Andrés Calamaro: Una década de alta intensidad

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Andrés CalamaroUna década de alta intensidad

Andrés Calamaro celebra diez años mal contados (pues cubre algo más del periodo 1997-2007) de grabaciones con la imprescindible caja Andrés. Obras incompletas. Como no podía ser de otro modo, EFE EME conversa de nuevo con el artista que más veces nos ha visitado en esta primera década de tu revista favorita.

 

Texto: JUAN PUCHADES.
Fotos: CLAUDIO DIVELLA.

 

De nuevo Andrés Calamaro en EFE EME. Calamaro y EFE EME, EFE EME y Calamaro… ¿Cuántas veces lo hemos entrevistado a lo largo de estos diez años? Ni se sabe. Como son incontables sus colaboraciones en estas páginas (impresas o electrónicas). En ocasiones, algunos lectores nos han escrito ofendidos –incluso enfurecidos– por prestarle tanta atención, por dedicarle tanto espacio. Sin embargo, desde antes de que EFE EME existiera, desde el momento mismo que supimos de él por vez primera, percibimos que Andrés Calamaro tenía algo especial. Ese algo difícil de describir y que sólo poseen los creadores excepcionales, esos pocos tocados por la barita mágica de la genialidad natural y desbordante.
Luego, con el tiempo, y con EFE EME funcionando a toda máquina, fuimos testigos de su alucinante evolución durante estos últimos diez años, los que van de Honestidad brutal hasta hoy. Con él, y en diferentes ciudades y circunstancias, hemos compartido mañanas, tardes y, sobre todo, noches, hablando, escuchando música. Pero no todo ha sido un camino de rosas, por enmedio ha habido desencuentros históricos, seguidos de caballerosas reconciliaciones…  Y, siempre, constantes muestras de amistad y generosidad, como ese maravilloso Nada se pierde que nos regaló hace un par de meses para nuestro décimo aniversario.

A veces pensamos que sin Andrés Calamaro sería difícil entender EFE EME, y nos gusta creer que, de algún modo, esta revista ha contribuido –aunque sea mínimamente– a que su figura adquiriera públicamente el halo de grandeza que su trascendencia en la música en castellano merecía, pues no dudamos que es el creador más importante en nuestro idioma: Como ya hemos afirmado en alguna que otra ocasión, el único con capacidad para mirar a los ojos a los mejores de cualquier latitud y tiempo histórico. Así que si Andrés Calamaro celebra con la imprescindible caja (seis CDs, dos DVDs y un completo libro) Andrés. Obras incompletas una década de grabaciones, en EFE EME nos sumamos a la fiesta y, una vez más, conversamos con él…


Estos seis CDs dan una visión bastante completa de tus años como solista desde el final de Los Rodríguez, ¿qué balance haces de este tiempo?

Bueno, el balance es este Obras incompletas. Fueron años muy interesantes, pasaron demasiadas cosas para intentar recordarlas: con Alta suciedad la gloria estaba servida, pero cambiamos el rumbo y preferimos la tormenta. Honestidad brutal fue una apuesta fuerte a un quiebre con muchas de las estrategias del “mainstream”, pero queríamos grabar así, preferí encerrarme en un “happening” salvaje y creativo, y no dedicarme a promocionar mis discos en otros países, quizás fue un error táctico, pero nos divertimos viviendo al borde de la sobredosis de libertad, y giramos con Bob Dylan antes de clausurar el siglo con nuestros mejores conciertos, con Guillermo Martín y Gringui Herrera en guitarra. Después redoblé la apuesta y dejé de hacer giras para dedicarme al submarinismo en tierra, a la pornografía musical entre la nada y la eternidad… El salmón es una aproximación a aquellos años. Tardé mas de cinco años en volver a cantar en un escenario, pero antes grabé lo que quise, cuando quise y como quise, escribí mucho y experimenté con las grabaciones y las músicas. Conocí al clan Lemond [por Javier Limón]: Diego “El Cigala”, Niño Josele y Jerry González, y seguimos grabando y viviendo una vida silvestre y urgente, siempre con mucha alegría, un tiempo añorado por su peligrosa incandescencia indecente. Después grabé los instrumentales para el cine, El cantante, Tinta roja y fui reclutado por Bersuit que se ofreció a apoyarme personal y musicalmente, y grabamos El regreso y Made in Argentina, un éxito en ventas y público, un año de reencuentro místico y un gran acople con mi repertorio, como quedó reflejado en el DVD grabado en diciembre del 2005. Después me reuní con Ariel [Rot] para tocar en Valladolid y seguimos tocando hasta fin de año, Paco de Lucía me prestó a sus músicos un mes. Grabamos con Litto Nebbia y Juanjo Domínguez, que son músicos de alto vuelo. Volví a formar la banda que había desarmado a finales de siglo y nos estrenamos con Fito & Fitipaldis, nos vieron cien mil personas en España y terminamos en Argentina tocando para sesenta mil. Editamos La lengua popular, grabado con Cachorro López, que volvió a ponerme en el mismo lugar, aquel al que había renunciado alegremente después de Alta suciedad. Ganamos todos los premios posibles por esa grabación, incluido mi primer Grammy. Volvimos a girar por España, tocamos en Buenos Aires y, finalmente, llegamos a México, donde debutamos con mucho éxito y gloria, que se duplicó en Colombia y se repitió en Ecuador, Perú y Paraguay.

Todos los temas contenidos en Andrés están remasterizados. ¿Eres partidario de remasterizar canciones del pasado, crees que ganan en calidad sonora?
Necesitábamos un “mastereo” para todos los discos, porque es una antología que comprende diferentes naturalezas de grabación: Hay grabaciones analógicas aristocráticas, grabaciones basureras, híbridas y digitales… David Bonilla, de DRO, propuso un laboratorio de sonido en Gran Bretaña y nos gustó mucho el resultado, era muy necesario este tratamiento; ganó en calidad el conjunto y, seguramente, cada canción en particular. Allá saben muy bien lo que hacen.

¿Has “arreglado” alguna de las canciones recogidas en el box para esta edición. Es decir, hay algunos recordings nuevos o las publicas tal cual quedaron grabadas en su día?
Sí, hay algunas pocas “arregladas”. La mayoría lo hicimos con Guido [Nisenson], cuando compramos una 002 –un control de pro-tools– para grabar la música de El delantal de Lili, al “Hop de realidad” le grabamos instrumentos el año pasado. “Josie”, “Bachicha”, “4 Jinetes”, “Hop”, “New Zappa”… creo que son las únicas donde agregamos instrumentos, las demás están originales, algunas no están mezclas, son el “rough” del día o de la noche.

 

CANCIONES, PRODUCCIONES…

Repasando los tres primeros discos de la caja, se recorren diferentes modos de escribir canciones, de grabarlas, de producirlas… ¡Y todas están incluidas en discos oficiales! Es decir, has recorrido como pocos, y en poco más de una década, todos los estados sonoros posibles. Escuchadas ahora estas canciones, ¿cuál sería el modelo sonoro ideal? ¿De los discos grabados en este tiempo, cuál sería tu preferido en sonido, no en cuanto a repertorio?
Por rigor histórico y análogo, sólo puedo contestar que el de Alta suciedad, aunque hay híbridos que me gustan mucho: “Ansia en Plaza Francia”, “Con Abuelo”, “No Tan Buenos Aires”… son grabaciones mas anárquicas que las de Alta suciedad, tienen otros armónicos más crudos, pero transmiten una sensación, un “feel” que también puede “escucharse”, algunas están mezcladas por Joe Blaney –otras por mí–, pero comparadas con las de Alta suciedad podrían estar grabadas en el baño de un aeropuerto. No teníamos micrófonos ni equipo de guitarra, y grabamos en un ADAT –digital económico de ocho pistas–; otras –de Honestidad brutal– las grabamos en Circo Beat, un estudio muy profesional, propiedad de Fito Páez, y con buenos ambientes acústicos, pero sin la ciencia, ni la paciencia, de Joe Blaney. También me gusta mucho el sonido de Cachorro [López] y César [Sogbe] en los tracks de La lengua popular, la pureza de las grabaciones de Casa Limón, mezcladas sin efectismo por Pepe Loeches; algunos detalles atrevidos de El salmón… Y “Golden slumbers”, porque es un sonido muy personal, y el ejemplo de una teoría mía a propósito de la no ecualización y las compresiones.

Ha sido un detalle que en el primer CD, el más de “éxitos” entendidos como tales, hayas incluido una de las mejores canciones de El salmón, “Lorena”, tan poco éxito y tan poco conocida. ¿Sigues pensando que El salmón es un disco poco escuchado/apreciado?

¡Escuchar una vez El salmón ya es escuchar mucho! Y, ahora mismo, es uno de mis discos más apreciados, como esfuerzo, como concepto y como repertorio. Puedo comprender que, en su momento, haya sido objeto de críticas y burlas; eso le pasó a grandes discos y a artistas mucho más importantes, y ricos, que yo. “Lorena” es una canción muy querida por todos los que escucharon El salmón entero. Para mí tiene un valor emotivo y testimonial, porque la escribimos y la grabamos con Pappo –también con Guillermo [Martín]–, un héroe del rock en Argentina y, probablemente, el primer guitarrista importante de rock-blues de allá, junto con Claudio Gabis.

Canciones áridas o experimentales, como “Rivothriller” o “Manifiesto común”, no tienen nada que ver con, por ejemplo y sin salir del mismo disco, “Duermen los niños”. Es decir, juntas la más hermosa belleza con la brutalidad e, incluso, la fealdad. ¿Cómo es posible que un mismo compositor pueda moverse en tales extremos? ¿A veces te sientes como el Jekyll y Hyde de los compositores?
No sé si eso será una virtud, o un defecto de fábrica, pero no puedo entregarme a un único estilo, una línea, y a veces lo lamento un poco porque quizás me hubiera gustado ser más riguroso y mantenerme dentro de las lindes de un sonido mas propio del rock, pero no puedo evitar la seducción de otros perfiles más ásperos o abstractos. Al mismo tiempo entiendo a “Rivothriller” como teatro o performance, mientras que “Manifiesto común” es un experimento con el lenguaje con un propósito que es denunciar los espantos de la humanidad política; el exterminio, la masacre, la tortura … Y, claro está, soy sensible a la belleza de las melodías, al gusto de la buena comida, al buen cine, a Los Soprano

Escuchando todas estas canciones, las conocidas y las demás, quedan patente dos –entre algunas más– de tus líneas compositivas más frecuentadas: el rock –y todas sus formas próximas– y la canción popular. ¿Surgen de manera natural las canciones de uno y otro género o te planteas “voy a escribir un tema en tal onda”? Dicho de otro modo: ¿Las melodías llegan solas o son forzadas a llegar?

Generalmente llegan solas, pero cuando es necesario, y se las fuerza un poco, también llegan; entonces uno es mas perfeccionista y los resultados también son buenos. Lo hicimos con Los Rodríguez y con La lengua popular.

Siguiendo con lo mismo, con la música popular, ¿cuáles son tus referentes para lanzarte a ella, partes de canciones apegadas a la memoria o, de forma habitual, acostumbras a escuchar música popular, y no sólo rock?
Sí, americana o española. No tengo mucho roce con otras etnias de la música popular, como podrían ser las africanas o las asiáticas. Escucho a los brasileros, el tango, la cumbia y el cuarteto, la salsa –y sus distintos nombres fuera del universo Fania–, ampliamente blues, jazz y flamenco y subgéneros.

Si recuerdas, en algunas escuchas en tu casa, incluso en alguna entrevista o crítica, he comentado lo bien que sonaban las trompetas sintetizadas que te marcabas en tus instrumentales más jazzísticos. Y en un momento del libro que incluye la caja, en concreto en un tema que incluye la maravillosa trompeta de Jerry González, dices que él te hizo algún comentario crítico cuando le mostraste esas grabaciones tuyas con trompeta. Anda, revela qué te dijo el maestro.
Sí lo recuerdo. Jerry es como un hermano para mí, pero además es uno de los músicos más grandes que yo haya escuchado, aprendí mucho y también vivimos… Él conoce perfectamente mis limitaciones para el jazz pero compartimos muchas horas de música y vida… No importa lo que haya dicho de mis teclados aquel día, probablemente quiso decir que si un trompetista hubiera tocado eso, habría sido un trompetista muy bueno –pero chiflado, agrego yo–; pero yo sé que las diferencias de sonido, y de armonías, entre aquel teclado y una verdadera trompeta de jazz son enormes.

Me parece una pena que las músicas de la película El delantal de Lili las estemos conociendo de forma desordenada, en Radio Salmón Vaticano o ahora en Andrés… ¿No se merecía ese trabajo, al ser una obra unitaria, un disco específico?

Probablemente podría ser un disco, pero no creo que haya que apenarse por eso. ¡La pena no merece la pena!

En algunas de las grabaciones desperdigadas en estos CDs tocas tú todos los instrumentos, ¿prefieres las grabaciones en solitario o grabando con más músicos? ¿Qué ventajas e inconvenientes tienen unas y otras?
Hacer eso, hoy en día, es bastante sencillo… Yo tengo unos mínimos de habilidad con los instrumentos típicos del rock, puedo tocar un bajo o una guitarra, principalmente puedo valerme de los teclados, y empecé tocando la batería. Con un “loop” –ni hablar editando con pro-tools– tocar todos los instrumentos es casi más sencillo que grabar con un grupo, porque para grabar con un grupo hay que sonar bien y con fundamento, si no termina siendo anecdótico y hay que repetir la mayoría de los instrumentos; hay que poner muchos micrófonos, y tiene que ser un grupo que “sepa” tocar como grupo, que tenga ensayo, instinto o “know how”… Cuando un grupo realmente suena, y está bien grabado –amplificadores y micrófonos–, entonces el resultado podría ser mejor que la suma de cada una de las partes; se trata de trasladar la química del ensayo y los escenarios al estudio, y para que eso ocurra, hay que tener templanza, ingenieros y asistentes, y un cierto conocimiento del género.

Hay músicos muy pudorosos con sus maquetas, a ti no te molesta sacarlas a la luz, o versiones alternativas o temas sin pulir. ¿Como oyente, cuando un músico al que admiras publica ese tipo de material, lo disfrutas?

Cuando un músico me muestra una maqueta, y se disculpa por el sonido rústico, a mí me gusta, y no por llevar la contraria. También me gusta el sonido de un gran disco, claro. En mi caso siempre fui un poco “demo-master”, la espontaneidad me ayuda, quizás hubiera rendido mejor en otra época, cuando la producción era distinta. Respeto la espontaneidad tanto como la elaboración, ocurre como en las comidas, a veces lo mas sencillo es más rico, pero no siempre.

Dices, en el texto que acompaña a “De la lluvia”, una canción de la época Alta suciedad, que quedó fuera porque no te convencía la letra, pero que ahora ya no te preocupa tanto la imperfección. Explica eso, ¿eres de los que apoyan la teoría de que la imperfección también forma parte de la expresión artística?
Son dos cosas distintas, por un lado apoyo la teoría de que, en ciertos casos y en determinadas prácticas, la imperfección forma parte de la expresión, porque es frescura, instinto y es silvestre o las ideas sucias están mas puras. En el caso de “De la lluvia”, que es una grabación bastante meritoria, no terminó de gustarme la letra, probablemente por una frase, una palabra, que hubiera querido mejorar un poco… Ahora la acepté como un descarte interesante, a pesar de aquella frase imperfecta.

En el libro, cuando comentas “No tiene perdón”, explicas que junto a Gringui quisiste grabar un disco entero dedicado a Pappo. ¿Se grabó ese disco?
Digamos que sí. Nos encerramos un fin de semana, al principio solos los dos y un ingeniero asistente, después invitamos a amigos para grabar entre más músicos. Yo terminé enloquecido, rompiendo una valiosa Fender porque hacía ruido, ya teníamos unas doce canciones, y versiones grabadas e invitamos a Pappo a escuchar… Creo que también dejó un gran solo de blues grabado. Ya había “grabado” discos enteros en una sola jornada de 24 horas, pero en otro ámbito más doméstico, sobre almohadones…

 

VERSIONES, TOXICIDAD E IMÁGENES

¿Qué te motiva para grabar una versión, tiene que ser una canción que te emocione, que te recuerde algo, que te hubiera gustado escribir a ti…?
Si me emociona, seguramente hubiera querido escribirla yo, pero tampoco es un sentimiento obsesivo y me conformo con cantarla. Es justo reconocer que estoy más cerca de ser un intérprete que de ser un compositor. Puedo aparentar que escribo buenas canciones porque después van a sonar bien.

Es flipante la versión del bolero “Obsesión”, casi tanguera, con ese acordeón sintetizado. ¿Cómo se te ocurrió darle ese tratamiento?
Fue al día siguiente de conocernos con Diego “El Cigala”, yo lo admiraba mucho, me sentía frente a un gigante del canto y del cante, un artista genial; y nos hicimos amigos en instantes. Esa grabación fue un poco accidentada porque no conseguíamos taxi y caminamos muchas manzanas hasta llegar a mi vivienda-estudio, y Diego estaba harto. A las seis de la mañana hicimos las paces y grabamos algunas versiones de “Obsesión”, con un piano y el canto del Diego; algunos diías después, cambié los instrumentos, y un tiempo más tarde editamos versiones y agregué mi parte cantada.

¿Entre las muchas versiones que creo grabaste durante las etapas Salmón y post Salmón, nunca has interpretado ningún tema escrito por Bob Dylan?

Sí, tengo una versión en castellano de “Gotta serve somebody”, una –sin traducir– de “Hard rain’s a gonna fall” y algunas de “Just like a woman”. También canté “Make u feel my love” en directo, en 1998-99.

Tras escuchar la versión de “Nada” grabada en directo en Barcelona en los conciertos de la gira Tinta roja, sigo pensando que aquellos directos de lujo merecen un disco propio, complemento perfecto, además, del Tinta roja de estudio. ¿Por qué no ha salido ese disco? ¿Te frena la discográfica algunos proyectos?
Creo que tendría que reunir a esa banda para más giras, o editar un live con esos cuatro conciertos; aunque sé que haciéndolo más veces lo cantaría mucho mejor. No me frena la discográfica, pero no llegó la oportunidad temporal.

Al hilo de lo anterior, ¿no sería bueno que hubiera una discografía tuya paralela, pensada para fans, discos sin promoción, ideados para coleccionistas, para tus seguidores?
Sí, me gustaría mucho ser un artista-label, pero todavía estoy expandiendo mis territorios, la realidad reclama mayor distribución y promoción. Es probable que el futuro sea diferente: Un fluido digital de música gratuita y ediciones físicas limitadas, pero, de momento, puedo permitirme cierta ambición. Además el label imaginario tendría que poder sostener los gastos de muchas producciones, estudios, ingenieros…

Regresando a algunos comentarios del libro que incluye la caja, comentas que después de Radio Salmón Vaticano te costaba sacarle provecho a aquellas grabaciones… ¿Por qué, qué pasaba?

Antes o después de RSV –la radio virtual y pagana ofrecida desde el web site– y de El delantal de Lili, pasé por un momento de crisis en el estudio, estaba justo cambiando mis hábitos nocturnos por los “desayunos al mediodía”, y me costaba sacarle el jugo a las sesiones de grabación; fue cuando llamé a Javier y decidimos grabar un disco de tango y bolero, que fue El cantante. En el camino escuchamos cada una de las grabaciones “camboyanas”, la colección íntegra de cuatro pistas, lamentablemente se borró el disco donde almacenaba el detalle de cada casete de cuatro pistas…

Hace un tiempo te costaba –o simplemente no querías– hablar del periodo HB-Salmón-Post Salmón-RSV como de un tiempo tóxico… Ahora incluso lo defines así en la introducción del libro. ¿Te has reconciliado con tu propio pasado?

No recuerdo aquel periodo discreto de negación. Hace pocos meses, incluso, concedí un reportaje a una revista especializada en cannabis [THC] donde conté con lujo de detalles, aunque con elegancia en la redacción y en la forma de presentar el asunto, mi historia con los narcóticos y la música. Reconciliarse con el pasado individual es saludable.

¿En algún momento te has arrepentido de esos años alejado de los escenarios y grabando de manera no convencional, tiempo en el que te alejaste de la “primera línea”? ¿Has pensado que tu proyección internacional habría sido distinta de haber continuado el camino abierto por Alta suciedad, incluso por Honestidad brutal?
Me hubiera gustado tocar antes en Colombia y en México, mantener junta a esa banda tan buena, que ahora recuperamos, pero yo mismo me negaba a maratónicas promociones, o lo que yo me imaginaba que suponía la conquista de nuevos territorio. Veía trabajando a Alejandro [Sanz], viajando, contestando, saludando… y no me creía capaz. Entonces opté por una huida hacia adelante, y fue francamente divertido “tirar la casa por la ventana”, desatarme de cualquier clase de compromiso, abandonarme a la libertad y vivir días interminables.

Los tiempos más tóxicos y de exilio interior –por llamarlos de algún modo– fueron fértiles para la composición. Ahora, alejado de aquello, ¿crees que salen mejores canciones bajo los efectos de las drogas o en plena lucidez?
No puedo evitar reconocer que la noche, y las sobredosis de libertad, son un importante aliado para la creatividad. De alguna manera hay que llegar a esa “locura”, a esa entrega, a esa renuncia… También es cierto que hay una fecha de caducidad, que llega un momento en que las cosas pueden complicarse y no es un método muy firme, que resista demasiado el paso del tiempo; tampoco es para cualquiera… Hay sustancias que no son aptas para el consumo humano.

Algunos de los conciertos contenidos en los DVDs son fantásticos (Gran Rex, La Plaza…), ¿no pensaste nunca publicarlos íntegramente?
En realidad, no… Elegimos lo mejor de cada concierto.

Siguiendo con los DVDs: ¿Queda mucho material en la recámara o el expolio a tus archivos ha sido importante?
Mis archivos personales están intactos, porque nunca los encontramos… Hay mucho material en Youtube, pero habría que rastrear los originales, los másters… Ojalá algún día pueda encontrar algunas cosas que hay en las redes.

Una curiosidad: ¿Quién es Lord Sazzo, que firma algunos textos en el libro?
No siempre es la misma persona, es un grupo selecto de académicos e intelectuales que, por diferentes motivos y compromisos, prefiere firmar bajo un seudónimo colectivo.

Creo que hay canciones, de los CDS 4 y 5, como “Colegio de animales”, “Cuatro Jinetes”, “Mal en mí” o “Duermen los niños” que valdría la pena que las llevaras al directo… Casi sería como darles una oportunidad a estos temas olvidados, perdidos o semidesconocidos. ¿Incluirás algunas de estas canciones en los directos de este año?
Es probable, cuando esta entrevista haya concluido es posible que esté ensayando y eligiendo lo que vamos a agregar al repertorio. Vamos a ensayar unas pocas semanas, lo suficiente para recuperar la buena forma y para refrescar apenas el “reper”; tampoco podemos salir al ruedo con muchas canciones sin rodarlas. Algún día vamos a ensayar por meses y renovar drásticamente la lista de canciones. Pero, como cada temporada, vamos a refrescar el repertorio, y agregar lo que mejor nos suene.

¿Qué músicos te van a acompañar en la nueva gira?
Mis compañeros y yo ya somos un grupo, todos están  involucrados en esta música, espero que la consideremos nuestra; estamos juntos aunque nos separe una distancia de miles de kilómetros, y todavía tenemos mucho que hacer como banda de cerebros musicales con corazón. Somos: Candy Caramelo, José “el niño” Bruno, Tito Dávila, Julian Kanevsky, Diego García, Geni Genaro y yo, además de los compañeros del sonido, las luces y el escenario, a quienes considero compañeros y amigos.

¿Tienes en el horizonte la grabación de un nuevo disco? ¿Estás preparando canciones?
“Obras incompletas” acaba de aterrizar, creo que no es momento para anunciar nuevos movimientos, además estamos ensayando para tocar en mayo, pero es probable que grabemos el show acústico más importante de la televisión mundial… no es imposible. También me gustaría grabar dos canciones con Javier Corcobado, parte de un pacto que sellamos con vino y tangos. Pero puedo confirmar que en el horizonte tengo nuevas grabaciones y discos, ¡claro! Sigan confiando en su salmón preferido.

En “Colegio de animales” escribiste, “No quiero perder la inocencia”. ¿Ha perdido Andrés Calamaro la inocencia?

Supongo que nunca se pierde del todo, nunca terminamos de ser inocentes, como nunca terminamos de ser culpables.

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