“Caras y lugares”, de Agnès Varda y JR

Autor:

CINE

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“La constatación del enorme poder que tiene una mirada para transformar el significado y el sentido de aquello que es mirado”

 

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“Caras y lugares”
Agnès Varda y JR, 2018

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

A pesar de que ella misma había dicho que probablemente “Las playas de Agnès” (2008) sería su último filme, Agnès Varda se vuelve a poner detrás (y delante) de las cámaras, en esta ocasión junto al artista, fotógrafo y grafitero conocido como JR. Juntos se sientan al volante de una furgoneta rediseñada como una cámara de fotos y que crea imágenes a gran escala de las personas que se van encontrando en el camino, imágenes que luego son pegadas en diferentes lugares. Pero aunque parezca un sencillo proyecto artístico, conlleva mucho más, desde una reivindicación feminista en un contexto tradicionalmente masculino hasta el intento de revitalización temporal de un proyecto de viviendas abandonado, pasando por una emotiva elegía en un antiguo pueblo de mineros.

Agnès y JR sirven de hilo conductor en este casi aleatorio recorrido por la Francia rural y costera y nos sirven de introducción a todos estos rostros y sitios supuestamente mundanos, olvidados y de poco interés, para recordarnos que el potencial para lo increíble y lo extraordinario no está solo en lo sorprendente y en lo original. La vista de la casi nonagenaria Agnès ya no es lo que era y las sempiternas gafas de sol JR le ofrecen un punto de vista algo más oscurecido de algunas de las cosas que mira, pero sin embargo ambos son capaces no solo de contemplar aquello que les rodea de un modo único y especial, sino de conseguir que los demás también lo vean así. Si hubiera que sacar una única lección de esta película sería, quizás, la constatación del enorme poder que tiene una mirada para transformar el significado y el sentido de aquello que es mirado. Extraña e improbable pareja como pocas se han visto en el cine, la relación entre Agnès y JR es tan natural y real, sus confesiones el uno al otro tan auténticas y el afecto mutuo tan obvio que finalmente resulta flagrante que tienen mucho más en común de lo que a primera vista parece.

 

 

“Caras y lugares” es muchas cosas. Es una especie de diario personal de sus dos protagonistas, es también una road movie que recorre Francia, es un documental sobre una instalación artística, es un cariñoso homenaje a todas las personas y pueblos que aparecen en ella, es un nuevo recordatorio de lo afortunados que somos por haber tenido acceso al increíble mundo creativo, expresivo e imaginativo de Agnès Varda. “Caras y lugares” es muchas cosas, sí, pero es sobre todo indescriptible. Hay que verla, hay que sentirla, hay que vivirla.

 

 

Anterior crítica de cine: “Lucky”, de John Carroll Lynch.

 

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