Coleccionistas, tres generaciones del pop valenciano

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“En la música de baile es donde muchas veces encontramos un compromiso estético bastante sofisticado, avanzando cosas que luego asumen otras músicas, hay en ella una inquietud y vanguardia, un espíritu inconformista y contestatario (muchas veces hasta político) que me parece muy estimulante y que echo de menos en otros géneros”

 

Remi Carreres, Jorge Pérez y Víctor Ramírez han aparcado sus proyectos con otras bandas para dar vida a un nuevo grupo que se ha convertido en uno de los fenómenos del año. Carlos Pérez de Ziriza charla con ellos sobre su debut discográfico.

 

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

 

Remi Carreres (Glamour, Comité Cisne, Jean Montag), Jorge Pérez (Ciudadano, Maderita, Tórtel) y Víctor Ramírez (Oh Libia!, Ramírez) representan, cada uno de ellos, la evolución mas inquieta de tres generaciones del pop valenciano: la surgida en la década de los 80, la que emergió en los 90 y la que se ha curtido ya en los 2000, respectivamente. Trabaron amistad tras su participación en un concierto colectivo auspiciado por La Habitación Roja (otro emblema local), hace un par de años en Valencia, y la gozosa concreción de esa entente ha sido un disco tan colorista, efervescente y rebosante de vida como “Coleccionistas” (Demian Records, 2015), el principal motivo para abordar con ellos un cuestionario a tres bandas. El álbum lo merece con creces. Lo suyo es el pop bailable, con denominación de origen más que borrosa y sin ningún prejuicio en el zurrón. Candidato a debut del año en cualquier terruño en el que la osadía y el descaro coticen al alza.

 

Se ha remarcado mucho que el instinto, sin una hoja de ruta preconcebida y sin prejuicios de ninguna clase, es la principal motivación que os ha guiado. ¿Creéis que puede ser un arma de doble filo? Lo digo porque lo que se gana en espontaneidad se puede acabar perdiendo en el sentido de que no haya una dirección muy definida, que se corra el riesgo de la dispersión a la hora de plasmarlo todo en disco…
Víctor: Este disco está hecho precisamente para huir de esa dirección definida que comentas. Hay una gran cantidad de música hecha de esta manera y no significa nada malo. El resultado ha sido algo que no esperábamos y que nos sorprende, porque no es lo que hacemos normalmente por separado. Desde el principio quedó bien claro que debíamos olvidar cualquier idea preconcebida para dejarnos llevar lo máximo posible por nuestra intuición.
Jorge: De todos modos, sí nos planteamos algunos caminos como punto de partida, sobre todo evitar los que no nos apetecía mucho recorrer, porque nos parecían menos estimulantes. No se trataba de ningún dogma ni imposición, pero sabíamos hacia dónde queríamos ir y hacia dónde no. Como dice Víctor, uno de los objetivos era probar cosas que nos alejaran un poco de lo que solemos hacer por separado, no sonar a lo que tradicionalmente se podría entender como banda de rock al uso, incluso evitar determinados instrumentos, armonías o estructuras. A partir de ahí, dejarnos llevar y ver qué íbamos encontrando. Es la mejor forma de divertirnos y sentirnos creativos. Conforme aparecían las canciones también se iba definiendo el sonido del grupo. Al final hay una coherencia grande entre las canciones, incluso entre ellas y la portada del disco. Funcionan como un todo.
Remi: Creo que esa falta de prejuicios ha ayudado a que termine siendo muy coherente, y que al completar la escucha del disco de un tirón se perciba con claridad el tipo de sensaciones que hemos querido transmitir. No repetir el mismo tipo de arreglos constantemente para definir un sonido de banda ha beneficiado al disco como obra.

 

Teniendo los tres un “background” pop, aunque cada vez más escorado a la primacía de los sintetizadores y la electrónica, ¿os ha resultado costoso cambiar por completo el chip para operar como una banda de pop en la que las guitarras no llevan la voz cantante?
V: No, ha sido un placer añadido. Es liberador.
J: Ese era precisamente uno de los objetivos, dejar un poco de lado las guitarras para trabajar con otras herramientas y aprender cosas nuevas. No nos planteamos ni siquiera componer con la guitarra en la mano, algo que era un poco extraño al principio para Víctor o para mí, pero después funcionó muy bien. Está claro que condiciona bastante el tipo de instrumento que uses para componer.
R: No he tenido que cambiar ningún chip, he aplicado lo que creía conveniente de los distintos chips que me he cambiado a lo largo del tiempo. En todo caso, he tenido que ponerme el chip del fluir con la canción, sin barreras.

 

¿Hay algún condicionante generacional que creéis que os marque a la hora de trabajar juntos, o la sintonía entre los tres no entiende de edades?
V: Cada uno somos como somos, en eso da igual la edad que tengas. En la música es incluso positivo que exista una confluencia de diferentes generaciones para hacer convivir ideas que en algunos casos son muy dispares. Hacer música es el fin de todo esto.
J: Estoy con Víctor, la experiencia es algo muy positivo y por lo general la edad va unida a ella, pero este es un grupo nuevo en el que de alguna forma todos estamos empezando. Para bien o para mal, te encuentras otra vez en la casilla de salida. Lo bonito de la música es que con cada disco es como si empezaras de cero, imagina además cuando es un proyecto nuevo. Por otra parte, a nivel creativo hay personas con veinte años mucho más conservadoras, previsibles y prejuiciosas que otras con sesenta. Como decía Bob Dylan, “cuesta mucho tiempo aprender a ser joven”.
R: Cuando estamos componiendo o grabando no hay ninguna diferencia, los tres tenemos caracteres muy diferentes pero tenemos una manera parecida de afrontar la vida.

 

Habéis concebido el álbum en torno a dos caras, la A y la B, a la antigua usanza, pese a que solo se compone de ocho temas. ¿Por qué?
J: Se concibieron las dos caras porque el disco se edita también en vinilo. Hasta la duración del álbum ha sido un poco condicionada por esto, queríamos que el vinilo pudiera sonar a 45 rpm y eso requería un minutaje concreto. Luego se mantuvo el diseño tal cual adaptado para el cedé. Nos hizo gracia que en el compacto siguiera existiendo esa diferenciación. En realidad no tiene sentido, es solo un juego.
R: Al editarlo en vinilo pensamos en aprovechar el formato, el orden de las canciones está pensado y estructurado teniendo en cuenta que dos caras son dos partes para un buen equilibrio de la escucha, creo que indicar esa división en el cedé ha sido un acierto.

 

Se habla de muchas influencias a la hora de calificar el álbum, pero ninguna llega a predominar sobre las otras, y tampoco responden a un mimetismo flagrante en ninguno de los casos. ¿Creéis que es el síntoma principal para evaluar si la personalidad de un proyecto como el vuestro es acusada?
V: No sé si nuestra música destaca o no, pero el abanico de influencias es bien amplio. Cuando las influencias son muchas existen más posibilidades de que todo suene a muchas cosas y al mismo tiempo a nada. Hace poco, en una entrevista que le hacían a Brian Eno dijo que la gente que hace música ahora tiene la gran suerte de poder absorber una cantidad ingente de música en muy poco tiempo. Creo que tiene razón y que es muy positivo para nuestra generación. Si en tu reproductor estás escuchando a Roxy Music, de repente escuchas a U2, luego a Deerhunter, luego a Beyoncé y luego a Animal Collective… ¡ponte a tocar y trata de hacer algo con eso! No digo que sea fácil, pero puede ser interesante. Alguien que hace canciones es un ladrón, al fin y al cabo.
R: Las influencias son más conceptuales que formales. Cuando hablamos de Eno no estamos diciendo que vamos a copiar el sonido de una de sus canciones, pero tenemos en cuenta su método de trabajo, incluso en algunas canciones eché mano de su juego de las «estrategias oblicuas» para explorar nuevas vías e intenciones ocultas.

 

 

Algunos de los temas del disco podrían ser perfectamente carne de remezcla. ¿Os lo habéis planteado?
J: Sí, es algo que hemos comentado más de una vez, a algunas canciones del disco se les podría sacar más partido bailable o experimental, y la remezcla es el terreno perfecto para ello. Es algo que vamos a proponer a algunos amigos, y por supuesto también estamos abiertos a propuestas. Nos encantaría ver cómo otros músicos cogen estas canciones y las trituran un poco.
R: Es una idea que barajamos y que tal vez tome forma en 2016. Las canciones son lo suficientemente abiertas para admitir versiones desde otra óptica.

 

En toda propuesta bailable hay siempre un componente lúdico, pero en vuestro caso también hay unas letras muy elaboradas sosteniendo las melodías, aunque jueguen con los dobles sentidos de las palabras. ¿Creéis que en la música de baile actual (donde se podría llegar a encuadraros ahora mismo) quizá falte esa pizca de incitación a la reflexión?
J: La música de baile por lo general está asociada (muchas veces de manera injusta) a la mera diversión, al producto comercial corto de miras, al carácter más lúdico y frívolo de la música, pero eso es no tener una perspectiva completa. En la música de baile es donde muchas veces encontramos un compromiso estético bastante sofisticado, avanzando cosas que luego asumen otras músicas, hay en ella una inquietud y vanguardia, un espíritu inconformista y contestatario (muchas veces hasta político) que me parece muy estimulante y que echo de menos en otros géneros. En la buena música de baile se une lo físico con la parte más intelectual, es un campo lleno de posibilidades.

 

¿Consideráis Coleccionistas como una especia de válvula de escape respecto a vuestros respectivos proyectos principales?
V: Así es. Coleccionistas me ha permitido poder hacer un tipo de canción que nunca me hubiese planteado hacer en Ramírez. Hacer este disco con Jorge y Remi me ha permitido descubrir otras formas de hacer canciones, y he aprendido a disfrutar del proceso. Es como pintar un cuadro, y antes por la razón que fuese, era incapaz de verlo así. Lección aprendida.
J: Tampoco es que necesitemos aire fresco y escapar de nuestros proyectos personales, porque nos apasionan y no creo que nos saturen a ninguno de los tres, pero siempre es sano iniciar aventuras nuevas. Llevo ya algunos años en esto y los momentos más gratificantes siempre han sido fruto de la colaboración con otros músicos y amigos.
R: Más que como válvula de escape es un laboratorio de ideas y aprendizaje, nos esforzamos en hacer canciones pensando en el colectivo, con la intención de ir un paso más allá de nuestros vicios adquiridos como músicos en nuestros proyectos personales.

 

El último tema del álbum, ‘Proyecto electrónico de Adán y Eva’, es el mas electrónico del disco (valga la redundancia que sugiere el título). ¿Puede ser un indicador de por dónde van a ir los tiros en el próximo trabajo?
V: Antes de empezar a grabar este disco, Jorge y yo siempre nos imaginábamos que todas las canciones iban a ser muy parecidas a esta. Pero ‘Proyecto electrónico de Adán y Eva’ es posiblemente el tema que más se aleja del resto de canciones del disco. No creo que sea un indicador de hacia dónde podría ir lo próximo. Lo próximo no se sabe.
R: Podría ser, o no, no tenemos nada planeado, acabar el disco con este tema es intencionado para abrir esa interrogación de la cual ni siquiera nosotros conocemos la respuesta.

 

Dejasteis muy buen sabor de boca en vuestro estreno, en el MBC Fest de Puerto de Sagunto. Y también recientemente en la sala 16 Toneladas de Valencia. ¿Tenéis planes de rodarlos en directo en próximas fechas por todo el país o incluso por algún festival?
R: Nos gustaría poder rodar el disco, estamos preparados para hacerlo.

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