Bigott: Sin pelos en la lengua

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«De la gente no espero absolutamente nada. Pero ni del directo ni del no directo. Hace años que ya no espero nada de nadie»

El zaragozano Bigott se descuelga con su cuarto trabajo, el altamente recomendable «This is the beginning of a beatiful friendship». Charly Hernández se apunta a su curioso sentido del surrealismo en una entrevista sin desperdicio.


Texto: CHARLY HERNÁNDEZ.
Fotografías: GUSTAFF CHOOS.


Revisando el suplemento de algún periódico, Bigott repara en una imagen del iPad y le resulta tragicómico que la gente haga colas para comprárselo, tanto en Estados Unidos como en España. «Pero América es América, es el país de los retrasados, nosotros somos unos aficionados todavía» espeta, y después añade con ironía; «tiene que ser muy cómodo para llevarlo en el bolsillo». Continúa leyendo la revista y comenta algún apartado de deportes y ríe airoso de ciertos comentarios deportivos vertidos en el magazine.

Con una tranquilidad y cordialidad absoluta seguimos hablando con Bigott, acompañados también de Pedro Vizcaíno, del sello zaragozano Grabaciones en el Mar.

¿Cómo es un día en tu vida?
Pues… levantarme, desayunar, hacerme una paja… si no follo, pues peor… tocar un poco la guitarra, bajar al mercado, comprar algo de verdura, cocinar… ahora estoy un poco vegetariano también. Y comiendo mucha fruta, porque llevaba sin probar la fruta… ni lo sé. Pero he mentido, porque ahora empiezo a hacer un poco de footing por la mañana. Me he comprado unas zapatillas de estas de…

¿Running?
Sí, de running. Pero es que se nota muchísimo en el tema de las rodillas, se nota una barbaridad. Y bueno… a Clarís le digo que me hago una hora, pero suelen ser veinticinco minutos o así. Poco a poco.

¿Influye mucho el que folles o no para tocar bien la guitarra?
¡Hombre! Yo creo que lo que más. Mira lo mal que la toco [risas].

Entonces, ¿qué te hace falta para componer?
Pues… ganas, me imagino, y un poquito de interés, y pasarlo bien sobre todo. La verdad es que no me hace falta mucha cosa. Sale directamente, es algo muy extraño.

Tienes la musa ahí, presente…
Sí, ha estado ahí dando el coñazo todo el día. Pero ya vale, que ya le hice una canción, y ya vale.

Lo mismo quiere más, ya se sabe que algunas mujeres siempre quieren más.
¡Hombre! Qué te voy a contar… que tienes una pinta de follar que es brutal [risas].

Veo que de nuevo has grabado en El Puerto de Santa María, con Paco Loco. ¿Qué hay allí que van todos a grabar?
Pues un «sitico» brutal. Una piscinita, buen ambiente, buena comida, la «playica» a diez minutos… Nos dejan el coche, «Pacorl» me hace unos arreglos muy bonitos. ¡Es una maravilla de hombre! ¡Y encima no es caro! La verdad es que no he grabado en muchos estudios, pero tampoco me parece muy caro.

He reparado en que, como ya se sabe, en tu anterior trabajo «Fin», había una especie… llamémosle guiño a Miguel Ríos, había cierta similitud entre tú canción ‘She is my man’ y ‘El Río’. Y en este nuevo disco, en «This is the Beginning of a Beautiful Friendship» noto parecido entre tú canción ‘Not drunk today con the end of the night’ e ‘Indian summer’, de The Doors.
¿Ah, sí? Pedro, míralo en Spotify o Youtube. A ver, a ver… ¡que vamos a ir a por ti! [risas]. ¡Lanzaste la piedra, chico! [risas]. Pues los Doors me gustan, están muy guay, aunque no todo, porque luego se pusieron muy pesados con el rollo blues y todo eso, pero el principio está chulo.

También aquellas canciones como ‘Touch me’, ‘Tell all the people’…
Sí, pero a mí esas me gustaban, ahí con las «trompeticas» y eso, que era un rollo así como Raphael.

Además llevas la barba y el pelo a lo Morrison…
Joder, pero a mí me quedan tres días de pelo [risas]. Déjame el tuyo, tío, que lo tienes muy bien… yo con eso sería el más feliz del mundo [risas]. ¿Y su zorrilla cómo se llamaba, que no me acuerdo?

Pamela se llamaba. Cuenta la leyenda que se acostó con el cadáver de Morrison durante unos días tras su muerte…
¡¿Ah, sí?! ¿Pero tú cuánto sabes de música?

Hombre… trato de aprender poco a poco, soy periodista musical…
¡Hombre! ¡Y de los buenos además!

[En ese momento, Pedro Vizcaíno pone ‘The end of the night’]

Se parece, no es que sea exacta… pero se parece.
¡Madre de Dios! ¡Nos acabas de acojonar! ¡No se parece ni una puta melodía! [risas.]

Hombre, he dicho que me recuerda.
Eso sí, te puede recordar…

Tampoco he dicho que sea un plagio, sino que se parece.
¡Ah! Lo había interpretado de la otra manera. ¡Jo! Es que lo de Miguel Ríos fue plagiazo, que hasta Vizcaíno se daba cuenta de qué era esa [risas].

Dejando de lado ya este tema… ¿qué necesitas para tocar la guitarra o componer?
No sé.

¿Cómo compones….? O mejor dicho, ¿Qué historia te puede hacer escribir una letra?
¡Hombre, claro! Algunas «cosicas» que te pasan, otras que te inventas y otras que adornas… No sé, consiste un poco en eso, ¿no? En aumentar un poco la mentira y meterla en una canción.

Y en el directo, ¿qué esperas de la gente y su respuesta?
Absolutamente nada. Pero ni del directo ni del no directo. Hace años que ya no espero nada de nadie. Pasármelo bien, eso sí que lo noto, y ahí, en los conciertos, ya se ve alguna que empieza a cantar la canción, o alguno, ahí en las primeras filas.

¡Algún fan hay siempre!
Sí, sí. Algunos se las saben, no está mal. Está guapo.

¿Esperas de paso tener groupies?
Sí, lo que pasa es que, claro, mi mujer no se si me dejará. Porque siempre le pregunto: «¿Con esa puedo? ¿Con esa no?» [risas]

EL DISPARATE CONTINÚA…

¿Serías capaz de ponerte muy violento en el escenario si alguien te faltara el respeto?
[Risas] No… no. De hecho creo que ya nos han insultado. No, hombre, no, no me pongo violento jamás.

Te veo muy nihilista como para ponerte violento…
No sé, si me dan una hostia pues igual le digo: «Oye, que te has pasado» [risas]. Eso me parece muy rock and roll, yo es que soy poco rock and roll. Igual te anima que alguien te diga alguna mierda de esas. Pero vamos, es que la gente que suele venir a los conciertos son un poco así… creo que son normales. Quizá luego te dicen: «oye, que nos ha encantado el concierto…».

¿Qué discos has escuchado a lo largo de toda tu vida?
De todo, escuchamos de todo. Que pasé de escuchar a Javier Álvarez a Smoog u otra mierda de ahí. De todo un poco, rapidín, lento… electrónica, salsa… yo qué sé. Mientras sea bueno.

Volviendo al disco, suele hacerse la pregunta de cuál es la canción favorita para el artista, de ese trabajo, porque para algunos son como hijos, pero te pregunto, ¿te ha salido algún hijo tonto en el disco?
¡Vaya! Tengo dos hijos y son los dos bastante retrasados, pero en el disco… yo creo que ya el disco en sí es muy tonto, muy tontito.

Bueno, hay música que la tienen por inteligente y puede ser muy tonta también.
¿Ah, sí? Pues ya tienen que estar más locos que yo [risas].

¿Y los anteriores también son muy tontos?
Los anteriores son ya retrasados, son de juzgado.

Resulta curiosa tu respuesta cuando te preguntan por qué cantas en inglés, siempre dices que cantas en inglés porque te sale de los cojones. ¿Nunca te has planteado cantar en otro idioma, a parte del castellano?
Porque igual no he escuchado la suficiente música de ese idioma. Japonés… bueno, he escuchado a estos que eran muy rapidines, rollo… ¡Pizzicato Five! Pues igual, no sé, si me pego un año escuchando el disco de Pizzicato Five empiezo a cantar en japonés.

¿Entonces, en castellano no te saldría ninguna canción?
Pero es que en castellano no hay cosas que oiga y me gusten, tío.

¿Qué ha sido lo último que has escuchado en castellano?
En castellano, pues… ¿Qué habré escuchado? Pues a El Niño Gusano, a Chinarro… Esos sí que me gustan. Pero… no sé, ¡si hay algo bueno mándamelo! Pero, por ejemplo, Raphael sí que me gusta y Nino Bravo, Los Pekenikes…

¿Y grupos de idioma anglo?
El de Andrew Bird me encantó mucho. El último.

El de la portada con el bosque y el prado, ¿no?
Si, el «Noble beast». Es una maravilla, pero brutal. Y no sé a cuál más estoy enganchado, pero a muchísimos. Es que yo no compro nada, los escucho todos ahí, en el Spotify.

¿Nunca te has descargado un disco?
Porque no sé. ¿Pagando dices? No hay nadie que haya pagado, que estamos en España, un respeto [risas].

Bueno, alguno habrá, digo yo.
Estás muy anglo, tú [risas].

[Pedro Vizcaíno comenta que hay poca gente que compre discos, y que los precios están muy altos, resaltando el vinilo, el cual es caro de hacer. Tras ello, continuamos con la entrevista.]

A mí me encanta el vinilo, de hecho sólo compro vinilos.
¡Pues mira! Este nuevo de Bigott te lo podrás comprar.

Recuerdo que «Fin», tu anterior trabajo, también salió en vinilo, lo escuché en casa de Alberto (De Vito) la última vez que estuve.
¡Alberto, hombre!

Me preguntó si conocía tú música y le dije que sí, que desde «That sentimental sandwich», cuando estuve en 2006 en Mar de Dios y ahí recuerdo ver el cartel promocional del disco y me hice con una copia.
¡Eh! ¿Qué te parece, Peter? Ese disco lo ha escuchado gente [risas]. ¿Pero tú eres de mañolandia? Claro, allí al Mar de Dios llevé como diez o quince para vender. Qué monada. Tengo que recuperar ese disco, ¿eh? A ver como salimos de esta ahora [risas],

[Vizcaíno apunta: «No eres el primero que lo dice, evidentemente. Yo pensaba que no lo conocía nadie». Después, continúo charlando con Bigott.]

Hablando de Zaragoza, ¿qué grupos de allí has escuchado últimamente?
Siguiente pregunta.

¿Y en toda España actualmente?
[Bigott saca de su bolsillo un mando rojo con botones que emiten sonidos dispares, para responder a esta pregunta, pulsa el botón que emite una carcajada].
Es que las risas y los aplausos es lo que más dura. Es la Sound Machine, hay tres modelos, verde con sonidos rollo dibujos animados y la negra de rollo terror. Estoy a la espera de un nuevo pedido que me tiene que llegar desde América, que pedí quinientas o así. Las iremos repartiendo y así sólo nos comunicaremos con la Sound Machine. Además el otro día en el Primavera Sound oí que en los VIPS las venden.

¿Y tu Sound Machine personal?
Es muy pequeña [risas]. No es broma ¿eh?

Igual eso influye a la hora de tocar la guitarra. El tono, aquella historia de OT.
Pues ya te digo yo que sí. ¿Eso de los tonos no era aquello que decía Busta de Operación Triunfo? [risas]. Yo me pego unas corridas de elefante, «Corridas de Alegría». ¿Viste esa peli de los Pelayo? Que eran muy del sur, brutal. Los Pelayos eran… ¿sabes quiénes son? Son estos que eran hermanos, arruinaban a los bancos, no les dejaban entrar en los casinos…

Claro, Gonzalo y Javier García-Pelayo, fueron managers del grupo de rock andaluz Smash.
¡Eso es! Pues tienen dos pelis, una de ellas es «Corridas de Alegrías» y la otra «Intercambio de Parejas Frente al Mar». Son brutales.

Ahora que hablamos de películas, ¿hasta qué punto te pueden influir cuando escribes una canción?
Pues que se me ocurra… el otro día vi la nueva de Polanski [«El escritor»] y la de «Fantástico Mr. Foxs», que es una monada total, es rollo animación pero todo hecho como superartesano; los «bichicos», las americanas… es el de los «Tenenbaums» y todas estas. Soy muy peliculero, veo muchas pelis, pero que me guste, me encanta «Lawrence de Arabia», me encanta también «Harold y Maude», que trata de que un chico de catorce años que se enamora de una abuela de ochenta que está a punto de palmarla y resulta que el chico es un «flipao» al que le encanta ir a los entierros aunque no se le haya muerto nadie conocido, pero le pone ir a los entierros y ahí conoce a Maude, comenzando la relación. La banda sonora tiene cosas de Cat Stevens, es brutal.

Una película que has nombrado mucho y te ha influido es aquella de los ancianitos que formaban un grupo.
¡Oh! Esa es «Young at Herat». Es una maravilla con las versiones. Además nosotros hacemos una versión en directo de una canción de Bruce Springsteen que hacen en la película, porque la versión no la hacemos por Springsteen sino por los abuelos. Odio a Bruce Springsteen. ¿Sabes que me abrí la cabeza cuando tocó en La Romareda? Yo por entonces trabajaba en una heladería y me vinieron a buscar porque tenían dos entradas para ver a Springsteen y al final fui, que estuvimos poniéndonos ciegos de porros, cerveza… estábamos sentados en el gallinero, arriba, y de repente me voy a levantar y me doy con toda la viga en la cabeza, pero una hostia… pero que se oyó y eso que el tipo estaba tocando a un volumen brutal y de repente voy bajando, voy bajando… me planto delante de la tipa, porque iba a tomar algo y no me volví para hacerme el machote pero me había dado la hostia de mi vida y noto como me empieza a caer algo por la frente y me dice la tipa: «Oye, estás sangrando». Me abrí la cabeza en ‘The river’, me acuerdo perfectamente. Qué horror.

¿Y dices que has trabajado? Si afirmas y reafirmas que nunca has trabajado.
Ya, es que te acabo de mentir, pero bueno [risas]. Era para adornar la historia.

A la música lo mismo en España no se le considera un trabajo.
Yo no lo veo como un trabajo.

¿Y cómo lo ves entonces?
Como un trabajo

¿Hasta qué punto de trabajo?
Hasta que te coman lo de abajo [risas].

Esperaba esa rima, la esperaba.
Es que estás ahí, pinchando… [risas].

Y el día que te decidiste por agarrar una guitarra y hacer una canción, ¿cómo lo recuerdas, con la edad?
Pues no me acuerdo, pero lo de la edad lo llevo un poco mal. Pero no sé, no me acuerdo muy bien, la verdad. Está guay subir a tocar «cancioncicas» y que la cosa funcione y que nos vayamos haciendo ricos poco a poco…

¿Piensas que nos haremos ricos?
¿No? Yo creo que sí, que nos lo merecemos. Tú por tu pelazo y yo por mi calva… yo creo que sí, que lo estamos luchando.


Desde aquí puedes acceder al Myspace de Bigott.

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