Delicias a 45 RPM: Los Secretos

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Delicias a 45 RPM:Los Secretos

Los Secretos
«Déjame» / «Niño mimado» / «Sobre un vidrio mojado» / «Loca por mí»
POLYDOR, 1980


Texto: JUAN PUCHADES.


Más Nueva Ola a 45 revoluciones por minuto –sí, durante los próximos meses va a ser una constante recuperar en esta sección aquellos pequeños vinilos pre Movida que cambiaron el sino del pop español–, y con otro de esos EPs históricos: el primero de Los Secretos. Un disco editado en el mismo sello –la marca 80’s creada por Polydor–, casi en paralelo y del mismo modo –tirada limitada numerada, encarte interior– que el primero de Mamá.

El cuarteto formado por los tres hermanos Urquijo (Álvaro, Enrique y Javier) y el batería Pedro Antonio Díaz tuvieron la suerte de contar en la producción de su debut con el buen hacer de Juan Luis Izaguirre –fallecido hace unos meses–, quien logró que el grupo sonara natural, con esos aires nuevaoleros que tocaban en 1980 y dándole prioridad a las armonías vocales. Pero, claro, que lo tenía fácil, porque los cuatro temas que preparó el grupo eran, simplemente, cuatro compactas bombas pop listas para estallar en cuanto la aguja del plato iniciara su viaje sobre el vinilo.

El ataque de Los Secretos se iniciaba con la luminosa –años después clásica– «Déjame», canción sobre la necesidad de ser abandonado para no sufrir más, firmada y cantada por Enrique Urquijo sobre una melodía de puro pop barnizada por guitarras vibrantes y coros majestuosos. ¿Quién no conoce sus versos? «Déjame. / No juegues más conmigo; / esta vez / en serio te lo digo: / tuviste una oportunidad / y la dejaste escapar». Urquijo estaba realmente inspirado el día que escribió esta pieza y se despachó con uno de los mejores temas de la historia del pop español.

A «Déjame», y compartiendo cara, le seguía «Niño mimado», tema de Enrique y Pedro Antonio Díaz, cantado con soltura por este último, quien siempre ofreció buenos contrapuntos vocales en los discos a la voz solista de Enrique. Aquí se deja sentir la influencia de dos de los iconos de la new wave, Elvis Costello y Graham Parker, en ese ritmo acelerado y nervioso. Atención a los destellos de la guitarra de Álvaro Urquijo. La letra retrata a un niño mimado, quizás un pijo –ironías del destino: tiempo después Los Secretos pescarían parte de su público en el caladero del pijerío; pero a Sabina le sucedió lo mismo, y ya ven ustedes las cosas que cantaba–, que se ha «acostumbrado a vivir y a disfrutar / como un niño mimado […] El dinero no importaba, / pues tu mami te lo daba». Pero, Díaz, letrista mordaz y buen conocedor de la vida en el filo, apunta un final inesperado en la historia de este niño mimado cuyas camisas y peinados «las dejaba locas»: «Tus vicios en el 80 / se han sofisticado, / sosteniendo entre tus dedos / flashes apagados. / Hoy te he visto más delgado, / con temblores en las manos». ¿Hay que explicar su sentido? ¿Quién llamó babosos a Los Secretos?

La segunda cara del EP se abría con un tema que sería otro clásico de los primeros Secretos pese a tratarse de una versión. Sí, porque «Sobre un vidrio mojado» era una composición del grupo uruguayo Kano y los Bulldogs, que Juan de Pablos había pinchado en su radiofónico Flor de de Pasión, cazada en el recopilatorio argentino Los preferidos de la Luna –en el que también había temas de Palito Ortega, La Joven Guardia, Los Iracundos, Gianni Morandi e incluso Marisol y Dyango– y que impactó a los Urquijo. Su versión no se aleja demasiado de la original del combo uruguayo, aunque los madrileños le imprimen algo más de ritmo. Un corte que sonaba sesentero, pero con una letra bien hermosa: «Sobre un vidrio mojado escribí su nombre, / sin darme cuenta; / y mis ojos quedaron igual que ese vidrio, / pensando en ella».

El disco se cerraba con la balada –de nuevo firmada por Enrique y Pedro– «Loca por mí», otra canción romántica pero, una vez más, con esa lúcida mirada que marcaba la diferencia: ella se hace la interesante y él se la ve venir bien a las claras («Me ha hecho gracia tu frialdad / ingenuo espejo de cristal / que refleja que estás loca por mí») y no duda en disparar frases del tipo «Yo sólo quiero jugar […] No eres la primera […] Yo nunca te hablé de amor […] Es posible que esta noche / te explique qué es el amor». Todo ello cantado con esa lánguida indiferencia que Enrique se gastaba en sus primeras grabaciones, como si la cosa no fuera con él.

Un disco para la historia, no hay duda. Quizás por ello alcanza un elevado precio en el circuito del coleccionismo.

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