Clarence Carter: El soulman más desconocido

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«Con el frenético ritmo que caracterizó a los años sesenta, grabó sus cuatro primeros elepés en el sello Atlantic, en el periodo que va de 1968 a 1970, que constituyeron el grueso de su obra en cuanto a calidad»

 

No es uno de los nombres más conocidos del libro mayor del soul, pero Clarence Carter, por derecho pertenece a él. Siempre fue un espíritu burlón.

 

Texto: JONBIL.

 

El suyo es uno de esos claros ejemplos de artista no del todo apreciado, no tan valorado como se merece. Incluso gente que adora y estudia el soul ha reconocido que fue más bien tarde cuando su nombre o su música llegó a sus oídos. Algo completamente injusto, puesto que Carter constituye uno de los nombres de oro del soul. Con cantidad de referencias al sexo en sus canciones y a través de un estilo reconocible pero variado (blues, soul, funk), se labró una carrera que, sobre todo en sus primeros dos años, resultó magnífica.

Ciego de nacimiento, Clarence Carter asistió a la escuela para ciegos de Alabama, situada en Talladega, un pequeño pueblo de menos de veinte mil habitantes. Rápidamente formó un dúo con Calvin Scott y grabó en los estudios de Muscle Shoals. Empezó a actuar en clubs asiduamente y para 1967 comenzó su carrera en solitario, despuntando con el bailongo single ‘Tell daddy’, versionado muy poco después por Etta James y también por Janis Joplin. El soul sureño estaba despegando.

Con el frenético ritmo que caracterizó a los años sesenta, grabó sus cuatro primeros elepés en el sello Atlantic, en el periodo que va de 1968 a 1970, que constituyeron el grueso de su obra en cuanto a calidad. En ese trecho de dos años encontramos motivos suficientes para bucear en esa primeriza discografía y volver a ella una y otra vez. ‘Bad news’, el tema que abre su segundo disco, «Testifyin», ya da buena cuenta de qué va el rollo de este tipo travieso y amante a partes iguales. En la canción no puede evitar reír con ganas (como hace en otros de sus muchos temas) y comentar cómo las chicas odian ver a Clarence marcharse. Auténtico. Este tipo siempre ha sido un cachondo, y nos lo confirman sus canciones: ‘Back door Santa’, ‘Makin love (At the dark end of the street)’, en la que enumera algunos de los animales a los que les gusta fornicar, o la famosilla ‘Slip away’, que versa sobre una infidelidad.

El regocijo que causa escuchar su etapa de Atlantic hace a algunos interesarse por su posterior y aún más desconocida etapa, y en ese sentido es necesario saber que además de adaptarse a los tiempos con mucho disco-funk (en algunos casos digno), Carter tiene algunos temas rescatables y que llegan incluso al notable: ‘On your way down’ (1974), el seductor ‘Jennings Alley’ (1976), ‘Love me with a feeling'(1982) o ‘Strokin’ (1986), que volvió a posicionarlo ante el gran público (a través de Ichiban Records) con baterías programadas pero con el ritmo y la irreverencia que siempre lo caracterizaron.

A finales de los noventa participó en la película «Al final del edén» (Larry Clark), en la que se interpretaba a él mismo en los setenta, tocando su canción ‘Lookin for a fox’ y propiciando el ambiente idóneo para el magreo. Hoy en día aún vive, y a sus setenta y siete años todavía ofrece conciertos y repasa su gran repertorio tema a tema. Fue coautor, además, de algunos de sus mayores éxitos, pero incluso en temas que solo interpretaba, véase el caso del aclamado ‘Patches’ (con el que vendió un millón de copias en tan solo dos meses y ganó un Grammy a la mejor canción de R B en 1971) se sentía su sello, y llegaba a hacernos creer que la historia que contaba le había pasado a él, porque sonaba aún más auténtica que la original. Y de eso va el verdadero soul. ¿O no?

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