Corriente alterna: El dolor de los Black Keys

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«Seguro que The Black Keys preparan shows interesantes, pero las canciones de “Turn blue” no van sonar nunca tan bien como en tu casa por la noche»

 

Tras escuchar “Turn blue”, el nuevo disco de los Black Keys, Juanjo Ordás llega a la conclusión de que el dúo está triste. Y se pregunta cómo es posible tal cosa.

 

 

Una sección de JUANJO ORDÁS.

 

 

¿Qué es lo que les duele a Dan Auerbach y Parick Carney? No tengo la menor idea pero The Black Keys lo plasman con ganas en “Turn blue”, su nuevo disco. Arranca con los casi siete minutos de ‘Weight of love’ y desde el primer momento queda claro que desean hacer partícipe de su tristeza al oyente. Lo envuelven con una atmósfera que fácilmente recuerda a Pink Floyd, un fantasma que vuelve a dejarse escuchar en la emotiva ‘Bullet in the brain’ con mayor fuerza si cabe. Incluso cuando deciden agitar las caderas con su patentada fórmula de toscas baterías y bajos gruesos en ‘In time’ y ‘Fever’ hay un ambiente triste con el que se recrean y del que se sirven para dotar de un carácter distinto al disco. ¿Y por qué estarán tan tristes? Podemos frivolizar un poco, ¿verdad? Ok, digámoslo: tienen pinta de empollones de clase y aún así se han vuelto estrellas. Deberían estar felices. Lo normal es que el «outsider» acabe vestido de rock star para que aquellos que le tomaban el pelo en los pasillos no tengan ahora más remedio que alabarle, pero la verdad es que Auerbach y Carney lo han conseguido sin tener que ponerse guapos, sin cuero negro, sin tacones. Es un hecho. Bien, fin de la frivolidad. Los tipos son realmente buenos, han conseguido forjar un sonido que cualquiera que se acerque a él solo podrá ser tachado de émulo y ahora van un poco más allá de sus propios planteamientos porque en “Turn blue” no hay la misma esperanza que en “Brothers” y “El camino”, sus célebres obras anteriores, pero sí posee su misma vitalidad. Por muy melancólico que suene, “Turn blue” es una patada en el culo para salir adelante y olvidar la dolencia emocional.

En realidad, no es un disco ni para una fiesta ni para un funeral, sino para una resurrección. Una resurrección cósmica (sí, Pink Floyd están ahí, ya veréis). También es verdad que no será agradecido de tocar en vivo, aquí no hay un hit como el pasado ‘Lonely boy’ que vaya a poner a bailar a la multitud, sino canciones para escuchar más que para cantar. Sin duda, seguro que The Black Keys preparan shows interesantes, pero las canciones de “Turn blue” no van sonar nunca tan bien como en tu casa por la noche. Pero el buen trabajo está hecho y son estos once temas.

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