Cine: «Infiltrados en la universidad», de Phil Lord y Chris Miller

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«Pese a su escasa originalidad, no se puede decir que falten las ideas en el traslado de la fórmula al contexto universitario»

infiltrados-25-08-14

«Infiltrados en la universidad»
(«22 Jump Street», Phil Lord y Chris Miller, 2014)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

Que Phil Lord y Chris Miller hicieran de una serie policiaca de los años ochenta ambientada en las aulas una comedia en la órbita de la «Nueva Comedia Americana» al tiempo que desmontaban con espíritu festivo los tópicos de la «teen movie», habla a las claras del ánimo que motoriza el cine del bien avenido tándem. «Infiltrados en clase» («21 Jump Street», 2012), al igual que «Lluvia de albóndigas» («Cloudy with a chance of meatballs», 2009), antes, y «La Lego película» («The Lego movie», 2014), después, demostraba el afán lúdico de conjugar referentes de la cultura popular y juguetear con los códigos genéricos de manera desprejuiciada.

«Infiltrados en la universidad» no desentona en ese torbellino referencial y se presenta como secuela de idéntica estructura a su precedente. De hecho, se encarga de remarcar la autoconsciencia de esa repetición haciendo de ella un chiste recurrente que, aunque tiene gracia, no evita la pérdida de frescura que acaba sobrevolando esta secuela. Pese a su escasa originalidad, no se puede decir que falten las ideas en el traslado de la fórmula al contexto universitario: los ritos de iniciación de las hermandades, las noches de micro abierto, los partidos de fútbol y las macrofiestas del «spring break» se convierten en lugares comunes cuyos tópicos asociados se desmontan con mayor o menor puntería cómica ─especialmente el último, escenario-clímax en el que reinventar una pelea en la playa con euforia etílica de por medio─. Más allá de eso, la película de Lord y Miller es un reflejo inverso de su anterior que encuentra su momento más inspirado en unos alocados créditos finales. En ellos, los directores se ríen a gusto de la condición de franquicia y proyectan su loca explotación en infinitas y bizarras secuelas, figuras de acción y juegos de mesa políticamente incorrectos.

Anterior crítica de cine: “Guardianes de la galaxia”, de James Gunn.

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