Cine: «Rompenieves», de Bong Joon-ho

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«Una de las películas más vibrantes y carismáticas que haya pasado en tiempo por la cartelera, una en la que la cantidad de (desbordante) espectáculo es proporcional a su capacidad reflexiva»

rompenieves-11-05-14

«Rompenieves»
(«Snowpiercer», Bong Joon-ho, 2013)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

La Historia no es un gran relato hegeliano, en el que cada episodio ha asumido los errores del anterior hasta llegar a una feliz estación término. La Historia es un tren que recorre a velocidad de vértigo una Tierra glacial y post-apocalíptica. Sus vagones, como las clases del Titanic, contienen lo que el mundo fue y sigue siendo bajo el signo de la naturaleza humana: opulencia y miseria, solidaridad y canibalismo, conciencia de clase y rebelión… todo el paradigma desmontado entre paredes metálicas que realizan un recorrido que se repite una y otra vez.

Lo brillante del concepto de «Rompenieves» no reside (o no solo) en su explícita metáfora de la sociedad de clases a bordo de un tren futurista. Está en el atrevimiento de convertir al vehículo en simbólico de esa Historia que, a fuerza de perpetuarse, ha creado sus propios desvíos previstos, sus propios márgenes para revoluciones en un esquema que se prolonga al infinito. Esta idea brota en una secuencia final que tras dos horas hipnóticas podría saber a anticlímax, pero que en realidad está sacando a relucir la astucia del coreano Bong Joon-ho. Hasta entonces, y como ya hiciera en la estupenda «The host» («Gwoemul», 2006) y antes en la magistral «Memories of murder» («Salinui chueok», 2003), el realizador vuelve a hacer fácil lo difícil: conjugar con destreza códigos genéricos sobre una rabiosa lectura social. Donde aquellas se construían sobre el thriller policiaco abocado a lo inconcluso y la «monster movie» con trazas de comedia, esta lo hace sobre una narrativa más propia de un videojuego de plataformas, en la que cada vagón equivale a una nueva fase plagada de delirios que superan a los de la anterior.

En ese paseo desde tercera clase a la parte delantera, la presencia de Park Chan-wook como productor del proyecto se hace notar en la factura visual: cada paso es un ingreso en un fresco impecable e imprevisible, cuadros en los que tanto cabe una salvaje batalla a lo «Old boy» (Oldeuboi, 2003) como una desconcertante escuela que pareciera diseñada por Jean-Pierre Jeunet. Con un reparto no menos sorprendente, en el que Chris Evans, Tilda Swinton y Song Kang-ho son piezas perfectamente armónicas en el caos, la suma de los factores hace de «Rompenieves» una de las películas más vibrantes y carismáticas que haya pasado en tiempo por la cartelera, una en la que la cantidad de (desbordante) espectáculo es proporcional a su capacidad reflexiva.

Anterior crítica de cine: «En un lugar sin ley», de David Lowery.

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