Cine: “Espías”, de Paul Feig

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“Los papeles secundarios de Jude Law y, sobre todo, Jason Statham ponen en crisis el estereotipo invencible y saca partido de este en un festival entregado a la inagotable vis cómica de su protagonista”

 

 

“Espías” (“Spy”)
Paul Feig, 2015

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

El subgénero del cine de espías asociado a la acción y la fantasía masculina de escapismo quizá sea uno de los que más deconstrucciones y parodias ha acumulado con el paso del tiempo. La reciente “Kingsman: Servicio secreto” (Matthew Vaughn, 2014) es, en ese sentido, una de las últimas y también una de las mejores de una larga lista dispuesta a mostrar las vergüenzas de un mundo en teoría impoluto. No tantos, sin embargo, son los que han apelado a la misma esencia y estructura para cambiarlo en la misma raíz.

Ian Fleming nunca hubiera imaginado a Melissa McCarthy como agente secreto pasando por los mismos avatares que su James Bond. Paul Feig, director que ya se consagró al lado femenino de la Nueva Comedia Americana en “La boda de mi mejor amiga” (“Bridesmaids”, 2011), claramente sí. Apoyado en dos de los pilares cómicos de aquella, la propia McCarthy y Rose Byrne respectivamente como agente de campo y villana de la función, “Espías” se dedica a dislocar un relato hecho por y para la mirada masculina. En ese juego, los papeles secundarios de Jude Law y, sobre todo, Jason Statham –embarcado en una relectura bufa y descacharrante de su modelo de héroe de acción−, ponen en crisis el estereotipo invencible y saca partido de este en un festival entregado a la inagotable vis cómica de su protagonista. Y ahí, McCarthy se demuestra capaz no solo de aguantar el peso de la narración, sino también de conferir una sensibilidad y vulnerabilidad a su personaje que hace creíble su aprendizaje y construcción de una fortaleza emocional. En ese sentido, la película de Feig prescinde de grandes vindicaciones de género y prefiere comprometerse con una natural evolución sentimental que se conjuga a las mil maravillas con la acción y el gag marca de la factoría “Saturday Night Live”. La suma es una comedia inspirada y con corazón, una divertida demostración de que algunas de las visiones propias integradas dentro de la etiqueta NCA siguen funcionando con plena autonomía y creatividad.

 

Anterior crítica de cine: “Ahora o nunca”, de María Ripoll.

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