Cine: «Un toque de violencia», de Jia Zhangke

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«Una película brutal y al mismo tiempo fría, aséptica y a la vez salvaje, que remueve estómago y conciencia»

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«Un toque de violencia»
(«Tian zhu ding», Jia Zhangke, 2013)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

El discurso que se articulaba de forma fantasmagórica en los paisajes desolados de «Naturaleza muerta» («Sanxia haoren», 2006) hacía de la película de Jia Zhangke una de las más interesantes –con alguna fuga desconcertante– propuestas del cine chino reciente. En ese trasfondo se escribía la crónica de una nueva China construida sobre las ruinas de la memoria, una espectral nación regida por el desequilibrio en la vastedad.

Unos años después, Jia Zhangke sorprende con una obra que pocos hubieran intuido. En «Un toque de violencia» el paisaje da paso al individuo, comprendido en cuatro protagonistas de cuatro historias que comparten la frustración de luchar en vano contra un sistema atrofiado por la corrupción, el despotismo y el capitalismo salvaje. Esos cuatro anónimos vagan de trabajo en trabajo sufriendo un atropello tras otro, experimentan tímidas emociones que raramente se llegan a concretar, reclaman sus derechos para ser apaleados en respuesta, sirven a los poderosos mientras son humillados por estos y, finalmente, acaban colapsando cuando ya no pueden soportar tanta injusticia.

Si en «Naturaleza muerta» el vacío era un lienzo en el blanco en el que el espectador iba concretando las sombras de la contemporaneidad china, aquí Zhangke lo enfrenta cara a cara a la sistémica degeneración moral y a la progresiva desesperación de sus personajes. En sus rostros uno atisba la resistencia, la resignación y la pérdida casi irreversible de la dignidad. De ahí al estallido de una violencia solo hay un paso, y el realizador lo retrata sin miedo a la lectura moralista, haciendo natural el tránsito del dolor, la soledad o la impotencia hacia la sangre derramada. En ese sentido, «Un toque de violencia» es una película brutal y al mismo tiempo fría, aséptica y a la vez salvaje, que remueve estómago y conciencia mientras se mantiene alejada de cualquier lugar común que huela a cine social.

Anterior crítica de cine: “Las vidas de Grace”, de Brie Larson.

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