, el propio Gainsbourg, se sobreentiende. La idea original del grafismo nació de él mismo y del estudio, ya curtido en portadas de discos, Huart/Cholley. Juntos dieron con la forma de ponerle rostro a este disco que consiguió vender 470.000 copias en Francia.

6-Supertramp

6. “Famous Last Words”, de Supertramp (1982).
Con este trabajo, el séptimo de su carrera, la formación británica alcanzó el disco de oro por vender más de 500.000 copias en Estados Unidos, y el número 6 de las listas de ventas en su tierra. Fue el último álbum en el que participó Roger Hodgson, vocalista, teclista y guitarra fundador de Supertramp que un año más tarde decidió poner en marcha su carrera en solitario. Este “Famous Last Words” fue también objeto de cierta discordia en el seno del grupo, precisamente porque Hodgson se mudó al norte de California durante su gestación y el brainstorming al que la banda estaba acostumbrada a la hora de emprender un nuevo trabajo se vio truncado esta vez. Las ideas musicales y propuestas de Rick Davies (el otro líder indiscutible) que apostaba por el rock progresivo, distaban cada vez más de las de Hodgson, que quería una visión más pop para este álbum. Por todo ello, no pudo haber alegoría visual mejor que esta diseñada por Mike Doud, a partir de la fotografía de Jules Bates, para representar el momento en el que se encontraban los miembros del grupo. Pendientes al mismo tiempo del éxito de salir victoriosos con otra producción más, que del fracaso y el tortazo más rotundo al prever que la vida de la banda se estaba agotando. Un funambulista se encuentra suspendido en el espacio, se aleja, se distancia concentrado en su tarea bajo el foco de la atención, pero una mano que surge de la nada amenaza con cortar la cuerda. Ambos representan a Hodgson y Davis, indistintamente.

7-Marillion

7. “Missplaced Childhood”, de Marillion (1985).
Este cielo recién descargado, y con su pertinente arcoiris, parece que comienza a despejarse a pesar de la cara de pocos amigos que luce el infante protagonista. Toda una obra de arte colorista y simbólica de los ochenta para este tercer álbum de estudio de los ingleses, creada por el pintor e ilustrador surrealista Mark Wilkinson, habitual diseñador gráfico de la banda.

El pequeño soldado descalzo es un niño de diez años inglés –Robert Mead– que vivía cerca del propio Wilkinson y que este quiso tomar como modelo para el retrato. Esta fue una de las muchas colaboraciones que el chico llevó a cabo con el grupo, pues a partir de entonces apareció en las portadas de los tres singles extraídos del disco: ‘Lavender’, ‘Heart of Lothian’ y ‘Kayleigh’, y también en el videoclip de este último.

“Missplaced Childhood” fue el trabajo más venerado de Marillion y el primer álbum conceptual de su trayectoria, con el que quisieron abordar referencias a la infancia, a la inocencia perdida y al éxito en la vida adulta, pero contempladas desde una perspectiva ciertamente amarga y nostálgica. El detalle lo encontramos en la contraportada, donde el bufón protagonista en las cubiertas de los dos discos anteriores (“Script for a Jester’s Tear”) de 1983 y “Fugazi” de 1984) se escapa al fin por la ventana.

Cuenta Fish, líder y vocalista por entonces de la banda, que concibió este álbum bajo los efectos del LSD. Quizás de ahí venga esa obsesión por los planos atmosféricos y el golpe cromático de esta producción exuberante, considerada una de las piezas clave del rock neoprogresivo.

8-Debbie-Harry

8. “KooKoo”, de Debbie Harry (1981).
He aquí una de las portadas más referenciales de la década, la del álbum debut de Debbie Harry –alma de Blondie– como solista. Unos de los rostros más representativo de la generación punk y emblema del underground neoyorkino es atravesado por cuatro enormes agujas de acupuntura. Inolvidable imagen ideada y plasmada por el artista suizo HR Giger, afamado y popular creativo de la película “Alien” (1979), a partir de una fotografía de Deborah realizada por Brian Aris y bajo la supervisión de Peter Wagg. El híbrido perfecto para aunar en una misma imagen estilos musicales como el funk, el dance y el punk con géneros cinematográficos como la ciencia ficción y el terror, con la belleza y la elegancia.

Durante la promoción del álbum, la discográfica Chrysalis Records pretendió colgar carteles de gran tamaño con esta imagen por las estaciones del metro de Londres, pero el Ayuntamiento acabó denegando la propuesta por tratarse de una imagen «impactante y desagradable» que no se ajustaba a la decoración urbana. Finalmente, y pese a las negativas por parte de muchos, esta portada bio-mecánica de la eterna Debbie ha pasado a la historia como una de las más estudiada y aplaudida por los expertos y por el público. Tanto ella como su compañero de banda y pareja por entonces, Chris Stein, quedaron tan encantados con el resultado del trabajo de Giger que también le encargaron el videoclip de dos de los temas del álbum, ‘Backfired’ y ‘Now I know You Know’. Los rayos de tormenta que dibujan el fondo de la imagen, sumados a la tiara estilo egipcio que luce Deborah, terminan de rematar las extrañas y sugerentes energías que desprende este disco desde su concepción en 1981 hasta hoy.

9-Ultravox

9. “Rage in Eden”, de Ultravox (1981).
No cuesta reconocer a Peter Saville detrás de la portada de este quinto álbum de Ultravox. El diseñador de Factory Records, el creativo por excelencia de cubiertas inolvidables para Joy Division y New Order, también puso imagen a la new wave inglesa encabezada por esta banda de Londres, con el personalísimo sello neo moderno que caracteriza su trabajo gráfico.

El arte abstracto es, una vez más, el protagonista del packaging original. Dos figuras en diferentes planos que, superpuestas, juegan a ser un rostro único. Ninguna línea y casi ninguna forma es certera por sí misma, pero en conjunto sí dan lugar a ese todo que quieren ser. El misterio de lo inacabado, el suspense, la dependencia, la subjetividad cultural, la perspectiva… estos son los temas que Saville quiso abordar con esta imagen que abre este disco de ritmos marcianos, alma romántica y mente industrial. Sin embargo, debido precisamente a esta ilustración y los problemas de licencias que trajo consigo por alguno de sus vectores, las ediciones posteriores que se fueron publicando del álbum debieron contar con otra portada. Es por eso que encontramos numerosas imágenes diferentes para vestir al mismo disco. Todas ellas, eso sí, con aires cubistas que encajan a la perfección con su interior: la cara más experimental de Ultravox.

10-Metallica

10. “Master of Puppets”, de Metallica (1986).
“Master of Puppets” es el álbum más aplaudido de la banda californiana; por lo menos para los seguidores de la vieja escuela. El álbum que se convirtió en el primer disco de platino de un género como el thrash metal. El álbum que contó, por última vez, con las cuerdas del bajo de Cliff Burton, fallecido aquel mismo año en un accidente de autobús durante la gira de presentación del disco. Y además, tiene una de las portadas más personal e impactante de la segunda mitad de los ochenta, ideada por la propia banda como si de un augurio se tratara y perfilada en concepto por el manager Peter Mensch. Un cementerio atestado de cruces blancas idénticas bajo un atardecer infernal, iba a representar uno de los mejores trabajos de toda la carrera de Metallica, el que aguarda uno de los riffs de guitarra más colosales de la historia y una sucesión de atmósferas melódicas tan ardientes como el cielo rojo que pinta el paisaje.

En realidad no es una fotografía, sino una ilustración realizada por Don Brautigam, diseñador americano de logotipos para Pepsi o Dell y también creador de carátulas de discos de grupos como AC/DC o los Rolling Stone.

Con el paso de los años, muchas han sido las interpretaciones del significado de esta portada, incluso a los propios miembros del grupo les hemos visto divagar entre unas posibilidades conceptuales u otras. La más extendida y repetida, la que guía el marcado carácter del álbum con letras que ahondan en el abuso de poder, la alienación y la opresión. Las cruces son la de cada uno de nosotros, el pueblo. Un envoltorio épico para un álbum más épico todavía.

Anterior entrega: Diez portadas (también) míticas de los 70.

Artículos relacionados