Veinte años sin Carl Perkins

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“Mientras Elvis estaba grabando su versión de ‘Blue suede shoes’, no había manera de dar con una toma que a él y al equipo de RCA les pareciera mejor que la de Perkins”

 

Estos días se cumplen veinte años de la muerte de Carl Perkins, uno de los pioneros del rock and roll. Juan Puchades recupera su historia, asociada indisolublemente a Elvis Presley, que versionó su mítico ‘Blues suede shoes’.

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

Carl Lee Perkins —nacido el 9 de abril de 1932 en Tiptonville, Tennessee— conoció desde la infancia la más absoluta pobreza. Hijo de trabajadores del campo, siendo todavía un niño comenzó a recoger algodón junto a los peones negros, de quienes aprendió a tocar la guitarra —la primera la construyó su padre con una caja de cigarros, tanta era la miseria que los rodeaba— mientras que la radio le nutría de grandes dosis de country. Junto a sus hermanos Jay y Clayton formó su primera banda, la Perkins Brothers Band, tocando hillbilly. En 1954, a los 22 años, tras escuchar el primer single de Elvis Presley, se dirigió a Sun Records para solicitar una prueba, pues vio que el sonido de aquellas canciones no estaba alejado de lo que él mismo andaba desarrollando en aquellos días. Allí grabó por primera vez, dos canciones de firma propia, ‘Movie magg’ y ‘Turn around’, de puro sabor country, pues Sam Phillips quería que Perkins se decantara abiertamente por el hillbilly, ya que pensaba que para el rock tenía a Elvis y no necesitaba a nadie más en ese estilo. El propietario de Sun Records declararía más tarde que quedó tan impresionado por el dolor y sentimiento del canto de Perkins que pensaba que podría llegar a revolucionar el mundo del country. Pero erró.

Por aquella época, Phillips vivía presionado por el coronel Parker —mánager de Presley— para que vendiera el contrato de Elvis, y agobiado por las deudas del sello, no sabía muy bien qué hacer: tenía claro que venderlo era dinero seguro, pero también suponía perder a su cantante más comercial, el de mayor proyección. Una de las razones que le ayudaron a tomar la decisión fue un tema que Carl Perkins le cantó por teléfono y en el que vio un potencial enorme, se llamaba ‘Blue suede shoes’ y había sido inspirado por una anécdota narrada por Johnny Cash, que también grababa en Sun. Con esa canción Perkins podía aspirar a ser el sucesor rockero de Elvis en el sello. Phillips vendió al de las caderas dislocadas y fue la hora de Perkins y de ‘Blue suede shoes’. A los tres meses de su lanzamiento, la canción estaba en lo más alto de las listas de todo el país.

‘Blue suede shoes’, grabado en 1955, es un tema claramente blanco y alejado tanto de la impronta de las grabaciones de Bill Haley and his Comets como de la de Chuck Berry, canónico del rockabilly: estilo, esencialmente (en aquel tiempo), exento de coros y saxos y enraizado más claramente en el hillbilly que en el rhythm and blues; aunque la base rítmica, por supuesto, ahí está. En cuanto a producción, sigue el diseño de las primeras tomas de Elvis en Sun Records, con ese sonido rugoso, seco y natural que tanto gustaba a Sam Phillips. La guitarra ya muestra las maneras exquisitas de Perkins —siempre punteando con gusto y marcada personalidad—, con las que definiría el rockabilly, estilo del que sería faro. Un tema perfecto, cantado con voz fogosa y en el que destaca ese ritmo que se interrumpe cada poco mientras que una letra muy graciosa describe la importancia que pueden llegar a tener unos zapatos de ante azul: “Puedes quemar mi casa, / robarme el coche, / beberte mi licor / del viejo frasco de fruta. / Haz lo que quieras, pero, / deja en paz mis zapatos de ante azul, / no pises mis zapatos de ante azul”.

 

 

Animados por cómo iba el disco y dispuestos a defenderlo donde hiciera falta, Perkins y sus hermanos —aunque había pasado a ser un solista, estos conformaban su grupo de apoyo— viajaron a Nueva York para presentarse en el show televisivo de Perry Como, a la vuelta tuvieron un accidente de coche y Carl y su hermano Jay acabaron en el hospital durante semanas. Hospitalizado, escucharía la versión que Elvis había grabado de su ‘Blue suede shoes’ —en defensa de Presley destaquemos que la había registrado antes del accidente—, finiquitando la carrera comercial de la toma original de Perkins, quien nunca jamás conseguiría facturar otro tema de éxito.

 

 

Justo ahí, en ese preciso momento y con esa versión de Elvis, comienzan las especulaciones —baldíos juegos de historia contrafactual— que marcaron de por vida la carrera y la obra de Perkins: de no haber sido por el accidente, se ha asegurado hasta la saciedad, su carrera habría sido radicalmente distinta, habría peleado por su ‘Blue suede shoes’ y, mucho más dotado que Elvis —Perkins componía, Elvis no: de hecho este se sentía avergonzado por las canciones en las que, por razones editoriales, se incluía su firma—, lo habría destronado como rey del rock and roll… Simplezas. Tonterías. Con accidente o sin accidente —por cierto que Elvis, como buen colega, fue a visitarlo al hospital—, la historia habría sido muy similar pues lo que se obvia es que los motivos que llevaron a Presley a la cima son muy diversos y no se ciñen exclusivamente a su capacidad musical o a una única canción, resultado de un cúmulo de factores demasiado extensos de enumerar aquí. También se olvida que aunque posteriormente Perkins firmó algunos éxitos para otros, siempre estuvieron orientados al country. Hombre de sonido rústico, poco tenía que hacer desde Sun Records contra el gigantesco monstruo comercial en que se transformó Elvis desde RCA y en manos de la infatigable maquinaria promocional que movía el coronel Parker. Como anécdota, se relata que mientras Elvis estaba grabando su versión de ‘Blue suede shoes’, no había manera de dar con una toma que a él y al equipo de RCA les pareciera mejor que la de Perkins, y tras trece intentos fallidos, Elvis exclamó que era inútil seguir intentándolo, que era imposible hacerlo mejor que Carl. En todo caso, la trayectoria de Perkins quedó marcada para siempre tanto por ‘Blue suede shoes’ como por Elvis.

 

Un encuentro espontáneo

La casualidad quiso que Perkins y Presley todavía se vieran unidos una vez más para la historia, en la famosa sesión del conocido a posteriori como The Million Dollar Quartet. El encuentro espontáneo sucedió en diciembre de 1956. Elvis estaba en Memphis y pasó por Sun Records, como era habitual cuando andaba por la ciudad, para saludar a Sam Phillips, al que respetaba y consideraba su mentor. Ese día, Perkins andaba grabando unos nuevos temas junto a sus hermanos Jay y Clayton, el batería «Fluke» Holland y al piano un chaval llamado Jerry Lee Lewis que acababa de lanzar su primer single en Sun. Al llegar Elvis, estaban escuchando lo registrado, se saludaron, le presentaron a Lewis, comenzaron a charlar amigablemente, pero el nervioso Jerry Lee quería que tocaran algo juntos, e iniciaron una jam improvisada. Phillips rápidamente comprendió que ese podía ser un momento único, así que conectó la grabadora y registró casi toda la sesión, en la que fueron jugando, bromeando, tocando temas de otros, haciendo imitaciones. Fue Phillips quien telefoneó a Johnny Cash, que tardó poco en acercarse, y a un periodista que acudió acompañado de un fotógrafo. La sesión se alargó durante horas, con los Perkins siendo los primeros en marcharse y con diferentes músicos tocando distintos instrumentos. Años más tarde, aquellas tomas vieron la luz en forma de disco y bajo el mencionado e idiota nombre de The Million Dollar Quartet.

 

 

Últimos rescates

Sin bondad, el tiempo fue minando la moral de Perkins, se desanimó al ver que sus canciones no lograban despegar comercialmente, comenzó a beber y quedó destrozado tras la muerte de Jay a causa de un cáncer. En ese momento Johnny Cash le animó a que abandonara Sun Records —musicalmente su periodo crucial. Hay varios discos que recogen parte de aquellas sesiones, el más completo es “Up through the years 1954-57”, editado por el sello alemán Bear Family— y le siguiera a Columbia. Sin embargo, el destino de ambos fue bien distinto: Cash logró desde el sello neoyorquino transformarse en un peso pesado del country —y en una institución en el país— mientras que Perkins no se adaptó a su nueva discográfica, acabó alcoholizado y refugiado en el circuito del country de segunda fila. Pero, como le sucedió a todos los pioneros, Inglaterra acudió a su rescate en 1964 al ser contratado para una gira junto a Chuck Berry en la que se le recibió como a una leyenda viviente, en gran medida gracias a los Beatles, que lo reverenciaban —versionaron su “Matchbox”—, particularmente George Harrison, fascinado por su estilo guitarrístico.

De regreso a Estados Unidos, mientras Berry se adaptaba a los tiempos y vivía un renacer artístico ratificado por excelentes nuevos discos, la sombría normalidad volvió a cernirse sobre Perkins. Una vez más fue Johnny Cash quien acudió en su ayuda, sumándolo a su troupe de directo durante una decena de años. Sus graves problemas con la bebida —hubo borracheras antológicas que duraron varios días— le persiguieron hasta que se rehabilitó a finales de los sesenta. Algunos de sus temas fueron éxitos en la voz de Cash e incluso compuso una canción a medias con Bob Dylan, ‘Champaign, Illinois’, pero no dejaba de ser un artista de segunda o tercera división, una leyenda aferrada a un viejo éxito, un «one-hit wonder». En la década de los ochenta, con el renacer del rockabilly, su figura se vio engrandecida como pilar del género y en compañía de los Stray Cats grabó una nueva versión de ‘Blue suede shoes’ para la película «Porky’s revenge» («Porky’s contraataca»; lamentable, sí, ni en su encuentro con el cine tuvo suerte).

 

 

Su último momento de gloria fue el concierto televisivo de homenaje de 1985 en el que le rodearon ilustres admiradores como George Harrison, Eric Clapton, Dave Edmunds, Lee Rocker (Stray Cats), Ringo Starr y Rosanne Cash. Un año después se unió a Jerry Lee Lewis, Johnny Cash y Roy Orbison para dar forma, en el estudio de Sun Records, al álbum “Class of ‘55”, un remedo nostálgico del Million Dolar Quartet que se escucha con mucho agrado y contiene algunos momentos francamente estupendos en los que la voz de Perkins sigue conservando el fuego de antaño.

Murió con solo 65 años, el 19 de enero de 1998, de un cáncer de garganta. En la actualidad está considerado, por derecho, como el gran padre del rockabilly: chapotear en sus registros para Sun es descubrir las raíces del género, pero no hay que olvidar que su corazón latía con fuerza por el country. No pisemos sus zapatos de ante azul.

*Texto publicado originalmente el 24 de agosto de 2012 en la sección “El oro y el fango”.

 

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