Andrés Calamaro: Desmenuzando la gran antología

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Andrés Calamaro Desmenuzando la gran antologíaAndrés Calamaro merecía una caja como Andrés. Obras incompletas. Y ésta, la caja –con sus seis CDs y dos DVDs–, merecía ser analizada en extensión y rigor. Eso hemos intentado en este repaso pormenorizado a su apabullante contenido.


Texto: JUANJO ORDÁS.


Hace tiempo que se precisaba una retrospectiva de la más reciente, y extensa, carrera de Andrés Calamaro, la que abarca sus productivos años desde el final de Los Rodríguez hasta la actualidad. Es ya una década la que une Alta suciedad (su gran disco de retorno a la división solista) y La lengua popular (último y excelso trabajo). Entre ambos títulos, Calamaro ha regalado magnificas canciones, no sólo a sus fieles, sino también al rock en castellano y a la historia del rock mundial.

Andrés es nuestro referente directo respecto a un género popular que, paradójicamente, goza de luminarias seleccionadas por la inspiración y el talento personal. Calamaro permite al rock en español mirar de tú a tú al anglosajón, en un alarde de orgullo seguramente jamás pretendido por él mismo, aunque históricamente está llamado a firmar páginas de la historia musical. Es una leyenda en vida y, con todo ello, no pierde de vista su oficio: Hacer canciones emocionantes.

TEMAS PARA RECORDAR

No es forzado decir que Calamaro no ha firmado jamás un disco mediocre. Quizá es que sabe tratar a las musas debidamente, aunque el peso de su obra recae sobre su pulso, corazón y mente. Talento se llama. También voluntad. Puede existir el trabajo de Andrés menos amable, el enraizado, el atrevido, aunque jamás el disco mediocre, jamás la canción de segunda. Y eso es mucho. Tanto como lo que ofrece Andrés. Obras Incompletas, una caja más que recopilatoria, un viaje al corazón de un músico titánico, un trabajo incontestable, nutrido de un total de seis CDs más dos DVD.

Por una parte, no sólo se recogen los temas más o menos esperados, sino que mediante una remasterización pulida –y suponemos bastante cara– las canciones encuentran nuevo envoltorio de lujo, en el que uno se atrevería a decir que afloran detalles sonoros que en su masterización original pasaban casi desapercibidos. No, no se trata de remezclas, las canciones son las que son, igual de maravillosas, aunque la claridad gana enteros, los matices se realzan y los instrumentos se mueven en un espacio más diáfano. Secuenciados en tres CDs, el recorrido a través de la vida de Andrés resulta exultante. Porque cuando un creador comprometido con su arte deja tanto de sí en cada canción que graba, difícilmente podemos hablar de un recorrido discográfico, sino de un recorrido vital. Un lujo, una larga secuencia ordenada en triplete, con coherencia, repleta de clásicos del rock en español como “Flaca”, esfuerzos poéticos sólo al alcance de las mejores plumas (“Crímenes perfectos”, “Te quiero igual”), respetuoso dominio popular (“El cantante”, “Jugar con fuego”), perfecto rock and roll (“Alta suciedad”), pop de alta factura (“Corazón en venta”) y brillantes piezas llenas de “groove” (“Loco”, “Más duele”).

Entre caras conocidas, algún regalo cae para el «connaisseur», desde la versión pulida en estudio de “Revolución turra” (el single en potencia que jamás fue) hasta la versión inédita de “Rumbo errado”, haciendo parada en la banda sonora del film Caballos salvajes. Cronológicamente, sólo por el tema destinado a la citada película, el contenido de la caja se va aún más atrás de 1997 (año de edición de Alta suciedad y con el que se inicia oficialmente el box-set), pero si a este dato añadimos que en los sucesivos CDs encontraremos maquetas que datan de 1996, podemos afirmar que el disco cubre con aún más rigurosidad de la esperada la época creativa inicialmente propuesta.

Canción a canción, apoyándonos si se quiere en el grueso libro que se incluye a modo de guía, escuchamos a aquellos músicos que han ayudado a Andrés a crear su propio sonido y universo, amigos y maestros para los que el protagonista siempre tiene líneas de admiración y cariño. La guitarra del genial Guillermo Martín vuelve a rugir en gran parte de las canciones seleccionadas, mientras la legendaria guitarra argentina de Pappo Napolitano aporta su caché histórico. Los siempre fieles Ciro Fogliatta, Candy Avelló y Niño Bruno hacen acto de continua presencia, al igual que el esencial Gringui Herrera, quien formó junto con Guillermo Martín la mejor pareja guitarrista que haya acompañado jamás a Andrés Calamaro.

La triada restante de audio condimenta especias muy distintas a las ofrecidas a modo recopilatorio. Entramos, pues, ante material seleccionado para el fan, para el seguidor imparable o para aquel que desee recorrer carreteras secundarias tan bien asfaltadas como las autovías.

TODO LO DEMÁS

El cuarto CD de la colección presenta 18 temas, la mayoría de ellos inéditos que en su día no fueron incluidos en la edición final, que no llegaron a trabajarse en estudio y jamás abandonaron la maqueta o bien rescatados de discos ajenos (siendo tal el caso de dos canciones tan esenciales como “El mago Merlín” o “Ranchada de los paraguayos”, provenientes de trabajos de Loquillo y Niño Josele respectivamente, contando la última de las citadas con una interpretación vocal por parte de Andrés absolutamente magistral). De una u otra forma, todos los temas contenidos en este CD son destacables, siendo la mayoría de ellos memorables. La diversión ácida de “Bachicha”, la tremenda “Mal en mí” (mano a mano con Pappo y que parece extraída del Goat’s head soup de los Stones) o la sombría “El ascensor”, que bien podría formar parte de los créditos finales de Angel’s heart de Alan Parker. De nuevo regresamos a sus satánicas majestades para una revisión en clave castellana de su patentado sonido en “Escuela de animales” (un potente rock pegajoso importado directamente de las sesiones de Honestidad brutal), tampoco abandonamos las islas británicas gracias a la soberbia y Beatle “De la lluvia”, demo de Alta suciedad que parece no llegó siquiera a trabajarse en esas sesiones (será que hubo suficiente Liverpool en el trabajo con “Comida china”, el “Eleanor Rigby” particular de Andrés). Si se desea cambiar de continente se puede viajar al Delta del Mississippi con “Blues de hoy” (gran destreza la de Calamaro a la hora de comprender y entender géneros). Mención aparte merece “Qué clase de rico será”, un tema relajado, casi chill que cuenta con unas palabras recitadas por el desaparecido y legendario Miguel Abuelo, un homenaje más que merecido.

Cada inédito fascina de por sí en un compacto que añade gran valor a este Grabaciones incompletas. Son canciones sobresalientes, supervivientes de esas cribas artísticas cuya misión es lograr el empaque del que goza cualquier obra del músico.

Hasta este punto del box set, el formato de canción no se ha abandonado en ningún momento, incluso los neófitos pueden disfrutar de los inéditos presentados, pero lo que el quinto CD de la caja presenta es sólo para paladares atrevidos. Se trata de una selección de temas mayoritariamente instrumentales que incluye cinco colaboraciones con el gran Jerry González (¿el mejor trompetista de jazz vivo?). Quilates de música libre, envuelta en improvisaciones e ideas y un Calamaro dando lo mejor de sí mismo, con alma, con nobleza. Desvaríos industriales no aptos para oídos sensibles con Andrés echando carbón a la sala de máquinas y juegos de jazz experimental (“House degradation”, “Cookie man”) son en gran parte la atracción de este disco tan especial, que también se nutre de dos temas provenientes de la banda sonora de El delantal de Lily cuya sensibilidad clásica ayuda a compensar parte de la sana locura. A modo de estaciones en el itinerario se cuelan canciones de corte más clásico, balones de oxígeno distribuidos por el recorrido que también son de excelente factura. La inicial “Hop de realidad” es un sorprendentemente bien resuelto ejercicio de hip hop, “Mono de Kubrick” es ácida y divertida, pero el diamante es “Duermen los niños”, una hermana de “Estadio Azteca” con letra de David Trueba y música compartida con Javier Limón.

La selección de audio finaliza con el sexto compacto, esta vez orientando a las versiones, a “covers” de amplio espectro y buen gusto. Calamaro siempre se ha caracterizado por ser un seguidor de la música que venera, capaz de crecer artística y personalmente. La cultura musical de Andrés siempre ha estado fuera de toda duda, algo que destaca en el último disco de la caja con una selección de buen paladar. Aquí aparecen canciones de Sabina, Páez, Radio Futura, Pappo Napolitano (¡de nuevo!) o Beatles en relecturas no siempre fieles a los originales, con las maneras de Calamaro comandando cada acometida con buena fortuna en todos los casos, aunque uno desearía que se hubiera atrevido a adaptar al castellano algunas letras en inglés culminando el ejercicio, aunque las que están, están. Es inevitable destacar “Obsesión”.

LO QUE HAY QUE VER

A nivel audiovisual nos encontramos con otro tesoro más: Dos DVDs de duración extensa que uno desearía que jamás acabaran. Denominados Imágenes paganas y Antihéroes, lo mejor es apreciar ambos como único bloque, sin solución de continuidad y siguiendo el orden cronológico al que invitan. El visionado completo permite ver el crecimiento de Andrés en estos más de diez años, desde la gran banda que le acompañaría en sus primeros tours tras la disolución de Los Rodríguez hasta su actual apisonadora en directo. Gran sonido en todas sus formaciones, pero diferente en cada una de ellas.

Visionando Imágenes paganas, resulta inevitable disfrutar de los dúos guitarreros entre el maravilloso Guillermo Martín y el siempre genial Gringui Herrera, dos grandes músicos que marcaron una época en la mitología calamariana. Dos guitarristas que eran puro “feeling”, cuya mayor virtud era el ser imperfectos, dotando de una ejecución libre a la música de Andrés, impidiendo que la misma canción sonora igual cada vez que tomaban el escenario durante las giras de Alta suciedad y Honestidad brutal. Canciones seleccionadas de múltiples conciertos nos permiten contemplar la que quizá fue la última gran banda de rock español clásico capaz de comprender enseñanzas históricas, asimilarlas y potenciarlas. Emocionante surtido de diversas localizaciones, caviar auténtico. ¿Cómo describir sino la presentación de Alta suciedad en la madrileña sala Caracol? ¿Cómo referirse a la emoción que produce ver a Martín en el Gran Rex de Buenos Aires? ¿Y qué decir del documental que nos adentra en la grabación de Alta suciedad?

Antihéroes, por su parte, nos acerca al Andrés más reciente, el que a partir de El regreso volvió a brillar como nunca. ¡Qué carisma desprende el tipo cuando interpreta “Mi gintonic” en el programa de Buenafuente! Pletórico de imagen, alma y voz, en mejor forma que nunca. Cualquiera puede apreciar que la banda que acompaña ahora al cantante dista mucho de la recordada en el primer DVD. Ahora la música no es libertina pero a cambio directamente atruena, siendo ejecutada por una maquinaria precisa, de rock (¡claro que sí!), capaz de cubrirle las espaldas con fiereza a su líder. Un conjunto de estadio que no falla y que da lo mejor de sí, conservando la base rítmica de épocas pasadas (Niño Bruno, Candy Caramelo), con Tito Dávila en lugar del capo Ciro Fogliatta e incorporando nuevos guerreros de las seis cuerdas como Diego García, Julián Kanevsky y Geni Avelló. Nuevo y recio sonido el del nuevo Andrés que queda plasmado en la sentida interpretación en vivo de “Carnaval de Brasil”, aunque también destaque el acompañamiento de los argentinos Bersuit en todos los temas recogidos de su época de retorno, banda que ayudó al músico a reorientar el sonido de algunos cortes, pulir otros y retomar el clásico sabor Calamaro. Es precisamente en esta época donde recala uno de los grandes momentos de este segundo DVD, con la captura de “Estadio Azteca” en Madrid junto a Bersuit y Niño Josele. Así mismo, sus breves escaramuzas junto a Ariel Rot también quedan registradas en una espectacular “Paloma”, con un público en paroxismo casi religioso.

Las selecciones de canciones es siempre acertada, aunque es inevitable el deseo de poder disfrutar de los conciertos completos. Quizá algún día, en tiradas limitadas o en descargas de pago por internet Andrés y DRO nos permitan obtener estas suculentas grabaciones.

Un repaso al contenido de Andrés. Obras incompletas no sería justo si se dejase por comentar el libro que acompaña a la caja. Páginas y páginas con las letras de cada una de las canciones y comentarios del propio Calamaro y camaradas cercanos. No sólo ayuda a profundizar en la trayectoria del músico, es que casi podría venderse aparte y seguiría teniendo valor. Sus generosas 184 páginas permiten degustar la lírica de uno de los mejores letristas modernos en habla hispana, uno de los mejores compositores de rock y música popular, un interprete de sensibilidad dorada.

Algo fundamental de Andrés. Obras incompletas es que nada complementa a nada, se trata de un paquete nutritivo en el que cada componente tiene valor en sí mismo.

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