Bunbury: Canciones para tiempos revueltos

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«El cambio puede ser superficial y podemos concentrarnos en pequeños avances o concesiones del sistema, para callarnos un rato. O podemos ser más ambiciosos, y ya que estamos y nos ponemos, ir a la raíz del problema»

 

Mañana se publica «Palosanto», el nuevo disco de Bunbury, en realidad un álbum doble, el primero conceptual y centrado en la «crisis», económica, política y social. Juan Puchades conversa con él en esta larga entrevista.

 

Texto: JUANPUCHADES.
Fotos: JOSEGIRL.

 

No es «Palosanto» un disco fácil. Demasiada información en un momento en el que parece que necesitamos que los datos lleguen condensados, resumidos en ciento cuarenta caracteres, en un titular. Pero Enrique Bunbury, una vez más, se ha lanzado a la piscina sin agua, y aquí deja lo que en la práctica es un álbum doble (el primero conceptual y centrado en la estafa de los tiempos, el segundo más intimista), con canciones, en algunos casos, que se pierden en largos desarrollos. Lo bueno es que, como siempre, logra flotar.

 

¿Las canciones que incluye «Palosanto», corresponden a un único periodo compositor?
Empecé a escribir las canciones del disco nada más terminar de grabar «Las consecuencias». O sea que, el material, más o menos, corresponde a 2010-2013. Entre medias edité el directo «Gran Rex» y «Licenciado Cantinas». Tuve la desgracia de que más o menos en mitad de ese periodo, entraron a robar a mi casa y se llevaron el ordenador con el disco duro, donde estaba trabajando y tenía guardadas todas las canciones. Así que tuve que hacer un esfuerzo creativo que considero muy interesante: recordar las canciones y volver a grabarlas. En ese proceso de memoria selectiva, algunas canciones las rehice y a otras les di unos toquecitos. También las hubo que desestimé. Así que de un hecho desgraciado, saqué una metodología muy atractiva para mí. A veces miras a tus propias canciones con muy poca perspectiva. Es la zanahoria delante del burro, no ves ni el camino, ni el paisaje. El robo, hizo que entendiera de dónde venía y a dónde quería ir.

 

¡¿Recordabas todas las canciones escritas?!
Siempre hago anotaciones por escrito de las canciones compuestas. Algunas de manera más exhaustiva y otras muy a grosso modo. Pero en esta ocasión, la mayoría de los papeles que tenía eran muy poco claros y sé que hubo melodías que cambié por no recordarlas. Creo que las mejoré, pero nunca sabré si perdí algo mejor por el camino. Hubo dos canciones en concreto que escribí con una afinación de guitarra abierta, que nunca más recordé. Los acordes eran extraños para mí, y no supe volver a ellos.

 

¿Fuiste viendo, mientras escribías, que algunas canciones tenían una temática común (la de la primera parte del álbum, o la del primer vinilo) o te diste cuenta cuando ya las tenías?
No fue hasta esta segunda etapa de la composición-reconstrucción, que entendí lo que realmente quería decir con este disco. Para mí, es muy importante responder a esa pregunta en algún momento de la construcción del álbum. ¿Qué quieres decir con estas canciones? No sé si es completamente necesario, pero no todo el mundo se hace esta pregunta. Muchos graban una nueva colección de canciones. Muchos piensan en términos exclusivamente musicales y, un pequeño giro o la incorporación de metales o bandurria, ya es suficiente cambio. Para mí, es necesario responder a esa pregunta. Y llegar a la respuesta, a veces, es lo más complejo y frustrante. Hubo un día, no recuerdo cuándo, pero sería ya a finales de 2012, revisando textos y canciones, que di con un nexo entre algunas de esas maquetas y mi pensamiento y conversaciones cotidianas. Ahí fue cuando hablé con Nacho Royo, mi manager, y le dije: «reserva estudio para abril, habemus disco».

 

¿En el proceso de composición, combinaste las canciones más, digamos, sociales, con otras más libres, o te forzaste para que salieran las primeras?
La composición fue libre hasta ese momento de reflexión y comprensión de lo que tenía entre manos. A partir de entonces, las canciones que compuse, cuatro, cinco o seis más, ya fueron mucho más dirigidas.

 

¿Cómo has vivido desde Los Ángeles los últimos tiempos en España? ¿Cómo has visto lo que está pasando aquí, el 15-M que quedó en nada, una sociedad que traga con todo, el PP que arrasa con los derechos sociales…?
Creo que está habiendo un despertar simultáneo y global. La primavera árabe, Grecia, el 15-M, Yo soy 132 en México, los estudiantes en Chile, Occupy Wall Street en los Estados Unidos, Las revueltas en Brasil… Los jóvenes y muchos no tan jóvenes, muestran y manifiestan un hartazgo y repulsa hacia metodologías obsoletas y un sistema que nos lleva indiscutiblemente hacia una esclavitud encubierta. El problema al que se enfrenta la sociedad actual es mucho más emocionante y complejo que muchas de las revoluciones que consideramos históricas. El cambio puede ser superficial y podemos concentrarnos en pequeños avances o concesiones del sistema, para callarnos un rato. O podemos ser más ambiciosos, y ya que estamos y nos ponemos, ir a la raíz del problema. Hagamos algo de medicina holística global. Nada de tiritas para acabar con el síntoma. La enfermedad se volverá a manifestar si no curas su verdadero origen.

 

¿Como a Unamuno, te duele España?
Me duele el mundo. Y España, forma parte de él. Y mi familia, amigos y muchos de mis seres queridos habitan en la península.

 

¿Por qué te fuiste a vivir a Los Ángeles, por razones de intendencia profesional?
Ya no lo recuerdo. Creo que fue por motivos profesionales, que se convirtieron en personales, o se mezclaron. Algo de huída también hubo, seguro. Y algo de nomadismo crónico.

 

En ‘Prisioneros’ cantas: «Cuanto más participamos, más nos precipitamos». ¿Es una invitación a no votar?
En realidad me refiero a algo más global. Cuantos más lazos estableces con la sociedad, más difícil es que arriesgues todo por una causa y más claudicas en tu forma de pensar. Los seguros, la nómina, la hipoteca, los plazos del coche, el colegio de los niños, la pensión de tus padres… Dime quién es el temerario, inconsciente y egoísta que antepone sus ideas y pone en riesgo todo esto, su familia, sus pequeños logros, la seguridad de un techo… En Estados Unidos les llaman terroristas. En España perroflautas o antisistema… o términos despectivos. No les tienen miedo, no irán muy lejos.

 

¿Y cuál crees que es la solución, la implicación mayoritaria de la sociedad?
Yo no tengo ni idea. No estoy capacitado. No soy la persona adecuada para responder a esa pregunta. Soy un músico. Puedo hablar de lo que veo, de lo que me preocupa, de lo que me interesa. Pero no soy un experto, ni me dedico a ello, ni he cambiado de profesión. Creo en cosas. Creo que las pequeñas acciones cotidianas que realizamos cada día, son importantes. Lo que compramos, lo que comemos, lo que hacemos con nuestro dinero (poco o mucho)… Nuestra participación y colaboración con las grandes mafias farmacéuticas, los transgénicos, la banca menos ética, el reciclaje, la educación de nuestros hijos… Son pequeñas-grandes acciones en las que nuestra involucración puede convertirse en decisiva. Es difícil estar en todo. Por algún lado, por muchos seguramente, nos la van a colar. Pero si atendemos a todos esos actos cotidianos, podemos, al menos, convertirnos en activistas minoritarios y no colaboracionistas. Vuelvo a repetir que no en todo, porque nuestro gran problema es la falta de información verídica. Así que, con nuestros escasos conocimientos, podemos participar de algunos pequeños boicots. Nada más y nada menos.

 

En algunas letras de la primera parte del disco, la conceptual del mismo, es como que adoptas diferentes puntos de vista narrativos, no es una relato unidireccional, ¿es así?
Bueno, yo considero la totalidad del disco como una unidad que pertenece al mismo concepto, dividido en dos partes. Una sería más social y la otra de índole más personal e introspectiva. Y sí, adopto diferentes puntos de vista. En principio, pensaba que quería reflejar diferentes pensamientos, algunos ajenos a mí. Finalmente, creo que yo mismo he pasado por todos esos puntos de vista en algún momento, incluso durante el mismo día. El entusiasmo ante la posibilidad real de un cambio significativo. La ironía y el sarcasmo: ¿adónde van estos chicos? ¿Acaso creen que pueden cambiar algo? Y la rabia y la brutalidad, la decisión irreductible de que la única forma de que una revolución llegue a ser realmente exitosa, es mediante el derramamiento de sangre. Estos tres pensamientos se han cruzado por mi cabeza, me reconozco en ellos. Y a muchos de mis amigos, también. Así que la segunda parte del disco es una respuesta a todo eso. El verdadero cambio se reduce a tu círculo más intimo, a tu familia o vecindario. Y, lo más importante, todo lo que desees ver fuera, lo tienes que ver antes dentro. Como dice el Tao, «así es arriba, como es abajo».

 

Imagino que lo habrás pensado: ¿temes que con este disco te digan, que tú, que disfrutas, se supone, de una posición privilegiada no eres el más indicado para denunciar la situación que atravesamos?
¿Porqué? Arguméntame eso. No lo entiendo. O sea que ¿solo desde la pobreza se puede debatir para luchar contra la pobreza? O como también me dijeron, ¿solo desde España se puede hablar de la política española? Entonces, ¿un pobre de solemnidad no puede luchar contra el blanqueo de dinero por que no está en la misma posición y no sabe de qué va la vaina? O ¿un español supongo que no puede hablar jamás de la política exterior de Estados Unidos? ¿Tampoco puedo hablar de las inundaciones en Acapulco? Me he perdido, ¿me estás llamando multimillonario? A partir de mañana contestará a las entrevistas mi mayordomo.

 

A mí me parece bien, y creo que cuantos más artistas se impliquen en denunciar lo que está sucediendo, mejor. Pero sabes que el argumento que te planteo es de uso frecuente: “no vengas tú a contarme cómo están las cosas, que como no las padeces, no sabes de qué hablas”. O bien: “te acercas a esto por oportunismo”.
Bueno, no voy a estar respondiendo a cada uno que venga con la paja en el ojo ajeno. Pero lo del oportunismo… ¿Qué clase de persona piensa que un músico, un actor, un médico, un taxista o una cajera de supermercado, se compromete o reflexiona sobre el compromiso, por oportunismo? Y te digo una cosa: nadie que lea esta entrevista, me conoce. Son aficionados a la música, saben quién soy, hago discos y canto, y les gusta más o menos o nada. Pero no me conocen, no saben lo que padezco, ni lo que le ocurre a mi familia, ni a mis amigos o a mis cercanos.

 

¿Has tratado de darle una unidad a los temas de la segunda parte del álbum? Lo digo porque has hablado que es como la parte más de búsqueda de uno mismo, la más espiritual. Pero, perdona, no lo veo, solo me parece una muy buena colección de canciones…
Sería suficiente. Y te agradezco que las sientas como buenas. Al final, es lo que uno desea y lo más importante. Componer buen material. Aunque yo quise que tuvieran esa visión más introspectiva. De búsqueda y encuentro de, primero, en el círculo íntimo y de, finalmente, en la parte más espiritual y abandonada de los seres humanos. ‘Mar de dudas’ y ‘Plano secuencia’ son canciones que evocan el viaje vital de pareja. Y las tres últimas, ‘Nostalgias imperiales’, ‘Causalidades’ y ‘Todo’, tienen una temática más mística y simbólica. Es cierto que ‘Hijo de Cortés’ queda un poco fuera, y «Miento cuando digo que lo siento», que parece una canción de desamor sin serlo y tiene más que ver con otros conflictos míos, también se sale un poco.

 

Ya que la citas, no sé si te has dado cuenta, pero ‘Miento cuando digo que lo siento’, puede tener varias lecturas, incluso puede parecer una canción sobre los malos tratos, sobre la violencia machista…
No me había dado cuenta. No fue mi intención, desde luego.

 

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«Últimamente hay un exceso de músicos españoles con el peto vaquero y el pajuño entre los dientes y me empezó a parecer un poco cansino tanta mandolina y banjo»

 

Una de las novedades más destacadas del disco es la aparición de los sintetizadores, que utilizas en muchos temas en combinación con las cuerdas, ¿qué buscabas con ello?
Quería hacer un disco contemporáneo. Ya cumplí con mi dosis de búsqueda de mis raíces musicales con «Hellville de luxe» [2008], «Las consecuencias» [2010] y «Licenciado Cantinas» [2011]. Y me parecía que mi deber, hablando de lo que hablaba en buena parte de las canciones del disco era no hacer un disco retro o «vintage». Además, últimamente hay un exceso de músicos españoles con el peto vaquero y el pajuño entre los dientes y me empezó a parecer un poco cansino tanta mandolina y banjo. Creo también que para que una carrera musical permanezca vigente, tienes que mantener un cierto nivel de exigencia contigo mismo y no repetir los mismos patrones eternamente. Hay otras fórmulas, claro está, pero yo elegí esta. Mis discos buscan un distanciamiento entre ellos mismos y con respecto a lo que hacen los demás.

 

Hay que decir que aunque pases la mayor parte del tiempo en Los Ángeles, sigues muy de cerca la actualidad musical española, no te has desligado de ella y escuchas lo que va saliendo, ¿no?
Desde luego. Escucho mucha música en español. Me interesa mucho lo que hacen mis compañeros de profesión. Admiro el talento y reconozco que hay gente grabando grandes discos. Músicos ya reconocidos y otros despuntando. Me gustan mucho los últimos álbumes de Guadalupe Plata, Julio de la Rosa, Love of Lesbian, Los Zigarros, The Fractal Sound, Mala Rodríguez, Alfa, Iván Ferreiro, El Cigala, Quique González, Los Coronas… Me da igual el género. A la gente con talento hay que admirarla, quererla y respetarla.

 

¿Compras esos discos españoles en formato físico para que te los envíen, compras en Itunes, escuchas en Spotify?
Estoy atento a los lanzamientos y los escucho primero en Spotify antes de que me lleguen los cedés. Yo no tengo ese problema ni debate interno con respecto a los formatos. A mí me gusta la música y la escucho como puedo, donde puedo. Me gusta el vinilo, pero no soy un fundamentalista. Me encanta el streaming porque viajo por el mundo, ligero de equipaje y, sinceramente, pienso que dejar de poseer las cosas (música, cine, libros o lo que sea) no es algo malo en sí mismo, sino que incluso nos convierte en mejores personas.

 

¿Cuál ha sido la implicación de tu grupo, Los Santos Inocentes, en el sonido del disco? ¿Qué parte del resultado final les corresponde a ellos?
Por supuesto que su involucración e interpretaciones hacen que el disco sea este y no otro. En este viaje que llevo realizado con ellos, desde hace ya más de seis años, hemos buscado juntos, para hacer discos distintos y únicos. Yo llevo el timón, pero si llegamos a puerto, es gracias a ellos.

 

¿Es fácil, o solo preferible, autoproducirse?
Hablar de los demás me resulta un poco inaceptable. Cada uno, lógicamente es libre, y además tiene su propias circunstancias. En mi caso, cuando en uno de mis discos se juntan composición, interpretación y producción propia, es cuando creo que consigo mis mayores logros. Y considero un gran logro mostrar una personalidad reconocible y diferencial, que suene a cómo soy y lo que habita en mi cabeza. Así que cuando me hablan de tal o cual productor, puedo sentir admiración por él, pero no tengo ningún interés en sonar como él lo hace. En cuanto a la dificultad o facilidad. A mí, me cuesta mucho. Supongo que habrá gente a la que le resulte más sencillo. A mí llega a aturdirme. Pero ya grabé muchos discos en mi vida y entrar en un estudio de grabación, siempre tiene un punto de onanismo importante.

 

¡¿De onanismo?! ¿En qué sentido?
Lo reconozco. En mis grabaciones hay algo de búsqueda del puro placer personal. El oyente pasa a un segundo plano.

 

Siempre tratas de ir un paso más allá, de salirte de tu propio traje musical, pero sabes que por mucho que te esfuerces el tronco musical, hagas lo que hagas, es el tuyo, el que lleva tu sello como compositor e intérprete. ¿Te preocupa no poder sorprender como lo hiciste con «Radical sonora» (1997) o «Pequeño» (1999)?
Te agradezco la consideración. En cuanto a lo de los giros radicales como el de los discos que citas, es muy difícil que vuelvan a ocurrir. Tampoco los pretendo, la verdad. En aquellos momentos, quedaba mucho que mostrar de mi personalidad musical y la visión que se tenía de mí, lógicamente, era muy tópica. Así que romper con esos tópicos, fue algo fácil y, dada mi personalidad, un placer. Ahora no tengo esa necesidad imperiosa. Estoy contento con poder sacar un buen ramillete de canciones y confeccionar un traje sónico adecuado y lo suficientemente emocionante.

 

«Palosanto» incluye quince canciones, ¿no prefieres los discos cortos, aquello de que más vale dejar con ganas de más y no saciar?
Desde luego. Me gustan mucho los discos que se ajustan al tiempo del vinilo. Entre treinta y cuarenta y dos minutos. Pero yo no mando.

 

¿Se imponen las canciones, la mucha composición?
Se impone la narración y el valor intrínseco de las canciones. No publico todo lo que escribo, ni la mayor parte siquiera. Ni considero que todo lo que escribo tiene validez, ni mucho menos. Publico y entra en el álbum, lo que es preciso para contar lo que necesitaba contar.

 

Trabajaste, según me comentaste en un mail, con veinte temas para dar forma a «Palosanto»: ¿Cuesta mucho dejar canciones fuera de un disco? ¿Es difícil tomar la decisión?
Trabajé con algunos más. Veinte fueron los que decidí grabar. Pensando hacer, en principio, un disco doble. Pero, la forma más corta de decir lo que quería decir, fue con estas quince. A todos nos ocurre. Cuando escuchas un disco largo, piensas que podría haber sido más corto, que sin estas cuatro o cinco, hubiera fluido mejor. Ya, pero no es tu disco. Me gustó cuando Andrés [Calamaro], promocionando «El salmón», dijo que reconocía que quizás era cierto que ciento tres eran muchas canciones y que debería haberlo dejado en ciento dos. Así que, finalmente, lo que pienso es: ¡móntate un grupo!

 

¿No te planteaste en ningún momento publicar las primeras ocho canciones como un único disco? ¿No habría sido la mejor manera de que se entendieran tus intenciones y darle completa unidad a ese disco conceptual, que en la edición en vinilo resultará más evidente?
Sí, me planteé sacar dos discos de diez canciones cada uno. Pero consideré que esas cinco canciones que eliminé no eran necesarias y las otras quince, sí. Creo que se van a entender mis intenciones. Tampoco creo que sean tan difíciles de entender. Hemos intentado que en los créditos del cedé queden claras las dos partes y estoy hablando de ello en la promoción del disco. Y si no se entiende, en el peor de los casos, seguro que alguien dice, «pues a mí se me hace largo y me gustan solo estas cuatro o cinco». Prometo no ir a su casa y obligarle a escuchar las otras diez y en dos tandas, con «sandwichete» en medio.

 

En España el público de rock es bastante inmovilista y cuando uno se sale del patrón establecido (ese que dicta que «rock es rock, y déjese usted de historias, caballero»), no es raro que se le dé la espalda. Tú, sin embargo, sueles dar giros y no renuncias a sacar tu vena latina, en temas como ‘Mar de dudas’ o ‘Plano secuencia’ del nuevo disco, o dedicar un álbum entero a versiones, como «Licenciado Cantinas». ¿Cómo crees que reciben este lado tuyo menos abiertamente rock?
Yo les quiero igual.

 

¿Hay que alcanzar un estado especial para que broten canciones como ‘Plano secuencia’ o ‘Todo’, para mí las más conmovedoras de «Palosanto»? ¿Hay emoción cuando una las acaba de escribir?
Puede que sean también de mis favoritas. Sí que creo que ‘Todo’ es una canción muy conmovedora y he vivido con ella sin grabarla durante muchos meses. Cantándomela internamente, hasta alcanzar la forma final y definitiva. Con ‘Plano secuencia’ ocurrió todo lo contrario. La compuse y grabé de tirón, como un vómito. En posteriores demos, quise hacerle mejoras, pero solo conseguí que no mantuviera la emoción.

 

¿Dónde está hecha la sesión de fotos de la portada? ¿Qué mensaje transmite lo de «God is love»?
Es un lugar en California, a una hora de Los Ángeles. En medio del desierto. Se llama Salvation Mountain. Un hombre, ya mayor, se dedicó durante años a pintar una montaña con frases de agradecimiento y dedicación espiritual y religiosa. Yo quería que el disco no se viera exclusivamente como un disco político, quería que la reflexión personal y espiritual estuviera también representada de alguna manera. La pintada de «God is love» estaba en el barco. Pensamos quitarla porque no queríamos que tuviera ninguna connotación católica. Pero finalmente creo que le hace bien a la portada y a las muchas lecturas que se puedan hacer de algunas canciones. Yo no soy nada religioso. Me espanta lo católico y nada más lejos de mi intención darles coba a algunos.

 

Hablemos del ovni de la portada, ¿qué sentido tiene?
El ovni estaba en la foto cuando la revelamos.

 

Buena respuesta. Pero, venga, ¿qué idea llevabas con él, o solo pretendías descolocar y que te lo preguntáramos?
Pretendía devolver la ufología al debate periodístico. Los setenta fueron una época gloriosa. Ningún periódico actual, generalista, publica las apariciones, abducciones y avistamientos rurales, como si fueran cosa de locos o perturbados o analfabetos. Así convirtieron a la España pagana, en la España cartesiana. Un paso atrás, lo mires por donde lo mires.

 

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«He realizado, con menos frecuencia, conciertos por Europa. Pero decidí centrarme en América. Me gusta más. Les entiendo, me entienden. Me lo paso mejor. Durante un tiempo, intenté simultanearlo, pero si ves mi agenda, entenderás que no tengo tiempo»

 

Para las portadas tratas de idear imágenes que impacten, un poco como sucedía en el rock de los setenta y que luego, con la llegada del cedé se perdió. ¿Sigue siendo importante para ti la portada de un disco? ¿Quieres que cada álbum lo defina una imagen que no se olvide?
A mí me gusta pensar que todo es susceptible de ser un acto creativo o un coñazo con el que tengo que lidiar. Así que intento disfrutar mucho con todos los procesos y que formen parte de la aventura. Es obvio que el vinilo nos permite un espacio mayor y por lo tanto más espectacular que el cedé. Pero no vamos a entrar en ese debate. Estamos en 2013 y debemos ser conscientes y respetuosos con las decisiones de cada uno de los aficionados.

 

¿En detalles, como ese de las portadas, no te sale el coleccionista de discos, casi más que el músico?
Insisto en la parte creativa del proceso. Yo tengo una buena colección de discos, tanto en cedé, como en vinilo. Pero antepongo el disfrute del momento en que una idea te emociona.

 

Con los vídeos, lo mismo: te enredas en lo que parecen grandes superproducciones, y lo digo específicamente por el de ‘Despierta’, pero, ¿no te parece que los videoclips, con cientos de miles de canciones, con o sin imagen, circulando por la red, han perdido su valor? ¿No es como si ahora lo que importase fuera la canción aislada, sin más condicionantes?
Pierde el valor, lo que no lo tiene, ni para su creador, ni para su público.

 

¿Cuál es tu relación con Iker Jiménez, que aparece en el vídeo de ‘Despierta’? ¿Eres aficionado al «misterio»?
Claro, por supuesto. Me encanta. Iker Jiménez, J.J. Benítez, Jiménez del Oso… y tantos otros. A Iker lo conocí casi por casualidad este verano cuando estábamos preparando la producción del vídeo. Yo andaba por El Puerto Santa María y él estaba de vacaciones con su mujer y su hija en Zahara. Nos juntamos a comer y nos pusimos a hablar de mil cosas, del concepto de la canción ‘Despierta’, del Club Bielderberg, de conspiranoia… ¡Joder! Es el maestro, ¡qué gloriosa tarde! Le convencí para que apareciera en el vídeo y le estoy muy agradecido. La reflexión que hacía era que las noticias en el vídeo no las podía dar un periodista de un canal generalista. Hemos perdido la confianza en los medios de comunicación. Así que lógicamente sería un comunicador de lo extraño y lo paranormal quien nos dijera «la verdad».

 

Más allá del trato con músicos de rock, ¿has tenido otras experiencias paranormales?
Sí, claro. Como todo el mundo, ¿no?

 

Sí, supongo, y luego te cuento alguna de las mías, pero relata tú alguna que recuerdes…
Ok. Me encantaría escuchar las tuyas. Te cuento una relativamente reciente. Durante la grabación de «Licenciado Cantinas», en los estudios Sonic Ranch, en Tornillo, un pueblo alejado de la mano de Dios, nunca mejor dicho, la banda dormía en habitaciones dentro del complejo del estudio, mientras Jose Girl, mi hija y yo dormíamos en una casa situada a unos doscientos metros. Esa era la casa donde Al Jourgensen, cantante de Ministry, había vivido durante cerca de tres años, mientras hacía varios discos a la vez y se ponía hasta las trancas de heroína, cocaína, vino tinto y porno cutre. Durante toda la grabación tuvimos serios problemas para dormir. Los tres. Y fuimos cambiando de cama y colocando el colchón en posiciones imposibles y buscando algo de feng shui. La verdad es que la casa no daba muy buen rollo. Jose decía que por las tardes, mientras yo estaba grabando, notaba como si alguien estuviera ahí, vigilando. Una de las últimas noches, durmiendo en una de las pocas camas en las que podíamos hacerlo decentemente, me levanté al escuchar un ruido, miré hacia la puerta y vi a una niña con camisón blanco abriendo el pomo de la puerta, mirándome y diciendo, «no te preocupes, duerme tranquilo, yo vigilo». Se lo dijimos al dueño del rancho y, tirándole mucho de la lengua, porque no quería soltar prenda, empezó a contar otros fenómenos parecidos en diferentes habitaciones del lugar a lo largo de los años.

 

Viendo tu rueda de prensa en México, presentando el disco y la nueva gira, caí en la cuenta de que en público (también en los videoclips) no sueles recurrir al humor irónico del que sí echas mano en privado. ¿Temes dar una imagen frívola de ti mismo? ¿No es el humor una buena arma contra las «inclemencias meteorológicas»?
No sé. Es posible. No lo veo necesario. Hay gente que hace comedias, otros hacen dramas, o documentales sociales, o cine de terror. Como espectadores, necesitamos pasar por todos esos estados de ánimo. Yo no hago comedia. Pero hay otros muchos que la hacen muy bien. Y les estamos muy agradecidos por ello.

 

Con Héroes del Silencio era habitual que giraras por Europa, pero en tu carrera en solitario, te has centrado en América. ¿Renuncias a Europa?
También he realizado, con menos frecuencia, conciertos por Europa. Pero decidí centrarme en América. Me gusta más. Les entiendo, me entienden. Me lo paso mejor. Durante un tiempo, intenté simultanearlo, pero si ves mi agenda, entenderás que no tengo tiempo y que para sacar el tiempo debería de dejar de hacer alguna de las cosas que hago. Y publico mucho, grabo mucho y giro mucho.

 

Viendo las fechas de tu próxima gira, parece evidente que tus «plazas» fuertes son México, España y Estados Unidos. ¿Cómo te va en Estados Unidos, qué público acude allí a tus conciertos?
Y te faltó el resto de Latinoamérica: Centro, Caribe y Suramérica. Es obvio que los países más potentes, son los mercados más potentes. En Estados Unidos se ha notado un crecimiento importante desde que nos volcamos a tope con «Hellville de luxe» y «Las consecuencias». Siempre hice giras por Estados Unidos, desde los tiempos de Héroes, pero tenía media docena de plazas fuertes y mucho país con visitas esporádicas y maltratadas. El público en Estados Unidos es muy conocedor. Son muchachos que van a Radiohead un día o a cualquier grupo del «college circuit» y al día siguiente te van a ver a ti. Todos los grupos del mundo que te gusten o imagines, quieren y luchan por tocar en los buenos «venues» de Nueva York, Los Ángeles o Chicago. O sea, que tienes que ponerte a un buen nivel.

 

En Argentina solo tocas en Buenos Aires, ¿se te resiste el país?
Siempre nos trataron muy bien. Me siento muy querido en Argentina y sé que están deseando que anuncie más fechas para el próximo año. Mendoza, Rosario, Córdoba… Pero en esta ocasión, he querido no hacer más de cincuenta conciertos. La última gira fue extenuante. Fueron ochenta shows, con la casa a cuestas, colgada a la espalda. Y terminé muy cansado. Así que la reducción de shows es por estrategia de mi promotora, a petición mía.

 

Estaba pensando que no le tienes miedo a los discos en directo, cuando en el rock español han acabado por ser una rareza reservada únicamente para momentos especiales: hay que editarlos con un deuvedé, tiene que haber invitados… Siempre me ha parecido que con ello perdemos tener documentos de diferentes momentos del directo de un artista y su banda, que además es como pasáis la mayor parte del tiempo, tocando. Tú sacas discos en directo con mucha frecuencia, de hecho “Palosanto” incluye uno. ¿Cuál es tu relación con los álbumes en vivo?
Están convirtiéndose, en mi caso, en una forma de registrar la evolución de mi cancionero. En mis directos, rara vez interpreto las canciones de la misma manera, así que algunas de esas interesantes o fallidas versiones, se pueden seguir y rastrear a través de mis álbumes en directo.

 

¿Cómo va a ser esa nueva gira en la que prometes un espectáculo de sonido e iluminación especial? ¿En qué estás pensando?
¡En meterme en un berenjenal! Quiero ofrecer un show ambicioso. Con Miguel, mi técnico de luces, hemos estado investigando en nuevas tecnologías disponibles y muy poco habituales para ofrecer algo sorprendente, creativo y diferente. Un espectáculo que pueda disfrutar el público, con contenido e imaginación.

 

No parece que estén los tiempos para apostar por grandes montajes, porque el riesgo es importante, por lo menos en España…
Creo todo lo contrario. Creo que con la que está cayendo, más vale que ofrezcas algo especial, porque si no va ir a verte tu abuela.

 

No lo pienses mucho: ¿qué discos has escuchado en los dos últimos días?
No me lo pienso mucho. Dos discos que me han encantado y estoy escuchando mucho, y que es lógico que me gusten, son los de Queen of the Stone Age y el de Arctic Monkeys. Y otros dos, que en teoría no me pegan nada y me encantan, son los de Kanye West y el de James Blake.

 

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