Cómics: «Un médico novato», de Sento

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«Lo raro sería que no comiencen a lloverle más premios, porque esto es Arte con mayúscula: arte literario y arte gráfico. El premio es para los lectores, que podemos disfrutar del regreso de uno de los mayores dibujantes de la historia del tebeo español»

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Sento
«Un médico novato»
SINS ENTIDO

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

Retirado durante años de la historieta, Sento Llobell (Valencia, 1953) ha regresado a ella con «Un médico novato», una obra en la que relata las memorias del médico Pablo Uriel durante la Guerra Civil, encarcelado en Zaragoza por los nacionales, sin terminar de entender la razón, al estallar la contienda en el verano de 1936. Un médico como tantos otros, un ciudadano más de los que se vieron en medio de la refriega. Pero su historia, por ser precisamente completamente normal (un estudiante con inquietudes izquierdistas), adquiere mayor relevancia pues muestra con descarnada crudeza la barbarie y el sinsentido de la guerra, a la que nadie puede ser ajeno. Hay que destacar que Uriel no es un personaje de ficción: era el suegro de Sento, y este se ha documentado para narrar sus peripecias con los testimonios y documentos que el doctor le dejó a sus hijas.

En realidad, gran parte de la acción de «Un médico novato» transcurre en presidio, entre la monotonía, la zozobra y el terror de saber que el próximo fusilado puedes ser tú o tu compañero de celda. Y ahí, Sento muestra su pericia narrativa: lo que podrían ser unas páginas tediosas, se transforman en un inquietante relato de atmósfera tensa y opresiva, apoyado por la narración paralela en la que asistimos a las gestiones de las hermanas de Uriel para tratar de liberarlo. Sento atrapa al lector de tal modo que es imposible abandonar la lectura: necesitas llegar hasta el final, que resultará de un belleza conmovedora, para conocer qué le depara el destino al joven médico.

Inevitable es referirse al preciosismo visual, al delicado tratamiento del color (de Elena Uriel, pintora e hija de Pablo, compañera de Sento) unido al papel empleado para la impresión y al cuidadoso diseño (lo peor es una ilustración de portada que no le hace justicia al portento visual que el libro acoge en su interior). Con un Sento magnífico, que una vez más hace alarde sin querer hacerlo de su genialidad, de su dominio inigualable del dibujo, siempre al servicio de la narración. Con los años, y poco a poco, ha ido regresando (esencialmente en su trabajo en el tebeo), hacia sus primeros tiempos gráficos, a aquellos años previos a la luminosidad que le dio fama en los ochenta, cuando era un dibujante fascinado por el underground estadounidense: de ahí ha recuperado elementos visuales con los que «ensuciar» las viñetas, romper el trazo y manchar las masas. Pero siendo comedido, no queriendo ser más aquel sinuoso esteta de las historias románticas o de «Velvet nights» (de 1985, que con guión de Ramón de España es uno de los más grandes álbumes de la historieta española, injustamente relegado y nunca reeditado), pero sin olvidarlo por completo: en cada viñeta de «Un médico novato», la vista puede recrearse y gozar plenamente de un dibujo prodigioso, hermoso, ágil, delicado, conciso, vívido y cautivador hasta en sus mínimos detalles. Como siempre, desde el lejano, revelador e iniciático «Romance» (1981), Sento no solo maneja la anatomía y los escenarios como quiere, sino que su puesta en escena, en ocasiones casi teatral, apoya el relato aportando unas dosis de sensibilidad visual que engrandece, particularmente, las historias más emotivas y sentimentales: es el factor humano del dibujo de Sento, algo que se tiene o no se tiene, y que probablemente esté relacionado con saber manejar la ternura interior para volcarla en la mano y de ahí al lápiz y el papel.

No extraña que «Un médico novato» se hiciera con el VI premio Fnac/Sin Sentido de novela gráfica. Lo raro sería que no comiencen a lloverle más premios, porque esto es Arte con mayúscula: arte literario y arte gráfico. El premio, en realidad, es para los lectores, que no solo podemos disfrutar del regreso de uno de los mayores dibujantes de la historia del tebeo español (al que los lectores más veteranos de EFE EME conocen bien, pues durante años fue uno de nuestros ilustradores de cabecera), sino de un relato que dejó conmocionado a, por ejemplo, el habitualmente impávido Arturo Pérez Reverte. Lo mejor es que, parece, Sento está trabajando en la segunda parte de las memorias de Pablo Uriel, cuyo proyecto íntegro completará una trilogía. Ya estamos esperando.

Anterior crítica de cómics: “Nada más importa”, de Aitor Saraiba.

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