Chris Isaak: Percha y rock & roll

Autor:

Chris Isaak
3 de Julio de 2010
Centro Cultural Medina Elvira, Atarfe (Granada)


Texto y foto: EDUARDO TÉBAR.


El día en que Chris Isaak se caiga por una alcantarilla, saldrá con el traje planchado e impoluto. Cuestión de elegancia. Y de embrujo. Se prodigan poco los artistas tocados por una vara mágica. El aura de grandeza que distingue a las estrellas. Como diría un flamenco, el madurito californiano tiene duende. Y percha. Y timbre. “¡Qué voz!”, es la exclamación más repetida por el sector femenino después de “¡guapo!”. De Roy Orbison coge el romanticismo y la suavidad. De Elvis, el arrojo y la libido. No cabe duda: Chris Isaak revitaliza una tradición tan americana como su Gibson customizada. Atinó con las fuentes, fabricó un par de hits y diversificó su negociado en áreas tan rentables como el cine y la televisión. En su acaracolado tupé no hay ni un pelo de tonto.

Lo suyo resultaría grotesco en otros de su quinta. Pantalones y chaquetas tachonados de lentejuelas. Láminas reflectantes y llamas estampadas. Derroche kitsch en el bíblico paraíso del juego. ¿Decadencia? Chris Isaak acaba de cumplir 54 tacos y llega a Granada feliz tras tumbar a los Goliat del último Azkena. Por suerte, el robo de la guitarra –única en el planeta– de su inseparable Hershel Yatovitz no afecta a la química y el buen ambiente de la banda.

Brumas de Scotty Moore, Chet Atkins, boogie, soul, Las Vegas, Hawai y el México fronterizo. El plantel no se ha modificado en las dos últimas décadas. Aceran el sonido una monstruosidad de Hammond, sólo apto para octópodos, y el suplemento rítmico de los timbales. Todos se miran de reojo, bailan y realizan coreografías. Se divierten. Saben que se trata de una gira única: queda prohibido interpretar de memoria. En medio, el jefe, la protuberante estampa de Chris Isaak. El hombre que desde los primeros acordes de ‘Lonely with a broken heart’ parece la reencarnación de un mito. La viva imagen de James Dean en misión divina. “Gracias por venir a ver música en directo”, comenta a una audiencia exhausta de revoluciones por el agónico paso a semifinales de la selección de fútbol. El recital adquiere visos de gesta deportiva. Es más, la formación improvisa junto a los asistentes el “oé, oé, oé”. El gringo flipa un poco. Empieza a entender que España late a ritmo de gol.

Dejando a un lado su fondo de armario y el envidiable equipo «vintage», Chris Isaak repasa su discografía de forma equitativa. Una obra accesible, tanto en calidad como en cantidad. Su producción, pasado un cuarto de siglo desde su debut (“Silvertone”, 1985), se puede tildar de escasa. El tipo del hotel azul es un clásico de las series medias. De aquella época primeriza salta con la sinuosa ‘Dancin’. Uno ya lubrica con la esperanza de que también caiga ‘Voodoo’, pero, ay, el show vira por derroteros más espectaculares. Pocas diferencias respecto al reciente disco en directo, “Live at the Fillmore”: calza las numerosas gemas del flamante “Mr. Lucky” con piezas menos expuestas, sin renunciar al discutido “Always got tonight” (2002). La melancólica ‘Worked it out wrong’, por ejemplo, que se cruza con los aires polvorientos del universo Lynch.

La noche se balanza entre el rock and roll de rótulo de neón, latinidades retro-globales y el sosiego de crooner. No tarda en quemar el cartucho de ‘Wicked game’, cuya ternura desbraza con los calambres de ‘Go walking down there’. Estalla la locura. Siguen capítulos de góspel cómico para pecadores contumaces y guiños a la pedal steel de Alvino Rey en un set acústico que incluye ‘We lost our way’ y ‘Take my heart’. “¡Ahora me estás inyectando el blues!”, le chilla en primera fila un reconocido DJ y coleccionista granadino en mitad de ‘Big wide wonderful world’.

Chris Isaak dialoga con sus fans y revela jocoso el encuentro con uno de sus “héroes”, James Brown: “Le di la mano temblando y él me respondió con un… (Isaak emite un eructo)”. Carcajada general para introducir la versión del ‘I’ll go crazy’. Tampoco se corta cantando en castellano la azteca ‘La tumba será el final’. La cinematográfica ‘Baby did a bad thing’ marca la pauta del bis. Las chicas invaden el escenario ante el delirio sembrado por ‘Blue hotel’, ‘San Francisco days’ y el ‘Pretty woman’ de Orbison. El hombre del hotel azul suda, pero no se despeina. Y con esa medio ranchera que siempre fue ‘Blue spanish sky’ concluye una velada de ensueño. ¿Es o no es un conquistador?

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