Carlos Núñez: El emigrante y su gaita

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«Descubres que la gaita fue la guitarra eléctrica de la Edad Media. En la Edad Media, la gaita era un instrumento mucho más potente que el resto, entonces no había amplificación, con la gaita podías dar un concierto y tocar para mucha gente, eso en la época fue un pepinazo»

 

Con la excusa del lanzamiento de «Discover», un recopilatorio que recoge los primeros diecisiete años de trayectoria de Carlos Núñez, Chema Domínguez conversa con él.

 

 

Texto: CHEMA DOMÍNGUEZ.

 

 

Entonces fue un aprendizaje tan grande que de pronto descubres que la gaita fue la guitarra eléctrica de la Edad Media. Tu piensa que en la Edad Media, la gaita era un instrumento mucho más potente que el resto, entonces no había amplificación, con la gaita tu podías dar un concierto y tocar para mucha gente, eso en la época fue un pepinazo. En la Edad Media fue una moda que se extendió por toda Europa. Entonces la guitarra eléctrica tiene ese espíritu de la gaita. Es un instrumento maldito entre comillas, sexual, prohibido, tiene esa parte.

¿Es exagerado y hasta pretencioso abrir el libreto de «Discover» con las flores que desde la BBC hasta «Los Angeles Times» lanzan sobre la carrera de Carlos Núñez? Decididamente, no. «Billboard» afirma que Núñez es «el Jimi Hendrix de la gaita»; «The Times» le defiende como «showman, además de brillante instrumentista»; otros le sitúan como «la única estrella planetaria de la gaita»… Y lo mejor es que no exageran. Pero no seré yo quien se deshaga en elogios que cualquiera puede advertir al escuchar cualquier momento de su discografía, o al asistir a cualquier concierto suyo. Entrevistarle es disfrutar de un buen libro abierto, tan importante es lo transcrito como el saludo y la despedida. El vigués está en plena forma y «Discover» recoge sus piezas clave, además de ser una ocasión perfecta para enrolarse en su travesía.

Gaita en mano y disco a disco has conformado un panorama universal que con «Discover» queda patente. De entre todos los maridajes que has investigado y provocado, quién lo iba a decir, sobresale el flamenco. ¿Te parece el más destacable?
Es uno de los encuentros de los que más orgulloso estoy porque parecía el género más alejado del universo celta. Recuerdo cuando me dijeron los Chieftains: «oye, por qué no tocas con los flamencos», me parecía imposible, marciano. Y fue una inversión de años, de conocer el universo flamenco, de estar con ellos, de hacerme amigo de los maestros. Esas cosas llevan mucho tiempo, fue un master, lo del flamenco fue un master. Me lo tomé tan en serio que quise conocerlos a todos: a Morente, a Paco de Lucía, a Tomatito, a Vicente, a Cañizares, a Carmen Linares… Había que pasar por todos los maestros para ir hasta el fondo. De hecho, dediqué un disco a esa idea y yo creo que aún hoy, efectivamente, es una de las fusiones más fuertes que hemos hecho.

«Os amores libres» (1999) demuestra que estilística y geográficamente el flamenco y lo celta estaban más cerca de lo que parecía. El encaje de Carmen Linares con ‘A orillas del río Sil’, por ejemplo, así lo confirma.
Sí, es cierto. Más que lejana, igual desconocida. Es posible que exista efectivamente una barrera en la península ibérica entre el norte y el sur pero es algo que también le pasa a Portugal, existe el Portugal del fado y el del norte, que nadie lo conoce. Al igual que existe la España del flamenco y existe todo un norte que nadie sabe muy bien qué es, pero desde Galicia, Asturias, Cantabria, El País Vasco, Cataluña, Aragón, hasta en las islas Baleares se toca la gaita, instrumentos tipo la gaita. Entonces, es cierto que cuando me decían los Chieftains lo que te comentaba antes, me parecía imposible, pero lo hemos conseguido y eso pertenece ya, bueno, digamos que ese toque flamenco lo he traído ya al mundo celta, a nosotros, en nuestros conciertos por todo el mundo hacemos varios de los temas que hemos grabado con flamencos.

Y no chirría para nada, al contrario.
Y además la gente lo agradece mucho. En países del norte de Europa, en Estados Unidos, donde la música celta parece que tiene que ser más pura y tal, el flamenco, la música latina, la agradecen muchísimo.

Otro punto de encuentro a destacar por tu educación musical: la denominada música clásica, por aquello de unir sin caer en algo tedioso lo popular y lo, digamos, elitista. Tu revisión de ‘Bolero’ de Maurice Ravel, del ‘Concierto de Aranjuez’, el ‘Salve Finisterrae’ con Montserrat Caballé, piezas de Bach…
Es cierto que con la música clásica yo tenía una historia desde pequeño. Estudié por una parte el mundo de la tradición oral, Galicia, pero paralelamente estudié en el Conservatorio, y recuerdo cuando me decían de pequeñito en el Conservatorio «no muevas el pie, el cuerpo no tiene por qué seguir el ritmo, tú, dentro, en la cabeza». Un concepto muy europeo ese. Claro, y cuando voy a tocar a Estados Unidos mi pie volvió a moverse de nuevo con 24 años. Y ya forma parte de mi forma de tocar y de mi estilo. Es cierto que la música clásica siempre ha tenido una relación secreta con la tradicional y mutuamente se han robado ideas, entonces esa es la base, cuando yo he tocado el ‘Concierto de Aranjuez’ con la gaita de pronto recupera esa parte que dices: pues esto podría haber sido música de gaita. Hay gente que me ha dicho «es la melodía de gaita más bonita del mundo», y contestas pero si es el ‘Concierto de Aranjuez’, ¿no lo has reconocido?: «ah, pues no lo reconocía». Te lo juro. La que fue presidenta de Irlanda, Mary McAleese, un día en Dublín, en un concierto en el National Concert Hall, me preguntó «¿qué melodía es esa tan bonita?» Se lo expliqué y me dijo «pues me da igual que sea de guitarra, ahora es la melodía de gaita más bonita del mundo». O el ‘Bolero’ de Ravel, la música clásica está siempre bebiendo de las músicas populares.

Me viene a la cabeza Manuel de Falla con sus brillos arcaizantes o folclóricos, entre otros.
Claro, claro, por supuesto, y Pablo Sarasate y todos que utilizaban la world music. También es una forma de hacer música clásica, de darle personalidad. Los músicos clásicos para darse una personalidad y venderse ante el mundo aprendían que tenían que ser originales, ¿cómo eran originales? Haciendo músicas que otros no hacían. Sarasate lo tenía clarísimo, el viajaba por el mundo y tocaba… Era uno de los pioneros de la world music. La música clásica exploró la world music, entre ellas la música celta, desde el siglo XIX; antes de que existiese el rock o la new age, la música clásica ya está dentro de eso.

Ahora que citas el rock, también está presente en esas aguas subterráneas que sacas a la superficie en forma de colaboraciones con Mike Scott, y los también polivalentes David Lindley, Jackson Browne o Ry Cooder, aunque la lista va más allá.
Bueno, el rock me parecía lejano hasta que lo empecé a vivir con mi propia sangre en América. En el primer concierto que dimos en Nueva York yo tenía 23 años, fue en el Carnegie Hall, los Chieftains me llevaban de la mano y de pronto me encuentro tocando con Sinead O’Connor, The Who, Lou Reed, Perl Jam, Spin Doctors… Y yo con la gaita. Entonces fue un aprendizaje tan grande que de pronto descubres que la gaita fue la guitarra eléctrica de la Edad Media. Tú piensa que en la Edad Media, la gaita era un instrumento mucho más potente que el resto, entonces no había amplificación, con la gaita tú podías dar un concierto y tocar para mucha gente, eso en la época fue un pepinazo. En la Edad Media fue una moda que se extendió por toda Europa. Entonces la guitarra eléctrica tiene ese espíritu de la gaita. Es un instrumento maldito entre comillas, sexual, prohibido, tiene esa parte. Decía un Papa que el gaitero es un animal que sopla por otro animal. Igual que los guitarristas. Los guitarristas eléctricos, el heavy metal, pues en el fondo es la gaita del rock and roll. Y si me empezaron a llamar ‘el Jimi Hendrix de la gaita’ en América pues acabé comprendiendo el por qué. De todas formas, cuando hablas de lo del rock también he incorporado ese lenguaje, he grabado con artistas del rock y me gustó mucho descubrir que hay países donde los artistas del rock tienen mucho respeto por la música tradicional. En Irlanda te encuentras a los de U2, que después de ensayar van a tocar en una sesión con músicos tradicionales de reels y jigs.

También el rock está en tu directo.
En este disco, por ejemplo, algún tema que hemos hecho en directo con orquesta y con esa idea del rock más sinfónico. Eso lo aprendí en experiencias como las del concierto de los Who, o en Japón hace muchos años, con la Great Music Experience, donde estaba Bob Dylan, una orquesta de músicos japoneses, Bon Jovi… Había unas mezclas… Esa idea de orquesta sinfónica con bases de rock, poner a funcionar sistemas de sonidos muy diferentes en el mismo escenario.

Otra de las alianzas que has establecido es con el cine.
El cine, de pronto, tiene un público un poco diferente. El cine permite que tu música suene en una onda larga, llega a lugares inesperados, es cierto que la música de cine parece que es una música para acompañar pero hemos conseguido hacer cosas que van más allá de la película y funcionan en directo. Por ejemplo, la música de «Mar adentro» la tocamos en todos los conciertos y funciona como música por sí misma.

«En la música no tienes las fronteras de las lenguas, del no me entiendes, no, no: la música se entiende, se siente o no se siente»

 

Quiero detenerme un instante en tu base gallega y celta que es el punto de fuga en todos los cruces de tu camino, ¿qué hay en su código, en su genética que despertó tus ganas de mezclarte con todo?
Nací en Vigo, Vigo es puerto de mar, y en Vigo entraban los barcos desde América durante siglos, los barcos de los piratas, de los corsarios… Siempre era la entrada del Atlántico. Eso le ha dado como un espíritu abierto a las mezclas. Desde el principio, como sucede con otros marineros como son los Chieftains, creo que nos resulta algo muy propio a los pueblos que tenemos mar esa cosa de, bueno, hay un país universal que es el mar donde todo se puede relacionar y unir: ahí sí que no hay fronteras. Y desde el principio mi obsesión fue abrir, abrir, abrir. Galicia, de pronto, es música celta pero ya me di cuenta de que ese club cerrado de la música celta: Escocia, Irlanda, Gales, Bretaña había que abrirlo, llevarlo más allá. Y a través de Latinoamérica empiezo a ver que también hay música celta en Latinoamérica que la llevamos nosotros, los españoles emigrados allá, y vas tirando, tirando del hilo y hoy mi mundo celta es un mundo muy universal, hasta Japón. Los japoneses me han puesto a trabajar con ellos para hacer música celta japonesa en los estudios Ghibli que son los que hacían «Marco» o «Heidi», pero también «La Princesa Mononoke», «El Viaje de Chihiro». Entonces, trabajamos con compositores japoneses, eso es muy bonito, en la música no tienes las fronteras de las lenguas, del no me entiendes, no, no: la música se entiende, se siente o no se siente.

Esa ideología es la que te lleva a trabajar con Carlinhos Brown, Omara Portuondo, Los Lobos, Compay Segundo, Linda Ronstadt… Es fácil suponer que vas a seguir accesible a colaborar y solicitar colaboraciones vengan de donde vengan.
Claro, la curiosidad yo creo que es el motor principal. Si tienes curiosidad es como el que quiere viajar: hay gente que está bien ya en casa y no le apetece salir, mientras que los hay que sí quieren viajar, sí quieren ver mundo, y yo estoy en esa etapa aún, tengo ilusión por la vida y por el mundo. Cuando viajas puedes hacerlo con dos mentalidades: esto es muy diferente a lo que yo tengo en casa, no me gusta porque no lo conozco, o la mentalidad opuesta: esto es como lo nuestro pero con otra forma, me interesa. En el fondo es ir tejiendo enlaces. No sé si es una forma muy española o muy gallega pero es cierto que es nuestro modus operandi y es así como hemos ido entrelazando este mundo.

Antes de editar «Discover» en España, ha sido lanzado en Estados Unidos. Barack Obama dijo tras ganar las elecciones que «lo mejor está por llegar», y lo que sí es cierto es que estamos en un cambio de época ¿hay motivos para estar esperanzados?
Creo que el mundo cambia constantemente. Hay cosas que son imparables, la tecnología es imparable, puede gustarnos más o menos el mp3, internet, pero esto es como el surfista al que le llega la ola: o te preparas y la surfeas o la ola te come. Entonces, así es la historia de la música, así es la historia de la humanidad: siempre estar luchando para sobrevivir, la historia de la música es la historia de la supervivencia. Y bueno, lo que me preguntas de Obama, lo que yo he vivido en Estados Unidos estos meses pasados que he estado de gira es que ellos también están preocupados por la crisis, no es solo en España sino que en todo el mundo están muy preocupados, en Estados Unidos lo hemos visto con las elecciones, en Inglaterra pues igual. En Alemania ya hace muchos años que me hablaban de austeridad, austeridad, hace quince años que ya nos decían eso. Es posible que hayamos vivido muy bien en España los últimos veinte años y que lo que nos venga en los próximos sea luchar muchísimo más, y que los jóvenes van a tener que salir fuera y emigrar. Al final caigo en la cuenta de que yo también soy un emigrante sin saberlo. Un día le dije a Ramón Trecet medio en broma «voy a tener que emigrar» y me dice «pero sí ya has hecho eso muchas veces», y digo «pues tienes toda la razón del mundo». Llevo quince años así, es otra forma diferente de emigrar. Desde que empecé, mi maestro Paddy de los Chieftains, me decía «Carlos, don’t thinking your litlle country, think global» y es posible que cada vez sea más difícil lo de las realidades locales que pueden subsistir por sí mismas. En la música está claro, hay que viajar fuera para tener público, para que las cosas se muevan, hay que luchar día a día.

 

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