Cine: “Foxcatcher”, de Bennett Miller

Autor:

“Hay una precisión turbadora en la presentación del sacrificio, única realidad del deporte profesional”

foxcatcher-foto-07-02

“Foxcatcher”
(Bennett Miller, 2014)

 

 

Texto: CÉSAR USTARROZ.

 

 

El diccionario vernáculo del ornitólogo designa “Bimbo” al ejemplar avistado por primera vez. El anhelo por descubrir, por obtener siquiera un lejano contacto visual con lo inédito, altera el ánimo del aficionado que en su más intensa devoción puede llegar a entusiasmarse con reconocer el canto de un ave. Pero John Eleuthère du Pont solo se contentaba con la colección. Sus eclécticos pasatiempos pasaban por la posesión, y en su chifladura trascendió a su manera, todo por juntar en compendio.

“Foxcatcher” fija el punto céntrico de la cacería “completista” del multimillonario John du Pont (Steve Carell), en su obsesión por la lucha libre, en el trato con los medallistas olímpicos Mark (Channing Tatum) y David Schultz (Mark Ruffalo) y en cómo utilizar en provecho propio los despojos de una victoria. Más que seducido por los canturreos de sirena del excéntrico patrocinador, Mark aspiraba a superar la técnica del hermano mayor, a deshacer la ligadura fraternal para atribuirse una gloria que solo el psicoanálisis puede explicar.

Bendecimos el trabajo de Bennett Miller al mostrar la conexión entre espacios, incomunicación y desazón. Un mundo soterrado en el que Mark se resiste a doblegarse ante lo que considera una injusta indiferencia a los logros conseguidos. La llamada del magnate acude como un rescate. Esa variación del paisaje, ese nuevo cielo que recibe a Mark tras salir del túnel alegórico, no es más que un engañoso cambio de muda. La arenga nacionalista y el talonario invitan a entrar en la jaula: el fabuloso gimnasio, un simulacro de crónica norteamericana erigido en los dominios de Du Pont.

Hay una precisión turbadora en la presentación del sacrificio, única realidad del deporte profesional. Hay un inusitado retrato del honor, de la nobleza baturra suministrada con la medalla, y del olvido, que aterra incluso más que el fracaso. Hay tantas lecturas en “Foxcatcher” que la convierten en imprescindible; hasta logra transfigurar las estrafalarias salidas de tono de Steve Carell en una energía acorde con lo pantagruélico de la historia real a la que pertenece.

Anterior crítica de cine: “Alma salvaje”, de Jean-Marc Vallée.

Artículos relacionados