Corriente alterna: Orgullo de barrio

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“Es más interesante destacar su concepto barrial tan inspirador, tocando vertientes tan distintas pero aglutinadas en las calles como el romanticismo y la acidez, el sexo y las cloacas, pero también la forma en que se entiende dentro del barrio el mundo exterior”

 

La reciente reedición que ha hecho Warner del disco de Ramoncín “Arañando en la ciudad” desempolva los recuerdos de juventud de Juanjo Ordás, que reivindica el valor de aquel trabajo de 1981.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

Hay discos a los que se les tiene especial cariño, los hay que son históricamente importantes y cuando ambas apreciaciones coinciden suelen ser sinónimo de reedición de lujo, un tipo de relanzamiento que ciertamente va unido a factores demográficos, pero que no es exclusivo de estos tiempos, sino del hecho de que los jóvenes rockeros envejecen, se ponen corbata y disponen de un salario con el que rememorar el pasado en bandeja de plata. No hay ningún problema con ello, de hecho está bien, especialmente cuando se trata de un disco como “Arañando la ciudad” (Warner, 2015), que no envejece, que sigue siendo actual. Sin necesidad de rascar un doble cedé, el disco original se ha remozado y se han añadido unos suculentos bonus –atentos al recitado del poema inédito titulado como el disco que podría haber funcionado como perfecta introducción–, además de un grueso libreto con textos de interés.

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Hago sonar el cedé e impulsivamente salto a una de mis canciones favoritas de todos los tiempos, ‘Putney bridge’. En su día, fue cobijo durante la tormenta. Hablo de hace muchos años. Eran días convulsos de decir adiós a demasiadas cosas y ‘Putney bridge’ me daba comprensión más que fuerza. Ese es el misterio del arte, que te reconforta personalmente cuando ni siquiera eres su destinatario real. Sigue sonando tremenda y continua reconfortándome, todo sigue en su sitio, la canción sigue siendo la canción que era y “Arañando la ciudad” sigue siendo el enorme disco que siempre fue. Es uno de esos en los que nada falla, tanto que sería demasiado fácil hablar de las canciones o decir que aquí se incluye un himno por excelencia del rock español como ‘Hormigón, mujeres y alcohol’. Y todo sería cierto, pero fácil. Es más interesante destacar su concepto barrial tan inspirador, tocando vertientes tan distintas pero aglutinadas en las calles como el romanticismo y la acidez, el sexo y las cloacas, pero también la forma en que se entiende dentro del barrio el mundo exterior. A ese respecto, dudo mucho que exista un disco mejor que este, igual tal vez, pero no superior.

Anterior entrega de Corriente alterna: Nick Cave, sumo sacerdote.

 

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