Cine: «Tipos legales», de Fisher Stevens

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«La falta de ritmo y la ausencia de diálogos brillantes penalizan “Tipos legales”. No hay forma de levantar la libido del más cinéfilo»

«Tipos legales»
(«Stand up guys», Fisher Stevens, 2012)

 

 

Texto: CÉSAR USTARROZ.

 

 

La corporación dual de fenotipos diferentes en el cine, constituye por sí misma un exitoso arreglo para provocar comicidad con dialécticas o situaciones imposibles de concebir en la vida real. La inverosimilitud de la fusión nuclear de caracteres antagónicos –juntados a la fuerza por los accidentes que desamarra el argumento– es precisamente el acicate que mantiene firme la estructura de un guion inestable, la que nos hace avanzar por tramas insustanciales a golpe de encuentros y desencuentros. No han sido pocos los films que achican su insipidez dramática con magistrales asociaciones como las concedidas por Stan Laurel & Oliver Hardy, Jack Lemmon & Walter Matthau, Terence Hill & Bud Spencer o Pajares y Esteso.

Pero no se equivoquen, solo un entusiasta desmedido se puede creer que estas suposiciones son suficientes para convertir en buena película cualquier zurullo. Para demostrarlo se estrena “Tipos legales”, del director norteamericano Fisher Stevens.

Con una esteticista puesta a punto, a ritmo de soul, el montaje paralelo nos presenta dos iconos del cine convergiendo desde mundos opuestos. Val (Al Pacino) sale de la trena tras cumplir larga condena para reunirse con Doc (Christopher Walken), su compañero de toda la vida en andanzas pandillescas al margen de la ley. Como era de esperar en una película engullida por el genio de tan imponentes identidades, la condición taciturna la ingresa Walken frente al natural desparpajo de Pacino. Pronto sabremos que Claphans (Mark Margolis) tiene cuentas pendientes con estos dos rufianes prehistóricos conservados en salmuera. Este gánster tiene muy mala leche, y muy pocas ganas tenía el guionista en profundizar en un personaje que, como buen adversario, podría ofrecer gran juego con su bellaquería. En fin, desde el teléfono se significa el malvado Claphans para recordar el cumplimiento del macabro pacto: Doc tiene solo unas pocas horas para liquidar a Val, o terribles consecuencias se desencadenarán.

Se han puesto sobre el tapete todas las cartas según adiestra todo buen manual de guion. Personajes con motivaciones creíbles (como en la vida real, muchas de ellas encuentran alivio inmediato en un piso franco) y un tiempo límite contra el que luchan los protagonistas, verdadero óbice en una comedia con malos muy poco inclinados en el arte de dar miedo.

La falta de ritmo y la ausencia de diálogos brillantes penalizan “Tipos legales”. No hay forma de levantar la libido del más cinéfilo, mucho menos cuando tenemos en la banda sonora a Jon Bon Jovi berreando con sus mechas. “Not running anymore”.

Anterior entrega de cine: “Bárbara”, de Christian Petzold.

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