Cómics: «Marco Antonio. Obra completa», de Mique Beltrán

Autor:

«Fue Marco Antonio, una excelente serie humorística en la que Mique resolvía pequeñas anécdotas en una página con la maestría de los más grandes historietistas»

 

Mique Beltrán
«Marco Antonio. Obra completa»
EDITORES DE TEBEOS

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

A comienzos de los años ochenta, muchos quedamos fascinados ante un grupo de jóvenes dibujantes que, recogidos por la revista «Cairo» y conectados ideológicamente con la nueva escuela francobelga (o el resurgir de la línea clara, movimiento encabezado por Chaland y Clerc), andaban enfrascados en la noble tarea de darle una pátina de modernidad al tebeo español. Entre ellos brillaba Mique Beltrán, que parecía haber nacido para narrar historias y ponerlas en viñetas de un dinamismo asombroso. Dio forma a un personaje magistral, Cleopatra, actriz-aventurera que en un par de relatos largos subyugó a los más inquietos lectores del momento, pero, en un giro inesperado, Cleopatra quedó embarazada y tuvo a un pequeño vástago que nacería con poderes telequinésicos: sí, Marco Antonio, el niño no podía llamarse de otro modo. Y Marco Antonio, lo que son las cosas, le robó todo el protagonismo a la primera actriz que era su madre encabezando serie propia. Y lo hizo no en las páginas de una revista de cómics para adultos (por entonces, el reducto de la tribu de la viñeta), sino en la publicación infantil de mayor tirada del momento: «El Pequeño País», encarte historietil dominical del diario «El País». Ahí, y desde 1990, Marco Antonio encontró cobijo durante cerca de una década.

Ahora, todas aquellas muchas páginas (más de trescientas) protagonizas por este pequeño truhán que dejó de crecer para quedar atrapado por siempre en una edad indeterminada, han sido recopiladas en un tomo en el que nos reencontramos con el niño cabezón y espabilado, con Cleopatra, con la tía Gutanda, con el Mariscal Bom Bom y con toda una pléyade de formidables secundarios de lujo, de esos que enriquecen y dan sentido a los buenos relatos.

Fue Marco Antonio, una excelente serie humorística en la que Mique resolvía pequeñas anécdotas en una página (aunque conoció diferentes formatos, como se aprecia en esta integral) con la maestría de los más grandes historietistas: sus gags son inteligentes (algunos abiertamente absurdos o surrealistas) y no consideran al lector infantil un berzas dispuesto a tragar con cualquier cosa, no, Mique es un niño grande y, por tanto, sabe cómo tratar y dirigirse a los que son como él pero más bajitos, cómo aproximarse y comprender sus razones y motivaciones. Así dio vida a un pequeño y entrañable gamberro al que abrazaríamos en cada una de sus piruetas argumentales pero al que, no nos engañemos, no querríamos tener cerca en nuestra vida cotidiana. De ninguna manera: solo nos faltaría compartir existencia con un chaval de lengua mordaz y capaz de voltearte por el aire solo con proponérselo.

Pero, si el Mique Beltrán narrador es un portento de ingenio, el dibujante es un prodigio visual: supo metabolizar las lecciones de la mejor escuela Bruguera para construir algo nuevo al combinarlo con el estilismo de la línea clara y los clásicos del humor estadounidense. De ahí brotó un dibujo personal y pasmoso que en este tomo, y a lo largo de una década, vemos evolucionar con naturalidad (al final más libre pero a la vez más seguro) mientras desfilan ante nuestros ojos algunas de las más logradas viñetas del tebeo español del siglo pasado. Un dechado de modernidad que pese a estar siempre al servicio de la narración, en cada trazo (probablemente a su pesar) se ven las formas de un dibujante cuyas manos buscan de manera natural la excelencia gráfica. Conozco a Mique, y mucho, así que sé que es más que probable que no le agrade demasiado que se focalice su trabajo en el virtuosismo con el lápiz y la plumilla, pero a cada uno lo suyo: es uno de los autores más superdotados de la generación surgida en los ochenta, le guste o no le guste oírlo.

Tras quince años alejado de la historieta (se dejó tentar por el cine y la televisión, con Marco Antonio persiguiéndole), Mique asegura que otra vez está afilando lápices. Gran noticia, por tanto. Mientras esperamos sus nuevos pasos (que cualquiera sabe por dónde irán), disfrutemos de nuevo de Marco Antonio en esta cuidada edición y confiemos en que sea cierto ese rumor que asegura que en breve verá la luz una integral dedicada a Cleopatra. Nuestras neuronas y glándulas lagrimales agradecen tales gestas editoriales.

Anterior entrega de cómics: “Brassens, la libertad”, de Joann Sfar.

 

© EFEEME.COM, prohibida la reproducción total o parcial.

Artículos relacionados