“Cuentan que hay músicos que son periodistas frustrados”, artículo de Diego A. Manrique

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El tópico dice que todo periodista musical es un músico frustrado. Pero hoy, sobre todo en Estados Unidos y Reino Unido, abundan los músicos metidos a periodista. A reseñar el reciente libro de uno de estos últimos, Bob Stanley, del trío Saint Etienne, dedica Diego A. Manrique un artículo en “El País”.

En las 800 páginas de “Yeah yeah yeah” Stanley “pretende cubrir nada menos que ‘la historia del pop moderno’ (en realidad, Stanley se para antes de llegar al turbulento presente siglo). Trabajos tan panorámicos son extremadamente raros. Y ‘Yeah yeah yeah’ pertenece a la categoría superior. Para entendernos, se trata de algo así como el hijo listo de ‘Awopbopaloobop alopbamboom: una historia de la música pop’. Las frivolidades, las condenas tajantes del enfant terrible que era Nik Cohn son aquí reemplazadas por la pasión de la urraca, que acumula las joyas halladas, haciendo un provechoso uso del pie de página”.

Aunque anglocéntrico, “me conquistó al citar, en su prólogo, a Waldo de los Ríos (sí, su arreglo de la Sinfonía nº 40 mozartiana fue gran éxito en 1971 en varios países europeos) y afirmar que forma parte de su universo particular con el mismo derecho que Laurie Anderson (‘O superman’) o los Marcels (‘Blue moon’)”, escribe Manrique.

Y añade: “¡Aviso! Stanley odia a los artistas que se toman a si mismos demasiado en serio; obviamente, su propia postura es una forma de esnobismo. Así que no se alteren si encuentran que menosprecia a los Doors, Patti Smith, Radiohead o Tom Waits (ajeno a los charts, Tom sencillamente es ignorado, aunque cumpliría el requisito como autor de éxitos para otros)”.

“Con todo, Yeah yeah yeah produce un efecto intoxicante. El contagioso fervor de Stanley despierta ansiedad por escuchar tantas gemas olvidadas. Tiene arte para contar las grandes historias desde una perspectiva fresca; figuras monumentales o artistas de serie B son descritos con unos brochazos eficaces. Refractario a los tópicos, encuentra tesoros en las etapas supuestamente baldías. Y funciona con luces de larga distancia: de repente, sugiere que The Time fueron, para el pop-soul de los ochenta, el equivalente de The Byrds para el rock californiano de los sesenta. Un disparate, pero te hace pensar durante unos segundos.”

Desde aquí puedes leer “Cuentan que hay músicos que son periodistas frustrados”.

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