Black Sabbath La oscuridad primitiva

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Han influido a generaciones enteras de músicos del más diverso pelaje. Rock, pop, metal o rap son algunos de los géneros que cuentan con importantes figuras que no dudan a la hora de proclamar su fanatismo por ellos. Crearon un sonido inédito, fundamentaron el rock duro y grabaron su nombre a fuego en la leyenda de la música contemporánea. Con todos vosotros, Black Sabbath, de los que estos días se reedita una de sus piedras angulares, el disco Paranoid.

 

Texto: JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

 

 

FORMACIÓN

El vocalista Ozzy Osbourne, el guitarrista Tony Iommi, el bajista Geezer Butler y el batería Bill Ward conformaron los Black Sabbath originales, la banda que grabó los ocho primeros discos y cimentó un estilo imitado, jamás superado. El método de trabajo empleado giraba en torno a los creativos riffs de Tony Iommi, alrededor de los cuales se construyeron casi todas las canciones que abarca el periodo que nos ocupa; como dato curioso, el guitarrista toca con prótesis dactilares pues sufrió un accidente que le amputó las yemas de los dedos. Osbourne, un vocalista tan limitado como carismático, se encargaba de construir líneas vocales únicas, muy expresivas y no siempre sencillas. Butler se encargaba de la lírica y de encajar líneas de bajo tan densas como dinámicas, términos que el bajista fue capaz de conjugar. A su vez, Ward aportaba una batería novedosa, rompiendo tempos mediante redobles y adaptándose a las corrientes que el grupo decidiera navegar marcando involuntariamente con su estilo el sonido del grupo.

La formación original de Black Sabbath es la única que debería entenderse como tal. Cierto es que tras la salida de Osbourne la banda continuó trabajando incansablemente, pero siempre con Iommi como único miembro original. Además, no es menos cierto que de la producción posterior a la disolución de la formación original apenas se salvan cuatro discos.

 

 

CLAVES SONORAS

El sonido de Black Sabbath se puede definir como “heavy blues”. A comienzos de los años setenta el concepto heavy metal no existía, siendo este estilo un derivado del camino abierto por la banda que nos ocupa y por otros compañeros generacionales como Led Zeppelin (Ward comentó lo mucho que John Bonhan disfrutaba tocando un doble bombo que Page y Plant no querían ni ver). Así, la afinación grave de la guitarra de Iommi, combinada con unos riffs pesados sería la piedra angular del sonido del conjunto. Un sonido diabólico debido al uso del tritono, un intervalo musical que en la Edad Media llegó a estar incluso prohibido, pues se asociaba con la invocación de Satanás.

Ese sonido siniestro de las seis cuerdas de Iommi venía a estar perfectamente complementado por el grueso bajo de Butler, muchas veces realizando múltiples escalas y juegos sobre la estoica guitarra de su compañero. Por su parte, la batería de Bill Ward constituía un género en sí mismo. Técnicamente podía ser más limitado que algunos compañeros de generación, pero se trata de un instrumentista tan creativo como John Bonham, con una buena pegada y varias características únicas. Una de ella es su facilidad para romper ritmos, olvidar la monotonía percusiva y enfatizar partes mediante breaks.

Por su parte, Osbourne aportó su carisma vocal, su misteriosa capacidad para embrujar al público y su particular cadencia, siendo igualmente capaz de seguir el riff principal de la canción que de abrirse paso a través de la instrumentación creando nuevas melodías.

 

 

LETRAS

Geezer Butler era el principal responsable del apartado lírico. Un apartado variado, capaz de hacer referencia a un tema concreto pero dejando campo abierto a interpretaciones propias. Desde ritos diabólicos (“Black sabbath”, “Sabbath bloody sabbath”) hasta himnos antibélicos (“War pigs”), pasando por ecología (“Electric funeral”), drogas (“Sweet leaf”, “Snow blind”), estados de ánimo (“Solitude”, “Sabbra cadabra”). Sin duda, la multitud de temas abordados por la banda ayudan, tanto como su originalidad, a excluirla de cualquier género.

 

 

DISCOGRAFÍA SELECCIONADA

Sería fácil –y acertado– recomendar la audicón completa de los ocho primeros discos del grupo. Pero para allanar el camino a aquellos que decidan interesarse por él tras leer este artículo nos limitaremos a tan solo cuatro trabajos. Perfectos para abrir boca.
Black Sabbath
(Vertigo, 1969)
El disco de debut y con el que comienza una nueva era musical en lo que se refiere a rock duro. Sonido denso, crudo, directo. Grabado en apenas dos días y con un ajustado presupuesto, las claves del sonido del grupo quedan marcadas en cada una de sus notas. Destacan el tema título inicial (de lento ritmo y posterior y sorprendente aceleración), la dinámica “The wizard” y la soberbia “N.I.B”, de riff memorable y lírica satánico-romántica. Por supuesto, inevitable citar a la espectral dama de la portada, la cual se dice que no aparecía en la fotografía original (¿?).

 

Paranoid
(Vertigo, 1970)
Segundo trabajo, reeditado en estas fechas en edición deluxe. Contiene “Paranoid”, quizá el tema mas conocido del grupo y a la vez menos definitorio de su estilo: Es corto y directo. Aunque absolutamente todas las canciones son destacables es fundamental citar el que originalmente iba a dar título al disco “War pigs” (largo tema con épico solo final y una de las mejores melodías del grupo) e “Iron man” (con su característico y pesado riff inicial y diferentes cambios de ritmo y estructuras).

 

Vol. 4
(Warner, 1972)
El punto álgido del grupo se acerca. Vol. 4 conjuga la fuerza primitiva inicial con una producción cada vez más ambiciosa en la que las diferentes pistas hacen hueco a teclados o a overdubs de guitarra y percusión. El aprendizaje gradual se deja notar en la sutil forma de abordar temas de potencia descarada (“Tomorrows dream”, “Supernaut”) o desarrollos instrumentales cada vez más complejos y sorprendentes (“Wheels of confusion”). La excepcional balada a piano “Changes” aporta sensibilidad a un disco completo, en el que el sonido se dimensiona. La monumental “Snowblind” iba a dar título al trabajo pero su alusión directa a la cocaína impidió que la discográfica transigiera (en la canción Osbourne susurra el nombre de la citada droga aunque en directo lo acabara gritando eufóricamente).

 

Sabbath bloody sabbath
(Warner, 1973)
Tan solo un año después de la edición de su último trabajo, Black Sabbath presentan su punto culminante a nivel creativo, un disco en el que continúan jugando con nuevos instrumentos y condesan su creatividad en canciones compuestas justo antes de comenzar a desintegrarse en una espiral de alcohol y drogas. Juegan con la fuerza eléctrica y las guitarras acústicas en el soberbio tema titular, dramatizan como nunca sus líneas vocales en “A nacional acrobat” y llegan incluso a introducir flautas en la ágil y melancólica “Looking for today”. A partir de aquí tan solo restarían tres trabajos de estudio hasta su disolución.


REENCARNACIONES

Tras la expulsión de Osbourne, el grupo viviría una segunda –aunque breve– juventud gracias al cantante Ronnie James Dio. Hasta qué punto deberían haber cambiado el nombre de la banda es un debate que aún se mantiene en nuestros días.

En cualquiera de los casos, tras la salida de su segundo vocalista el grupo viviría una inestable y larga etapa que solo se estabilizaría con la reunión con Osbourne en 1998. Por el camino quedaron solo dos muy buenos discos, Born again (con Ian Gillan de Deep Purple) y The seventh star (con Glenn Hughes), aunque originalmente habían sido concebidos como proyectos fuera del logo de Black Sabbath; las presiones de la discográfica impidieron a Iommi firmar estos discos bajo otro denominativo.

Reunion, el disco en vivo que documentó el reencuentro sobre los escenarios con Osbourne reestablecería su leyenda, tratándose de un excelente trabajo y un buen punto de partida para ajenos a la historia principal.