Daniel Johnston: Leyenda indie viva y singular

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«Apareció con pantalón de chándal y polo metido por delante para contenerle la barriga, con una guitarra extraña de tamaño mínimo y desafinada»

Daniel Johnston
18 de abril de 2012
La Casa Encendida, Madrid

 

 

 

Texto y foto: MIGUEL TÉBAR ALMANSA.

 

 

La excesiva expectación ante la visita del mito aún vivo agotó las localidades anticipadas en pocas horas y las cien últimas que aguardaron a la venta en taquilla, presenciaron una cola inusual que se perdía por las plantas de La Casa Encendida, para desilusionadamente dejar con las ganas a la mayoría de los que aguardaban desde hacía horas.

Al igual que en las salidas de EE.UU. que realiza Chuck Berry, el bonachón Daniel Johnston (California, 1961) se hace acompañar en gira por músicos locales allá por donde pasa –para la ocasión que nos ocupa, dos tercios de Betunizer fueron los intrépidos afortunados–. Los madrileños Wild Honey sirvieron de teloneros por si la actuación era más breve de lo deseado. Parecía ser una apuesta a todo o nada, con riesgo para todos, excepto para Daniel –el tabaquismo que sufre a priori quizás fuera una adversidad, superada al igual que el temblor de manos–. A la postre, cincuenta y pocos minutos fueron suficientes para satisfacer las expectativas de cualquier fan.

Apareció con pantalón de chándal y polo metido por delante para contenerle la barriga, con una guitarra extraña de tamaño mínimo y desafinada –acorde a su voz– comenzó el repertorio pactado, pero sin banda. Daniel Johnston parece un niño de pelo cano, alguien consciente de ser enfermo crónico, ajeno al tiempo y al espacio –e incluso, a su propia obra–. Es un reprimido sexual que inspira pavor y ternura al mismo tiempo –con semejante mirada perdida en las letras del atril y ceño fruncido es capaz de alardear de la atracción que dice despertar en el género femenino–, un actor de cómic en sueños y un dibujante a rotulador o bolígrafo, un cantautor de pocos acordes –como demostró en los primeros tres temas del concierto, comenzando por ‘Lost in my infinite memory’–. Un artista compulsivo con una extensa obra que atrae y repele según la afectividad que se le tenga a la persona, ¡no existe el personaje! Es, en definitiva, un libro abierto en la música y la pintura.

Llegó a Madrid con su recién estrenado debut de novela gráfica, banda sonora y app titulado «Space ducks: an infinite comic book of musical greatness», del que cantó la versión definitiva de ‘Mask’. Y seleccionó de su repertorio algunas de las esperadas, ovacionadas y acertadas canciones como son: ‘Fish’, ‘The Beatles’, ‘Love Wheel’ o ‘Walking that cow’ y ‘Casper the friendly ghost’ con ese órgano tan naïf marca de la casa. Para el bis –que sorprendentemente lo hubo– reservó las potentes ‘Speeding motorcicle’ y ‘Rock ‘n’ roll/EGA’ más la versión a capella de ‘Devil town’.

Este concierto ha sido el inicio de una mini-gira por España del músico maldito que diera al mundo a conocer el desaparecido Kurt Cobain, vistiendo la camiseta con el dibujo de la rana Jeremiah (uno de los alter ego de Johnston) que ilustraba la portada del legendario «Hi! How are you?» (Stress Records, casete, 1983) –explotado hasta la tomadura de pelo como merchandising–. Un ser creativo, pese a su bipolaridad, confeso deudor de la fama y legado de The Beatles y reivindicado por numerosos artistas de incuestionable calidad en el planeta indie. Un «brokenheart» temeroso de Satán y de agentes nocivos como Metallica, la banda a través de la cual él dice que el demonio controla la tierra. Una curiosa experiencia satisfecha, relativamente satisfactoria y anecdótica por la trascendencia de Daniel Johnston en el plano de lo morboso más que en el musical. Ejemplo de superación con arte y genio.

Nota al pie: Por unos días, en el mismo espacio cultural, se podrá ver La exposición «Visiones simbólicas. Una mirada al universo de Daniel Johnston», un proyecto de Estela Aparisi e Íñigo Pastor (Munster records), con la colaboración de Jeff Tartakov (ex-manager de Johnston). La obra gráfica que recorre sus obsesiones, pasiones, alegorías y angustias vitales, a menudo conectadas con sus problemas psicológicos –padece un síndrome maníaco depresivo-. Dicho homenaje se completa con la proyección de un documental de producción propia más el emocionante The Devil and Daniel Johnston (Jeff Feuerzeig, 2005) y tres conciertos de homenaje al artista por amigos y excolaboradores: Jad ‘Half Japanese’ Fair con Norman ‘Teenage Fanclub’ Blake, Mary Lou Lord y Kathy Mc Carthy.

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