Deconstruyendo a Lennon: Su vida a través de ‘God’

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“En ‘God’ condensa con contundencia sus creencias y su vida y, en un increíble punto de quiebre, escribe el triste final de una década tan convulsa como gloriosa”

 

Todos los 8 de diciembre suenan a John Lennon, y todos los John Lennon están definidos en ‘God’, una canción de “Platic Ono Band” donde plasmó muchas de sus creencias y de su descreimiento. Umberto Pérez desgrana su letra para recorrer la vida del exbeatle.

 

Texto: UMBERTO PÉREZ.

 

Ocho meses después del anuncio oficial de la separación de los Beatles en boca de Paul McCartney, el 10 de abril de 1970, su antiguo compinche y socio, John Lennon, editaba su primer disco en solitario: “John Lennon / Plastic Ono Band”. Un álbum íntimo, vital y desgarrador, en el que expiaba sus culpas y dolores acumulados desde la infancia; el manifiesto del beatle más complejo.

Desbandado, solo –o en compañía de Yoko Ono, siendo juzgados por los ojos de la humanidad– y bajo la influencia de la terapia primal, guiado por el mismo doctor Arthur Janov, Lennon le puso la cara a su realidad y plasmó en ese primer disco, sin ascos, todo lo que sentía: la ausencia de su madre muerta y el amor que le profesaba, su enamoramiento de Yoko, el rencor hacia su padre, la sensación de aislamiento y su deseo de seguir sintiéndose parte de la clase trabajadora.

Son diez canciones y una coda, tratadas con delicadeza y austeridad en sus arreglos pero brutales en su contenido, que dan cuenta de la amargura voraz que consumía a Lennon desde que Julia, su madre, muriera cuando él tenía 17 años, y que fue acumulando, incómodamente, entre las mieles del éxito, la fama y la fortuna. Pero sin duda alguna, es ‘God’, la canción que cierra este disco perfecto, la que más refleja su estado en aquel momento. El piano gospel de Billy Preston, el bajo de Klaus Voormann y la batería de Ringo Starr le agregan intensidad a cada arponazo que lanza Lennon en cada verso de una letra que es toda una declaración de principios. En ella condensa con contundencia sus creencias y su vida y, en un increíble punto de quiebre, escribe el triste final de una década tan convulsa como gloriosa. Es tal el alcance de la letra de ‘God’ que, en un intento de deconstrucción, se puede hallar el imaginario, la vida y la muerte de Lennon, eso sí, sin pretender encontrar profecías donde no las hubo.

 

 

Solo eres un ser humano

La canción inicia con un verso que de inmediato corta la respiración: “Dios es un concepto a través del cual medimos nuestro dolor”, y es enfático al repetirlo: “Dios es un concepto a través del cual medimos nuestro dolor” reconociendo que cuanto más sufren las personas más se aferran a una fe. A partir de esa sentencia, Lennon se larga entonces a declarar las cosas en que descree. “No creo en la magia” canta, y menciona otros elementos de tipo adivinatorio, místicos y religiosos: el I Ching, el tarot, el yoga, el mantra, la Biblia y el Bhagavad Gita; también, dice que no cree ni en Buda, ni en Jesús. Pero durante su vida tuvo conexiones fuertes con el mundo espiritual.

En 1967, tras el fallecimiento de su mánager Brian Epstein, los Beatles se acercaron a la figura del Maharishi Mahesh Yogi, gurú indio fundador de la técnica “meditación trascendental” basada en el yoga. Un año después viajaron a Rishikesh (India), a la sede del Maharishi, para profundizar en el aprendizaje de dicha práctica, aunque a las pocas semanas saldrían espantados de allí por diferentes motivos. Solo George Harrison ahondaría en la práctica del yoga y mantendría vínculos con organizaciones religiosas (el Movimiento Krishna), mientras que un Lennon decepcionado se despacharía en contra del Maharishi tratándolo de embustero en la canción ‘Sexy Sadie’, que aparece en el “Álbum Blanco”.

John tenía una pequeña obsesión de tipo numerológico, sentía que el número nueve estaba presente de manera especial en su vida: nació un 9 de octubre de 1940, conoció a Yoko Ono el 9 de noviembre de 1966 y su segundo hijo, Sean Lennon, nació el mismo día que su padre pero en 1975, por medio de una cesárea planeada por John y Yoko. El nueve de Lennon también está presente en títulos de canciones de su autoría como ‘One after 909’, ‘Revolution 9’ y ‘#9 Dream’.

En ‘God’ cerró de manera fulminante algunas heridas abiertas. En agosto de 1966 unas declaraciones suyas sacadas de contexto volaron como pólvora en el sur de los Estados Unidos; entrevistado en marzo por la periodista Maureen Cleave sobre la religión, afirmó: “El cristianismo desaparecerá. Menguará y se esfumará. No hace falta que yo lo demuestre. Estoy en lo cierto y se demostrará que lo estoy. Ahora nosotros somos más populares que Jesús. No sé que desaparecerá primero: el rock and roll o el cristianismo. Jesús era un gran tipo, pero sus discípulos fueron torpes y vulgares”. Cuando el comentario apareció publicado, cinco meses después, en un magazín juvenil estadounidense, la comunidad cristiana, liderada por obispos, pastores y líderes del Ku Klux Klan, rasgó sus vestiduras e inició una campaña violenta en contra de los Beatles, que incluyó la quema de discos, sabotajes y amenazas. Semanas después, y antes de dar inicio a la última gira norteamericana de los Beatles, Lennon se vio obligado a disculparse en una rueda de prensa no sin antes explicar lo que había querido decir.

La figura de Jesús volvería a aparecer en posteriores declaraciones de Lennon, específicamente, cuando llevó a cabo, junto con Yoko, la campaña “Bed In” en 1969; un acto en contra de la violencia que realizaron en Ámsterdam y Montreal. Durante dos semanas, John y Yoko, encamados y frente a la opinión pública (periodistas, políticos, líderes sociales, etc.) hablaron de la paz. En varias ocasiones, Lennon contrapuso la figura y el mensaje pacifista de Jesús frente a la ideología violenta de Hitler; dos mensajes y dos opciones al alcance de cualquiera.

 

Héroe de la clase obrera

Precisamente, Adolf Hitler, junto a John F. Kennedy y la realeza son las negaciones políticas de Lennon en ‘God’. John Winston Lennon Stanley nació en el Hospital de la Maternidad durante un bombardeo de la Luftwaffe al puerto de Liverpool en plena Segunda Guerra Mundial, y su segundo nombre fue puesto en nombre del Primer Ministro Británico Winston Churchill. A manera de anécdota, una imagen de Hitler y otra de Gandhi propuestas por John quedaron por fuera del collage final que aparecería en la célebre portada del disco de los Beatles “Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band” por recomendaciones de la disquera para no herir susceptibilidades.

Pero la realeza británica y el Gobierno de los Estados Unidos se cruzaron en la vida del exbeatle en diferentes momentos, aunque siempre mantuvo una posición muy clara frente a las instituciones y la fue develando en la medida en que su carácter y las circunstancias se lo permitieron. En pleno furor de la Beatlemanía, el 4 de noviembre 1963, cuando el grupo acudió a la gala anual de la “Royal Variety performance”, a la que asistió la reina Isabel II, John dejó entrever su pensamiento sobre la realeza británica. En la introducción de ‘Twist and shout’, el beatle espetó: “Para el siguiente número me gustaría pedir su ayuda: las personas de las sillas baratas pueden aplaudir, el resto de ustedes solo sacudir sus joyas”. En el vídeo que registra dicha actuación se aprecia cómo Lennon sonríe y hace una mueca traviesa a sabiendas de que lo que ha dicho no está bien y menos si se trata del grupo de pop que más contaba con la simpatía de la realeza y parte del gobierno.

 

 

Este detalle que parecía menor no pasó por alto cuando, dos años después, los Beatles recibieron de manos de la Reina Isabel la condecoración como miembros de la Orden del Imperio Británico. Cuando se dio a conocer la noticia, varios integrantes de la orden como militares retirados, escritores y políticos la rechazaron con vehemencia, algunos optaron por devolver sus respectivas medallas. Lennon, que tampoco había recibido la noticia con complacencia, al conocer la reacción de estos no dudo en responder con su mordacidad característica: “Muchos recibieron su premio por matar personas. Nosotros recibimos el nuestro por entretener. Me parece que lo merecemos más nosotros”. Y más tarde agregó: “Nos han dado el MBE (por sus siglas en inglés) por exportación, y la mención habría debido decir eso… si alguien hubiera recibido un premio por exportar millones de dólares en abonos o en maquinarias, todos habrían aplaudido. ¿Por qué a nosotros nos atacan?”.

En 1969 durante su campaña pacifista, Lennon devolvió su condecoración como miembro de la Orden en protesta a la intervención de Gran Bretaña en Nigeria y Biafra, la guerra de Vietnam y el descenso en las listas de su sencillo ‘Cold Turkey’ -aunque esto último empañaba la carta que le dirigió a la Reina Isabel-. John y Yoko abandonaron Inglaterra, definitivamente, para radicarse en Nueva York en agosto de 1971.

Volviendo a la letra de ‘God’, el verso “No creo en Kennedy” no sentó muy bien en el seno gubernamental de Estados Unidos. Lennon pasó momentos muy difíciles en Nueva York por causa de su actividad política antibelicista y rodearse de enemigos públicos del Gobierno de Richard Nixon. En cuanto llegó a Manhattan se reunió con Jerry Rubin y Abbie Hoffman, dos activistas beligerantes y extremistas que integraban el grupo de los “Siete de Chicago”, causantes de los desórdenes de la Convención Demócrata de 1968. A partir de ese momento, se involucró seriamente en mítines políticos, marchas y actos de protesta en contra de la guerra y el Gobierno junto a Yoko.

Después de endurecer su postura pacifista tras la campaña del ’69, Lennon publicó sencillos como “Happy Xmas (War is over)” y “Power to the people” seguidos de un álbum doble de corte netamente político en compañía de Yoko: “Some time in New York City”, con el que se sumaron a la lucha por los derechos civiles y se opusieron al Gobierno de Nixon. Canciones de protesta como ‘Angela’ dedicada a la activista afroamericana Angela Davies, ‘John Sinclair’ en la que pedían la libertad de un hombre condenado a 10 años de prisión por portar dos porros, ‘Atica state’ en contra de la brutalidad policial en dicha prisión, o la controversial ‘Woman is the nigger of the world’, en la que Lennon y Ono reprueban el papel de la mujer en la sociedad contemporánea, reflejan muy bien el ímpetu político de su autor. Pero no solo mira de forma crítica a Estados Unidos, también apunta a Gran Bretaña: ‘Sunday bloody sunday’ y ‘The luck of the irish’ denuncian la guerra en Irlanda del Norte y la tragedia que viven los irlandeses.

 

 

Las “malas compañías”, sus canciones, sus declaraciones y su pasado, encendieron rápidamente las alarmas en el Gobierno de los Estados Unidos y los servicios de inteligencia, que empezaron a considerarlo una amenaza para la seguridad nacional y el presidente, y procedieron a vigilarlo y a buscar la forma para deportarlo. En 1972 le negaron la extensión de su visado con la excusa de su detención por posesión de drogas en 1968. Su defensa inició una serie de apelaciones y aplazamientos para mantener la vigencia de su visado y él comenzó a sentirse paranoico hasta tal punto que recayó en el abuso de drogas. Con su batalla contra los Estados Unidos en el congelador, reorientó la temática de sus canciones y concentró su atención en sus propios negocios. En 1976, cuando se retiró como opinador público, le fue otorgada la tarjeta de residente permanente en los Estados Unidos.

 

Cuando eras joven a tu héroe nunca lo colgaron

Retomando ‘God’, las últimas menciones recaen en referentes, colegas y compañeros musicales. Primero se descarga en contra de Elvis Presley, uno de sus máximos ídolos a quien conociera en una de las giras de los Beatles a los Estados Unidos. Siendo adolescente, John fue testigo del desembarco del rock and roll en Inglaterra. Marinos mercantes llegaban desde los Estados Unidos con discos sencillos de blues y rock en sus maletas. A través de la radio y de los discos se vio sorprendido y fascinado por las canciones de Elvis, Chuck Berry, Buddy Holly y Little Richard, entre otros. Pero fue Presley su modelo a seguir, de manera casi mitómana se fijó en el oficio y las maneras del de Tupelo y todo lo que provocaba: “Nada me afectó hasta que llegó Elvis”, reconoció luego, como también que a le debían la existencia de los Beatles. En agosto de 1965 conocieron al rey del rock en Los Ángeles; aunque para entonces la figura de Presley había decaído, seguía siendo el ídolo de los Beatles. Cuentan que fue una reunión tímida y aburrida hasta que aparecieron algunos instrumentos de música que rompieron el protocolo para establecer una empatía lógica. Paradójicamente, Elvis se sumaría a la causa de Nixon en 1970, arguyendo, entre otras cosas, que le preocupaban los efectos de la contracultura antibelicista, impulsada por los Beatles, en las buenas costumbres de la sociedad estadounidense.

La otra leyenda de la música pop mencionada por John Lennon en ‘God’ es Bob Dylan. En la canción lo llama por su verdadero apellido, Zimmermann. “Dylan es un invento. Él se llama Zimmerman, en ese sentido no creo en Dylan”, dijo después. La relación amistosa que tuvo con Dylan fue, principalmente, de admiración. Los Beatles le conocieron también en agosto de 1965, y cuenta la leyenda que la repercusión de este encuentro fue definitiva para la música pop. Antes de la reunión, las dos partes venían influenciándose: si los Beatles estaban maravillados con las letras de las canciones del de Duluth, este había quedado sorprendido con la música del grupo. Si ‘I want to hold your hand’ había resultado reveladora para la obra del bardo, el efecto de la marihuana que Dylan dio a probarles por primera vez, brotaría en la nueva estética sonora y poética del grupo.

La amistad entre los de Liverpool y el de Duluth fue estrecha, especialmente con George Harrison, pero el reconocimiento entre John y Bob se mantendría en el tiempo. Cuando Dylan reapareció en 1970, después del retiro motivado por su famoso accidente en moto, Lennon, Harrison y Ringo Starr viajaron a escucharlo en el Festival de la Isla de Wight. En retribución, treinta y dos años después de la muerte de Lennon, Dylan escribió y grabó la canción ‘Roll on John’, que aparece en su álbum “Tempest”

 

 

El amor es real

Finalmente en ‘God’ John sentencia un verso demoledor: “No creo en los Beatles”. Que lo dijera el fundador de la banda y uno de sus cerebros creativos no podía ser más desolador para sus seguidores. Después de una década juntos, el desgaste del cuarteto y los intereses personales hacían del final una separación natural; pero llegó a ser tan traumática que, en 1970, en pleno proceso de autocrítica y promoción de su disco, Lennon confesó en Rolling Stone lo siguiente: “Tienes que humillarte por completo para ser lo que eran los Beatles, y eso es lo que me enfermaba. Yo no lo sabía, yo no lo preví. Fue sucediendo de a poco, gradualmente, hasta que nos rodeó esa locura total y nos encontramos haciendo exactamente lo que no queríamos hacer, con gente que no soportábamos, la clase de gente que uno odiaba cuando tenía diez años. Eso es lo que digo en este álbum: ¡Váyanse a la mierda! No me agarran dos veces”.

La canción cierra con Lennon reafirmando su momento de honestidad brutal: “Yo solo creo en mí, en Yoko y en mí, y esa es la realidad. El sueño se ha acabado”. El dramático final de los Beatles -y la década de los sesenta- no empañaron el momento íntimo que John vivía con Yoko. La prensa mundial los devoraba vivos culpándolos de la separación del grupo, mientras que ellos, solos, enfrentaban periodos de rehabilitación a las drogas y duelos por los diferentes abortos inesperados. Pero eso los hizo más fuertes; una breve separación, en 1973, fue definitiva para que John y Yoko siguieran juntos hasta el final. En 1975 se retiraron del mundo artístico para dedicarse al hogar que integraban con Sean, su hijo recién nacido. En 1980 reaparecerían con “Double fantasy”, un gran álbum de regreso en cuya tapa aparecen besándose.

La letra de ‘God’ transmite una idea más: el autor vive una nueva etapa, admite que por primera vez en mucho tiempo es consciente de su realidad, sin ningún velo ilusorio, e invita a los demás a continuar, porque “el sueño se ha acabado”, y después de todo, incluso de los Beatles mismos, todo seguía igual.

El 8 de diciembre de 1980, una década después de la publicación de ‘God’, el asesinato de John Lennon a manos de un fanático desquiciado fue el último acto devastador para que la gente entendiera que todo el esplendor y la locura de los sesenta había sido un sueño, si no una pesadilla, de la que despertaban con la noticia de que su héroe había sido inmolado. Pero como en todo sueño en el que aparecen canciones, las suyas siguen sonando 37 años después, mientras miramos las ruedas girar y girar.

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